Uno de mis profesores de seminario y la persona que me ordenó, el Dr. Charles Ryrie, decía con frecuencia que, si la vida eterna pudiera perderse, entonces tiene el nombre equivocado. Existen varias maneras en que las personas que no creen en la seguridad eterna intentan sortear la objeción del Dr. Ryrie.
Aquí hay dos formas comunes. 1) La vida eterna es eterna, pero puede perderse hasta el momento en que morimos. Según esta visión, la vida eterna es una posesión, como un coche. El hecho de que la tengas no garantiza que la conservarás. Incluso una posesión eterna puede perderse y ser entregada a otra persona. 2) La vida eterna no comienza hasta que morimos. En el momento de la fe, obtenemos una salvación inicial. Si perseveramos en la fe y en buenas obras, entonces obtendremos la salvación final, también llamada vida eternai.
Entonces, ¿cómo sabemos que la vida eterna es eterna, que no se puede perder y que comienza en el momento en que creemos en Jesús?
En primer lugar, la expresión vida eterna (zōēn aiōnion) significa “vida sin fin”. El diccionario principal de griego del Nuevo Testamento dice que la palabra traducida como eterna (aiōnion) significa una de tres cosas: (1) “Hace mucho tiempo, antes de que comenzara el tiempo”, (2) “Que pertenece a un tiempo sin principio ni fin, eterno”, y (3) “Que pertenece a un periodo de duración interminable, sin fin”. En el contexto de creer en Cristo, significa la tercera categoría: vida sin fin. Por eso es mejor hablar de “vida sin fin” en lugar de “vida eterna“. A diferencia de Dios, nuestra vida no se extiende eternamente hacia el pasado; comenzó cuando creímos en Jesús para vida eterna.
En segundo lugar, los contextos en los que aparece esta palabra prueban que se refiere a una vida que no se puede perder. Consideremos tres versículos del Evangelio de Juan:
Juan 4:14. El Señor dijo: “mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna”. La mujer junto al pozo entendió que Él estaba hablando de algo permanente: “Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla” (Juan 4:15).
Juan 5:24. Jesús dijo: “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida”. No hay un juicio futuro para determinar el destino eterno de los creyentes. Una vez que creemos, tenemos vida eterna, no seremos juzgados en cuanto a la vida eterna, y ya hemos pasado de muerte a vida.
Juan 11:26. Jesús dijo: “Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?”. Eso es lo que Él, la Vida, promete al creyente. El creyente nunca morirá espiritualmente.
Decenas de versículos en el Evangelio de Juan se refieren a la vida eterna como una posesión presente, no como algo que se obtendrá en el futuro si se perseveraii.
Cualquiera que cree en la promesa de vida sabe, en ese momento, que tiene vida eterna que no puede perderse. Mientras continúe creyendo, retendrá la certeza. Y aunque esa certeza puede perderse al apartar nuestra mirada de la promesa, la vida eterna no puede perderse.
Las personas rechazan la irrevocabilidad de la vida eterna por tradición y razonamiento humano. A muchos simplemente no les parece lógico que podamos estar seguros solo a través de un momento de fe en Cristo. Y su tradición eclesiástica rechaza la irrevocabilidad de la vida eterna.
Lamentablemente, en lugar de basar su entendimiento de la vida eterna en Juan 3:16, muchas personas confían en una interpretación defectuosa de Santiago 2:14-26. En lugar de recurrir a Juan 5:24, recurren a una comprensión errónea de Hebreos 6:4-8. Luego malinterpretan Juan 3:16 y Juan 5:24 al leer su teología defectuosa en esos versículos. La fe en Cristo se transforma en apartarse del pecado, compromiso y seguir a Cristo.
Dios recompensa a aquellos que le buscan diligentemente (Hebreos 11:6), a aquellos que están dispuestos a creer en Jesús (Juan 5:39-40) y a aquellos que están abiertos a la dádiva de la vida (Hechos 13:48). Si la vida eterna para aquellos que simplemente creen en Jesús parece demasiado buena para ser verdad, ¿por qué no orar al respecto y leer el Evangelio de Juan? Dios te mostrará la verdad si la buscas en oración (Mateo 7:7-11).
Mantén la gracia en el punto de mira.
i En un Estudio en video de Santiago por los Dres. Blomberg y Kamell Kovalishyn, el Dr. Blomberg dijo con respecto a Santiago 1:21: “Necesitamos hacerlo [recibir la palabra] con humildad. El versículo 21 también se refiere a la manera de aceptar esta palabra que puede salvarnos y, en consonancia con lo que enseña Santiago, señala la meta final de la salvación: la vida eterna con Jesús después de esta vida”.
ii Hay algunas referencias a la vida eterna como posible recompensa futura. Véase Mateo 19:29; Juan 4:36; Gálatas 6:8; 1 Timoteo 6:12, 19. Existe una posible plenitud de vida eterna que puede obtenerse en el Tribunal de Cristo. Esos textos no deshacen en modo alguno las promesas relativas a la irrevocabilidad de la posesión presente de la vida eterna.
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Bob Wilkin es el Director Ejecutivo de Grace Evangelical Society (Sociedad Evangélica de la Gracia). Vive en Highland Village, TX, con su esposa de 43 años, Sharon. Sus libros más recientes son Faith Alone in One Hundred Verses [Sola Fe en Cien Versículos] y Turn and Live: The Power of Repentance [Tornar y Vivir: El Poder del Arrepentimiento]