“Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos” (Mateo 7:17-18).

Claramente, el Señor no estaba diciendo que los creyentes producen solo buenos frutos y los incrédulos producen solo malos frutos. Sabemos que quienes creen en Cristo pecan y que los incrédulos a veces hacen cosas buenas.

Entonces, ¿qué quiso decir el Señor?

Lamentablemente, la mayoría de los comentarios afirman que las personas que deben examinarse son falsos profesantes y que sus frutos son sus malas obras. Véase, por ejemplo, este artículo de Gotquestions.org, que concluye:

“Podemos identificar a aquellos cuyos corazones han sido redimidos por el fruto que vemos en sus vidas”.

Del mismo modo, Bibleref.com (véase aquí) comenta sobre Mateo 7:17:

Cristo aclara aún más este punto. Los árboles sanos dan buen fruto; los árboles enfermos dan mal fruto. Esa ley de la naturaleza es verdadera para las personas, así como para los árboles. Los profetas y maestros “sanos” demuestran, mediante su vida y su carácter, que son mensajeros auténticos de Dios” (énfasis añadido).

La paráfrasis bíblica The Message contradice directamente lo que estaba afirmando el Señor (véase aquí):

15-20 “Tened cuidado con los falsos predicadores que sonríen mucho, rebosando de fingida sinceridad. Lo más probable es que quieran aprovecharse de vosotros de alguna manera. No os impresionéis con el carisma; buscad el carácter. Lo que los predicadores son es lo principal, no lo que dicen. Un líder genuino jamás explotará vuestras emociones ni vuestro bolsillo. Estos árboles enfermos con sus manzanas podridas serán cortados y quemados” (énfasis añadido).

El contexto trata de los falsos profetas (v. 15). Los malos frutos se refieren a la falsa enseñanza, no a la mala conducta. Al fin y al cabo, los falsos profetas tiene la apariencia de ovejas.

Un comentario provechoso de PreceptAustin.org sobre Mateo 7:17-20 (véase aquí bajo bad fruit) indica:

…los falsos profetas y falsos maestros saben exactamente lo que la gente quiere oír, por eso proclaman un mensaje que apela a los deseos sensuales (véanse las notas que comienzan en 2 Pedro 2, especialmente 2 Pedro 2:2). Estos charlatanes espirituales no llevan ‘etiquetas de advertencia’, sino que son siervos de Satanás que “se disfrazan como ministros de justicia” (2 Corintios 11:15). Son camaleones espirituales consumados que hacen afirmaciones deslumbrantes, pero con el tiempo sus seguidores suelen acabar pagando precio muy alto, que incluso puede ser la destrucción eterna si nunca oyen la verdad, no se les concede arrepentimiento, no recobran el juicio y no escapan del lazo de los siervos del diablo, que los tienen cautivos para hacer su voluntad (2 Timoteo 2:24-26, notas). Incluso los creyentes pueden ser engañados por falsos profetas y falsos maestros. Por eso la Palabra de Dios nos exhorta una y otra vez a estudiar las Escrituras (1 Pedro 2:2), a poner a prueba lo que oímos (1 Juan 4:1; Hechos 17:11) y a crecer en la fe (2 Pedro 1:5-9) (énfasis añadido).

El Señor no estaba afirmando que los falsos maestros nunca digan algo verdadero. Lo que Él enseñaba es que introducen falsedades en una o más doctrinas fundamentales. Es decir, un falso maestro se identifica por negar verdades esenciales como la deidad de Cristo, la justificación solo por la fe, la inerrancia de las Escrituras, la seguridad eterna, la Trinidad, entre otras. “Por sus frutos los conoceréis” (Mateo 7:16a).

Tampoco dijo Jesús que los buenos maestros nunca enseñen algo falso. Sin embargo, los buenos maestros no enseñan error en ninguna doctrina fundamental. Se les conoce por lo que enseñanⁱ.

Un maestro de la Biblia muestra si es maestro verdadero o falso por lo que dice, no por lo que hace.

La idea del Señorío, según la cual las personas mencionadas en estos versículos pueden identificarse por sus frutos, no es totalmente errónea. Esa interpretación simplemente pasa por alto dos puntos. Primero, las personas en cuestión son falsos profetas, no incrédulos. Segundo, sus frutos son sus enseñanzas, no sus obras. El Señor sí nos indica que debemos examinar a quienes enseñan la Palabra de Dios, pero debemos hacerlo a través de lo que enseñan.

Los verdaderos maestros enseñan la verdad en las doctrinas fundamentales. Los falsos maestros enseñan error en una o más doctrinas fundamentales.

Mantén la gracia en el punto de mira y podrás discernir si un maestro de la Biblia es preciso o impreciso.

i Existe cierta ambigüedad en la enseñanza del Señor aquí. Su punto principal es que reconocemos a los maestros por sus enseñanzas. Si lo que enseñan es generalmente bíblico, son buenos maestros. Si es mayormente antibíblico, son falsos maestros. Sin embargo, el Señor no proporciona un método exacto para identificarlos. Su énfasis está en que debemos mirar su enseñanza, no que lleven vestidos de ovejas.

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Bob Wilkin es el Director Ejecutivo de Grace Evangelical Society (Sociedad Evangélica de la Gracia). Vive en Highland Village, TX, con su esposa de 43 años, Sharon. Sus libros más recientes son Faith Alone in One Hundred Verses [Sola Fe en Cien Versículos] y Turn and Live: The Power of Repentance [Tornar y Vivir: El Poder del Arrepentimiento]