Estaba leyendo recientemente sobre la historia de la Iglesia, y una de las cosas que he aprendido fue que 2 Pedro 1:10 se usaba a menudo para enseñar que una persona no puede saber si es salva espiritualmente a menos que observe sus buenas obras. Eso sigue siendo cierto hoy. En este versículo, Pedro les dice a sus lectores “procurad hacer firme vuestra vocación y elección” [RVR1960]. Según este entendimiento, sólo de esa manera podrían experimentar una entrada abundante en el eterno reino de Cristo (v. 11).
Muchas personas creen que estos versículos fueron escritos por Pedro para informarles a sus lectores que la única forma en que podían saber si eran hijos de Dios era si continuaban a trabajar diligentemente. Esto implica que Pedro dudaba de la salvación de al menos algunos de sus lectores, o que al menos consideraba tal posibilidad. Si ellos miraran sus vidas y no vieran estas obras, o si dejaran de hacer obras en el futuro, tendrían todas las razones para dudar de que fueran verdaderos creyentes. Según con esta visión, son nuestras obras que nos permiten procurar “hacer firme [nuestra] vocación y elección,” y que nos da la seguridad de que somos salvos.
Es cierto que, en el contexto, Pedro está hablando de las buenas obras. En los versículos 5-8, Pedro les dice a sus lectores que deben esforzarse por añadir a “[su] fe virtud…piedad…afecto fraternal; y…amor.” Sin embargo, aunque Pedro habla de las buenas obras, tenemos que preguntarnos si realmente está diciendo que duda de la salvación de algunos de sus lectores o si cree que estas buenas obras son necesarias para estar seguro de que estarán en el reino. Hay razones para concluir que esto no es lo que Pedro quiere decir.
Pedro no duda de la salvación de sus lectores
Es difícil ver como Pedro podría haber dejado más claro el hecho de que consideraba a sus lectores ser verdaderos creyentes en Jesucristo. Les dice que tienen la misma fe que él (v.1). Le pide a Dios que Su gracia les sea “multiplicada” a ellos (v.2). Dice que Dios les ha dado “todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad” y los ha llamado “por su gloria” (v.3). Sigue diciendo que han escapado de la corrupción que está en el mundo (v.4), y en el versículo 5, les exhorta a añadir buenas obras a la fe que ya tienen. Incluso en el v. 10 Pedro los llama “hermanos.”
Por supuesto, hoy muchos dirían que Pedro simplemente está asumiendo que sus lectores son creyentes, pero en realidad, no puede decir por cierto que lo son. Según ellos, la única forma en que pueden saber si tienen vida eterna es por hacer todas estas obras. Si los lectores faltan virtud, piedad, afecto fraternal y amor en sus vidas, no deberían tener seguridad. Según ese argumento, entonces, deberían carecer de seguridad incluso si Pedro asume que son creyentes.
Pero, ¿debe un cristiano buscar la seguridad de su salvación en sus obras? ¿Es eso de lo que Pedro advierte a sus lectores? Seguramente no lo es.
La seguridad de la salvación se encuentra en Cristo, no en nuestras obras
Cuando una persona cree en Cristo para la vida eterna, la recibe como un regalo gratuito en el mismo instante. Nuestra seguridad se halla en la promesa de Jesucristo, no en nuestras obras. Aun después de creer, continuamos a pecar. Si miramos nuestras obras, siempre encontraremos espacio para dudar de nuestra salvación. Nunca podremos encontrar la seguridad de esa manera.
La misma naturaleza de la salvación—el hecho de que es un regalo dado por la gracia de Dios (Ef 2:8-9)—implica que nos pertenece incluso si abusamos de la gracia de Dios. Un regalo, por su definición, no viene con condiciones. Dios no nos da un regalo y luego dice que debemos tener obras para probar que lo poseemos.
Jesús también dejó en claro que podemos saber que tenemos vida eterna. Le dijo a la mujer samaritana que si ella simplemente creyera en quien era Él y que Él era capaz de darle el regalo de la vida eterna, el regalo sería suyo (Juan 4:10). La oferta vino sin condiciones. No había requisitos como limpiar su vida primero para asegurarse de que poseía el regalo.
En la tumba de Lázaro, Jesús le dijo a Marta que Él era la Resurrección y la Vida, y que el que creyera en Él se levantaría de entre los muertos si moría, y también tendría una vida que nunca terminaría (Juan 11:25-26). De nuevo, es una oferta gratuita. Ni siquiera se mencionan las obras.
En 1 Juan, el Apóstol habla sobre el regalo de la vida eterna. Se le da a todos los que creen en lo que Dios nos ha dicho acerca de Su Hijo. El que cree la Palabra de Dios—que Dios le da vida eterna a todos los que creen en Cristo—entonces la tiene (1 Juan 5:9-12). Luego dice que los que creen saben que tienen vida eterna (5:13). Lo saben porque este hecho está basado en la promesa de Dios.
