Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; y no queréis venir a mí para que tengáis vida (Juan 5:39-40).
Hace unos veinte años, mi amigo Vince Deegan me hizo apreciar la fuerza de Juan 5:39-40 mientras asistíamos a la misma iglesia. Recientemente me envió una breve reflexión adicional que me ha llevado a escribir este blog. Vince escribió:
Hay observaciones adicionales en Juan 5:39. Jesús dejó muy claro que la vida eterna no era un concepto nuevo para los judíos. Al contrario, constituía una meta habitual y la razón por la que consultaban las Escrituras. El hecho de que los judíos ya estuvieran buscando la vida eterna explica convincentemente por qué Él no necesitó usar específicamente la palabra para cuando les dijo que creyeran en Él para la vida eterna que ya anhelaban. Ellos ya estaban buscando la vida eterna. Lo que aún no creían era que Él fuera el único que podía otorgársela, como Él aclaró en Juan 5:39-40.
Cuando el Señor Jesús habló de vida eterna, se refería a una posesión presente que dura para siempre y que nunca puede perderse.
Eso no era lo que los judíos legalistas buscaban. Ellos perseguían lo que muchos calvinistas llaman hoy salvación final. En su mente, uno no obtenía la vida eterna a menos que perseverara hasta el fin de su vida cumpliendo los mandamientos de Dios. Se centraban en los dos mandamientos más importantes: amar al Señor y amar al prójimo. Pensaban que todos los buenos judíos, al morir, recibirían la vida eterna.
Se equivocaban en dos aspectos: 1) pensaban que la obediencia a la Ley, y no la fe en Cristo, era el camino para obtener la vida eterna, y 2) consideraban que la vida eterna no comenzaba hasta después de la muerte.
El Señor Jesús los corrigió claramente en el primer punto, cuando dijo: “y no queréis venir a mí [es decir, creer en mí]i para que tengáis vida”.
Me pregunto si también los estaba corrigiendo en el segundo punto. Al decir “para que tengáis vida”, se da a entender que la vida empieza en el momento de la fe. Por supuesto, eso se ve con total claridad en pasajes como Juan 3:16; 5:24; 6:35, 37, 39, 47; 11:25-27; y 20:31. Pero incluso en Juan 5:39-40 se desprende que quien cree en Él tiene vida eterna.
Algunos eruditos bíblicos afirman que no existe el concepto de vida eterna en las Escrituras hebreas. Juan 5:39-40 demuestra que eso es incorrecto. El Señor se dirigía a personas versadas en del Antiguo Testamento, antes del nacimiento de la iglesia. Se refirió a las Escrituras hebreas y dijo que las escudriñaban para hallar la vida eterna. No objetaron, porque, en efecto, buscaban la vida eterna en la Tanaj.
Desde que Vince me remitió a Juan 5:39-40, estos versículos se han convertido en algunos de mis favoritos en mi “caja de herramientas evangelísticas”. Me ayudan a mantener la gracia en el punto de mira.
i El Señor equiparó venir a Él con creer en Él en Juan 6:35: “el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás”. Compárese Juan 7:37 y Mateo 16:24. La expresión venir en pos de Él se usa para el discipulado: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame”. Véase también Lucas 14:27. (Por cierto, Mateo 11:29 es un versículo de discipulado, pues el Señor habla de tomar su yugo y aprender de Él, dos conceptos propios del discipulado).
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Bob Wilkin es el Director Ejecutivo de Grace Evangelical Society (Sociedad Evangélica de la Gracia). Vive en Highland Village, TX, con su esposa de 43 años, Sharon. Sus libros más recientes son Faith Alone in One Hundred Verses [Sola Fe en Cien Versículos] y Turn and Live: The Power of Repentance [Tornar y Vivir: El Poder del Arrepentimiento]


