“¡No te tomas el pecado en serio!” (Romanos 3:8)

Hace poco, estaba dando una clase en un instituto bíblico en un país extranjero. Los estudiantes eran jóvenes, de entre 18 y 20 años. A medida que la clase avanzaba, era evidente que tenían algunos problemas con el evangelio de la vida eterna. Decidí interrumpir la enseñanza prevista y abordar el tema. Pregunté a los