Las Escrituras nos dicen si miramos a Jesucristo y a Su promesa de vida eterna, tendremos seguridad. Si buscamos en otro lado, tendremos dudas. Debemos notar que Pedro mismo no está diciendo que si no tenemos obras, realmente no somos salvos espiritualmente. En este pasaje, después de hablar sobre las buenas obras, Pedro dice que si sus lectores carecen de estas cosas, han “olvidado la purificación de sus antiguos pecados” (2 Pe 1:9). No dice si no tienen buenas obras, no fueron purificados de sus pecados. En cambio, dice que han olvidado que han sido perdonados. Es decir, incluso si estos lectores no hubieran hecho estas buenas obras, todavía hubieran seguido siendo personas perdonadas.
Pero si Pedro no está diciendo que una persona debe tener buenas obras para tener seguridad, ¿Qué quiere decir?
Haciendo firme nuestra vocación y elección
Dios ha llamado y elegido al creyente. Pero la pregunta es: ¿A qué, exactamente, ha llamado a los creyentes? Una posible respuesta es que ha llamado a los creyentes a buenas obras. La palabra “firme” en el v. 10 lleva el significado básico de válido, consistente, o algo en lo que se puede confiar. Pedro les está diciendo a sus lectores que deben “hacer firme su vocación y elección.” Si Dios ha llamado a los creyentes a buenas obras, entonces deben ser consistentes en hacer lo que Dios los ha llamado a hacer.
Otra opción es que Pedro les está diciendo a sus lectores creyentes que deben hacer buenas obras para validar en los ojos de los demás que son hijos de Dios. Cuando los creyentes viven vidas piadosas, otros pueden ver a Cristo en ellos. Así su salvación es evidente para los demás. Mientras que el creyente sabe que tiene vida eterna solo por la fe en Cristo, otros “ven” esa vida en nuestras acciones.
¿Pero qué le espera al creyente que vive una vida en obediencia al Señor? Muchos simplemente han asumido que en el v. 11, Pedro solo quiere decir que tal creyente entrará en el reino. Según muchos hoy en día, tal creyente simplemente irá al cielo. Pero está claro que Pedro quiere decir más que eso.
Una entrada generosa
Pedro no dice que el creyente que añade buenas obras a su fe entrará en el reino. En cambio, dice que tal creyente tendrá una entrada generosa. La palabra generosa tiene el significado básico de “rico.” El creyente que es fiel al Señor no simplemente entrará en el reino de Dios, sino tendrá una entrada muy rica.
Aquí se puede imaginar a un héroe conquistador. Recuerdo cuando estaba en el ejército, mi unidad regresó de una corta gira de combate en Panamá. Fuimos la primera unidad de nuestra división en lanzarse en paracaídas al combate desde la Segunda Guerra Mundial. Habíamos cumplido nuestra misión en ese país centroamericano.
Cuando regresamos, nos lanzamos en paracaídas a Carolina del Norte. Nuestros amigos y familiares nos esperaban al borde de la zona de la caída. Cuando todos llegamos al suelo, nos metimos en formación y marchamos hacia ellos.
Frente a las gradas había una banda tocando canciones patrióticas. Cuando marchamos sobre una colina a la vista de nuestras familias y amigos, estallaron en aplausos. Había cámaras de televisión por todas partes. La unidad había regresado como soldados conquistadores.
Esa es la imagen que Pedro pinta de la entrada de un creyente obediente en el reino. Aunque todos los creyentes entrarán en el reino, el creyente fiel y obediente experimentará una entrada generosa. Uno puede imaginar al Señor diciéndole a tal creyente, ”Bien, buen siervo y fiel” (Mt 25:23).
Conclusión
Pedro no duda de la salvación eterna de sus lectores. Tampoco les dice que deben encontrar la seguridad de su salvación en las buenas obras. Pero los exhorta y advierte.
Les insta a añadir buenas obras a su fe. Esto permitirá que otros vean a Cristo obrando en ellos. Además, tal vida resultará en una entrada en el reino que se puede comparar a la entrada de un héroe conquistador. Es fácil ver la diferencia entre un creyente desobediente y un creyente obediente en el Tribunal de Cristo. El primero experimentará la pérdida de las recompensas y vergüenza. El segundo experimentará las recompensas eternas de manera “rica” y el elogio del Señor.
Por supuesto, hay una advertencia implícita en todo esto. Se les advierte a los creyentes sobre la posibilidad de vivir una vida que deshonra al Señor. Una vida así la vive alguien que ha olvidado que el Señor lo ha perdonado. Tal vida resultará en una entrada vergonzosa en el reino. Aunque tales creyentes tienen vida eterna, esta es una advertencia muy seria.
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Ken Yates es pastor de la iglesia Little River Baptist [Iglesia Bautista Rio Pequeño] en Jenkinsville, Carolina del Sur. Él enseña con GES en los institutos bíblicos por todo el mundo.