Mi esposa y yo cambiamos de iglesia en 1992. Habíamos estado en una gran Iglesia bíblica, y nos cambiamos a una pequeña iglesia de los Hermanos de Plymouth.
Zane Hodges era uno de los predicadores en la iglesia. Recuerdo haberlo escuchado enseñar sobre la perseverancia y desafiar mi pensamiento.
Antes de ir a la asamblea de los Hermanos de Plymouth, pensaba que Dios más o menos te calificaba según tus resultados en la vida. Por ejemplo, digamos que llegaste a la fe en Cristo a los 15 y le serviste fielmente por 49 años. Entonces, en el último año de tu vida, dejaste todo servicio para Cristo. No donaste, no oraste, no asististe a la iglesia, no participaste en el evangelismo, ni siquiera te identificaste como cristiano. Simplemente te retiraste, no por problemas de salud, sino porque quitaste los ojos del pronto regreso del Señor, y decidiste no hacer nada.
Solía pensar que 49 de 50 años sería 98%, que es una “A” según cualquier sistema de calificación. Pero no. En mi nueva iglesia, me enseñaron que si no perseveras hasta la muerte o el Arrebatamiento en la confesión de tu fe en Cristo, no gobernarás con Él en la vida por venir, incluso si el patrón general de tu vida es sobresaliente.
El sistema de calificación de Dios es diferente. Hay que terminar la carrera si quieres ganar el premio (2 Tim 4:6-8).
Recuerdo aprender que 2 Tim 2:12 dice precisamente eso, “Si perseveramos, también reinaremos con Él; si le negamos, Él también nos negará” (LBLA). También, la Parábola del siervo fiel habla de esta misma situación. Un siervo hace bien. Entonces si su señor fuera a regresar en ese momento, se le nombraría gobernante sobre todos los bienes de su señor (Mt 24:47). Pero luego el hombre piensa, “Mi señor tarda en venir” (Mt 24:48). Y por lo tanto comienza a “golpear a sus consiervos…y beber con los borrachos”(v. 49). El resultado es que pierde el derecho de gobernar y, en cambio, está “cortado en dos,” lo cual es una figura retórica que se refiere a un reproche verbal.
A Dios le importa cómo terminamos. De hecho, Él requiere que terminemos en comunión con Él si deseamos gobernar con Él en la vida venidera. Si sirves a Cristo fielmente durante 49 años, tendrás un montón de tesoros acumulados en el cielo (Mt 6:19-21). No perderás y no puedes perder lo que acumulaste. Pero si dejas de confesar a Cristo (es decir tener comunión con otros creyentes y ser un cristiano abierto) entonces perderás la oportunidad de gobernar con el Señor cuando regrese.
Al principio, me perturbó esto. Pensé, “No sería terrible servir a Cristo toda la vida y luego perderme su aprobación y alabanza porque al final me aparté? Sí, sería terrible. Ese era el punto. Esa lección realmente se volvió especial para mí. Ya que quiero escucharlo decir “Está bien, buen siervo” (Lucas 19:17), quiero terminar bien. Yo se que el problema no es mi destino eterno. Pero tener la aprobación del Señor y gobernar con Él en Su reino es para lo que vivo. No quiero perder eso. Ni tú tampoco.
El regalo gratuito de la vida eterna produce gratitud mientras reflexionamos sobre la obra terminada de Jesús en la cruz y en la maravillosa vida eterna que Él nos ha dado. Esa gratitud nos motiva a querer agradarle a Él y así terminar bien.
Me acerco a los 65. He servido en el ministerio por más de 40 años, habiéndome unido al personal de la Cruzada Estudiantil Para Cristo en 1974. Pero mi trabajo está lejos de terminar. Si el Señor tarda en volver y si me da salud, aspiro seguir sirviéndole durante las próximas décadas. Mi deseo para todos los que somos creyentes en el Señor Jesús es que terminemos bien y escuchemos, “Está bien, buen siervo.
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Bob Wilkin es el Director Ejecutivo de Grace Evangelical Society (Sociedad Evangélica de la Gracia). Vive en Highland Village, TX, con su esposa de 43 años, Sharon. Su libro más reciente es Turn and Live: The Power of Repentance [Tornar y Vivir: El Poder del Arrepentimiento].