Vida eterna es un regalo gratuito que se obtiene solo por la fe en Cristo. Nuestras buenas obras no tienen nada que ver con eso, pero son importantes porque resultarán en las recompensas en el reino de Dios. Sin embargo, muchos creyentes no viven sus vidas a la luz de estas recompensas. ¿Por qué no?
Hoy a menudo oímos hablar de personas que acuden a los servicios de un psiquiatra cuando se enfrentan con algo en sus vidas que no tienen sentido. La Biblia dice que los creyentes deben trabajar por ganar las recompensas. ¿Qué le diría un psiquiatra con una perspectiva bíblica a un creyente que lucha con este concepto? Creo que la Biblia nos da al menos tres consejos que daría tal psiquiatra, dependiendo de quién era el paciente.
Una de las razones por la que un cristiano podría no estar interesado en las recompensas es porque cree que le queda mucho tiempo antes de que tenga que rendirse cuenta al Señor de cómo vivió su vida. Tal vez es joven, y piensa que le faltan muchos años hasta morir, o que el Señor no volverá pronto. Así pensó el siervo malo en Mateo 24:48. ¿Qué consejo le daría un consejero sabio a tal persona?
No tenemos que adivinarlo. El consejero le diría que mañana no está garantizado. Todos conocemos a personas que murieron antes de lo que pensaban. También es un signo de la enfermedad mental pensar que puedes predecir el futuro. La idea de que puedo saber cuando voy a morir o cuando vendrá el Señor indica que tengo un sentido inflado de mi propio conocimiento. El psiquiatra bíblico señalaría que el ego de su paciente es demasiado grande y podría morir, o el Señor podría volver a recoger a su Iglesia incluso antes de que su paciente saliera de la oficina.
Otra razón por la que un cristiano no podría estar interesado en las recompensas es debido al hecho exactamente opuesto. Puede ser que su ego sea pequeño, y pueda sufrir de una baja autoestima. Su autoestima puede ser tan baja que eso le hace creer que es una pérdida de tiempo incluso tratar de ser grande en el reino. La grandeza en el reino es algo que solo está disponible para los otros, como grandes teólogos o personas que son extremadamente santas. Esto parece ser el problema principal del siervo en la Parábola de las diez minas (Lucas 19:11-27). Tenía miedo de hacer cualquier trabajo para su Señor y pensó que sería mejor apostar por lo seguro con las oportunidades que se le brindaban. Parece que temía fallar. No quiso arriesgar incurrir en la ira del Señor por un trabajo deficiente, que asumió que haría incluso si lo intentaba. A menudo escuchamos de los consejeros de hoy que muchas personas sufren de una baja autoestima. El consejero bíblico le diría a este creyente que Dios quiere recompensar a Sus hijos. Es el derecho de nacimiento de todo cristiano ser grande en el reino. Cristo demostró su amor por cada creyente al morir por cada uno, incluso cuando éramos débiles e indefensos. El Señor a menudo coge a los que el mundo considera insignificantes y débiles, y los exalta. Solo mira a quien Él escogió para ser Sus discípulos. Ninguno de nosotros somos dignos de Su gracia. El Señor quiere que seas grande, así que ¡ponte a trabajar!
Finalmente, hay algunos creyentes que no trabajan por las recompensas porque no creen que Dios opera así. Quizás nunca les hayan enseñado las verdades sobre las recompensas, o pertenezcan a una denominación que enseña que las recompensas no existen. Tal escenario se describe en Hebreos 11:6.
El psiquiatra bíblico señalaría a este creyente las Escrituras. Mostraría a su paciente los numerosos lugares en el Nuevo Testamento que enseñan que Dios realmente recompensará a Sus hijos por su fidelidad. Animaría a este creyente a ampliar sus horizontes y darse cuenta de que hay una gran y hermosa realidad que nunca ha visto. Le diría que abriera los ojos a estas posibilidades emocionantes, y que soltara los grilletes que anteriormente lo mantenían atado. ¡No dejes que tu pasado te detenga!
Parece extraño cuando un cristiano no cree en las recompensas otorgadas por las buenas obras. El problema de esta persona puede ser que su ego sea demasiado grande o pequeño, o que le falte conocimiento. Afortunadamente, cualquiera que sea el problema, la Biblia tiene la receta.
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Ken Yates es pastor de la iglesia Little River Baptist [Iglesia Bautista Rio Pequeño] en Jenkinsville, Carolina del Sur. Él enseña con GES en los institutos bíblicos por todo el mundo.