En 2001, exempleados de Enron testificaron ante el Congreso para explicar cómo sus ahorros de toda la vida se esfumaron con el colapso de aquella compañía energética que parecía invencible. Sus fondos de jubilación desaparecieron. Sus trabajos y salarios desaparecieron. Y, en muchos casos, sus ahorros de toda la vida desaparecieron.
Si inviertes dinero en una mala empresa, perderás dinero. Podrías perder mucho dinero.
Lo mismo ocurre en el ámbito espiritual, aunque la mayoría de los creyentes no se dan cuenta. Si inviertes tu dinero, tu tiempo y tu talento en una iglesia enorme, popular y orientada al entretenimiento, pero que no enseña con precisión la Palabra de Dios, tu inversión puede tener un resultado negativo en el Bema (el Tribunal de Cristo). Lo mismo sucede cuando das o ayudas a un ministerio paraeclesiástico, a un grupo de mujeres, a un estudio bíblico o a cualquier otro ministerio.
La mayoría de los cristianos nunca han oído hablar del Bema y no creen en las recompensas eternas.
Entre quienes sí saben que seremos juzgados en el Bema, muchos no se dan cuenta de que allí experimentaremos reprensión por algunas de las cosas en las que hemos invertido nuestro tiempo, talento y tesoro.
En el Bema, nuestras inversiones pueden cosechar grandes recompensas. Pero también pueden no tener valor eterno, o incluso tener un valor eterno negativo.
Cuida tus inversiones espirituales con el mismo esmero con que cuidas tus inversiones financieras.
En 2 Juan, el autor les dice a sus lectores que se aseguren de no invertir su tiempo, talento ni tesoro en malos maestros. Si lo haces, posees acciones en un mal “valor espiritual” (2 Juan 7–11). En el primer siglo había muchos maestros itinerantes. Juan escribió: “Si alguno viene a vosotros, y no trae esta doctrina, no lo recibáis en casa, ni le digáis: ¡Bienvenido! Porque el que le dice: ¡Bienvenido! participa en sus malas obras” (2 Juan 10–11).
Si conduces el vehículo de fuga en un atraco a un banco, participas en el robo. Peor aún: si el ladrón mata a alguien durante el delito, tú también eres culpable de homicidio.
Si apoyas un ministerio, una iglesia o un misionero que enseñan falsedad, estás participando en las malas obras de ese ministerio o persona. Tú también eres culpable de sus malas obras.
La misma enseñanza básica aparece en otros pasajes, como 1 Corintios 15:33; Gálatas 1:6–9; 5:7–10; Colosenses 2:8–23; Santiago 3:1; 1 Juan 2:24–28.
Invierte sabiamente tu tiempo, talento y tesoro, y te alegrarás de haberlo hecho. Pero no olvides que hay riesgo en las inversiones espirituales. Asegúrate de invertir en la verdad.
La palabra “verdad” ocurre nueve veces en 1 Juan, cinco veces en 2 Juan y seis veces en 3 Juani. Son veinte usos de la palabra en solo siete capítulos. En sus epístolas, Juan enfatiza la importancia de invertir en la verdad. Si lo hacemos, entonces llegamos a cooperar con la verdad (3 Juan 8). También recalca que no debemos invertir en maestros que son “anticristos” (1 Juan 2:18, 22; 2 Juan 7), “engañadores” (1 Juan 2:26; 3:7; 2 Juan 7) y en quienes no perseveran en la doctrina de Cristo (2 Juan 9).
Aunque tengamos motivos nobles para dar a quienes enseñan falsa doctrina, al hacerlo participamos en sus malas obras. Los buenos motivos no deshacen el hecho de que, al invertir en un mal maestro, nos hacemos también partícipes de actos que desagradan a Dios.
Mantén el enfoque en la gracia, y harás inversiones espirituales sabias de tu tiempo, talento y tesoro.
i El mensaje de 3 Juan es: sí invierte tu tiempo, talento y tesoro en buenos maestros.
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Bob Wilkin es el Director Ejecutivo de Grace Evangelical Society (Sociedad Evangélica de la Gracia). Vive en Highland Village, TX, con su esposa de 43 años, Sharon. Sus libros más recientes son Faith Alone in One Hundred Verses [Sola Fe en Cien Versículos] y Turn and Live: The Power of Repentance [Tornar y Vivir: El Poder del Arrepentimiento]


