Una mujer de la iglesia a la que asisto (la llamaré Betty) me contó recientemente una conversación que tuvo con una amiga. Esta le dio una interpretación un poco inusual a Santiago 2:19, que dice: “también los demonios creen, y tiemblan”. La mayoría de las veces, la gente utiliza erróneamente ese versículo para decir que la fe en Jesús por sí sola no es suficiente para salvarse del lago de fuego. Tienes que hacer buenas obras. (Para un tratamiento excepcional de este pasaje de la Escritura a menudo malinterpretado, el lector no se equivocará consultando el libro de Zane C. Hodges, The Epistle of James [La Epístola de Santiago]. Está disponible en el sitio web de GES).
Betty dijo que durante la conversación su amiga mencionó a una persona que maltrataba a su madre, entre otras cosas, obligándola a ingresar en una residencia de ancianos. La amiga dijo que esa persona iría sin duda al infierno.
Betty señaló que ella no podía saber eso. Tal vez la mujer que maltrata a su madre ha creído en Jesús para la vida eterna. Si es así, estará en el reino.
Su amiga, sin embargo, dijo que eso era imposible. Le dijo a Betty que creer no es suficiente. Los demonios creen. Pero eso no es suficiente para salvarlos del infierno. Si quieren ir al cielo, deben hacer buenas obras. Y si los demonios necesitan hacer buenas obras para ir al cielo, nosotros también. La mujer que se porta mal con su madre merece ir al infierno, y sus malas acciones provocarán que acabe allí.
En primer lugar, la respuesta de Betty a su amiga me emocionó. Comprendió que la vida eterna es un don gratuito que nunca puede perderse, aunque el destinatario de ese maravilloso regalo maltrate a su madre. Pero ella quería saber cómo responder al argumento de su amiga de que, como ya creen, los demonios irían al cielo si hicieran buenas obras.
Recuerdo que hace mucho tiempo mi compañero de cuarto en la universidad hizo una afirmación similar. No sabía nada de Santiago 2, pero dijo que Dios es tan bueno y misericordioso que hasta el Diablo iría al cielo si “se arrepintiera y viviera rectamente”. En ese momento, no supe qué decir. Sonaba muy bien. Parecía magnificar la gracia de Dios, y todo el mundo sabe que Dios es misericordioso.
Por supuesto, esa declaración no magnifica la gracia de Dios. Significaría que alguien, incluyendo el Diablo, podría ganar la salvación eterna haciendo buenas obras. Eso es exactamente lo contrario de la gracia (Romanos 11:6).
Si el Diablo pudiera recibir la vida eterna, sería por gracia a través de la fe. Pero no puede. El autor de Hebreos dice que Cristo no murió por los ángeles, y Satanás es un ángel caído (Hebreos 2:16). La muerte de Cristo pagó por los pecados del mundo, eliminando la barrera para que cualquier ser humano pueda recibir la vida eterna al creer en Él para ello.
Ya que Cristo no murió por los pecados del Diablo o de cualquier otro ángel caído, ellos no son elegibles para recibir ese regalo. Todos los ángeles caídos creen que Jesús da la vida eterna a cada ser humano que cree en Él. Pero también saben que no la tienen. Si el Diablo decidiera pasar página y actuar correctamente, seguiría sin tener vida eterna.
Esa es la respuesta al argumento de la amiga de Betty. Algunos dirían que es injusto que los ángeles caídos no puedan obtener la vida eterna a través del arrepentimiento y las buenas obras. Incluso podrían sentir lástima por ellos. No sé por qué Jesús no murió por los ángeles caídos. Pero si lo hubiera hecho, ellos solo podrían nacer de nuevo creyendo en Él para vida eterna, no por arrepentimiento y buenas obras.
También sé que cuando considero tales verdades y pienso en lo que Dios ha hecho por nosotros en Cristo, la gracia de nuestro Señor hacia el creyente brilla aún más.
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Ken Yates (Maestría en Teología, Doctorado, Seminario Teológico de Dallas) es editor de Journal of the Grace Evangelical Society. Es orador internacional y de la costa este estadounidense de GES. Su libro más reciente es Hebrews: Partners With Christ [Hebreos: Copartícipes de Cristo].