Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón. (Mateo 5:28)
Vivo cerca de un colegio y seminario bíblico evangélico conservador. Lo visito unas tres veces a la semana para usar su biblioteca. Se puede decir que tiene una fuerte inclinación hacía la Salvación por el Señorío, lo que es algo normal en el mundo de hoy.
Hace poco había un cartel en el baño de hombres. Invitaba a todos los estudiantes con problemas con la pornografía a asistir a un grupo de apoyo confidencial. En este grupo los asistentes recibirían información sobre cómo romper la adicción de este pecado.
La persona que colgó el cartel contó una breve historia sobre sus experiencias con la pornografía. Había sido adicto a ella durante diez años. Había probado muchas maneras de romper la adicción, pero no encontró ninguna ayuda. Esto incluso tuvo un impacto devastador en su matrimonio. Se estaba formando para entrar en el ministerio cristiano a tiempo completo, pero estaba a punto de cambiar de profesión porque no creía que un ministro a tiempo completo debiera ser adicto a la pornografía. Encontró la solución y daría esta información a todos los que asistieran a las reuniones.
Fui capellán durante más de dos décadas. Al estar rodeado de jóvenes, tanto creyentes como no creyentes, vi de primera mano la prevalencia de la pornografía en nuestra cultura. Conocí a cierto número de chicos jóvenes que eran adictos a ella.
También hay un número de estudios que muestran que este pecado en particular prevalece incluso entre los pastores de todas las franjas y denominaciones. Si ese es el caso, no sería una sorpresa que veintitantos hombres formados para el ministerio cristiano a tiempo completo se enfrenten a este problema. Tampoco es una sorpresa que estudios similares muestren que los hombres que asisten a las iglesias están en la misma situación.
En el Sermón del Monte, Jesús menciona este particular pecado de lujuria. También menciona otros. Habla de divorcio y de volverse a casar, de pecados relacionados con lo que decimos, de no devolver mal por mal, de amar al enemigo, etc. Lo que llama la atención de estos pecados es que a menudo no los vemos como “tan malos”. Tal vez sea porque a menudo son muy extendidos. Son tan comunes que nos acostumbramos a ellos.
Cuando vi ese cartel en el baño de hombres pensé que era una triste ironía. Aquí hay hombres, muchos de ellos con un punto de vista del Señorío y reformado, que tienen este problema. Se están formando para ser pastores y misioneros cristianos. Su teología es que si una persona “continúa” en el pecado no es realmente un cristiano. El hombre que publicó el anuncio afirmó haber estado esclavizado a este pecado durante más de 10 años.
¿Se podría calificar eso como “continuar” en el pecado? Yo creo que sí. Pero en el cartel no había ninguna indicación de que no fuera un creyente. En cambio, había una invitación para venir a pasar tiempo con él para que pudiera decirles cómo “experimentar a Jesús” a un nivel más íntimo.
Parece que hay un par de cosas en juego aquí. Tal vez sentir lujuria por las mujeres a través de la pornografía no se ve tan “malo” como el mismo acto de adulterio. La enseñanza del Señor en el Sermón del Monte refuta esa idea. O quizás este hombre y otros piensan que ya que se sienten mal por lo que están haciendo esto indica el trabajo del Espíritu en sus vidas, aunque continúen cometiendo estos pecados. Si no sintieran remordimiento, solo entonces indicaría que no son creyentes.
Creo que hay una respuesta más bíblica. Esa respuesta es que mientras estemos en estos cuerpos mortales somos más pecadores de lo que queremos admitir. Ya sea contar chismes, tener lujuria en el corazón, la ira u odio que sentimos hacia los que nos hacen daño, o cualquier otro pecado del que habla el Nuevo Testamento, se necesita un tipo especial de ceguera para no ver que tenemos un problema.
No sé qué respuesta se dará en estas reuniones. La respuesta bíblica es que debemos caminar por el poder del Espíritu para experimentar la vida en lugar de la corrupción que la carne trae a nuestras vidas (Romanos 8). Sin embargo, nunca estaremos libres de la influencia de la carne en esta vida. Qué triste que algunos vean eso en sus vidas, pero prediquen un evangelio que niega la realidad o presenta nuestros pecados como menos serios de lo que realmente son.
Para aquellos de nosotros que entendemos el Evangelio de la gracia podemos estar agradecidos por saber lo que dice la Biblia. Nuestra salvación del infierno no tiene nada que ver con la presencia del pecado en nuestras vidas, incluso los pecados “continuos”. Estos pecados, aunque pequeños a los ojos del mundo, son graves y tienen un impacto en nuestra comunión con Cristo.
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Ken Yates es pastor de la iglesia Little River Baptist [Iglesia Bautista Rio Pequeño] en Jenkinsville, Carolina del Sur. Él enseña con GES en los institutos bíblicos por todo el mundo.