La palabra coheredero (sugklēronomos) solo aparece cuatro veces en el Nuevo Testamento: Ro 8:17; Ef 3:6; Heb 11:9; y 1 Pe 3:7. Si bien un tema común del Nuevo Testamento es que los creyentes deberían esforzarse por ser coherederos con Cristo en la vida venidera, la mayor parte del tiempo, se utilizan diferentes palabras griegas para transmitir ese pensamiento (metochos = compañero en Heb 1:9 y 3:14; sumbasileuō = reinar con en 2 Tim 2:12; exousia = autoridad (dado por Cristo) de gobernar en Lucas 19:17 y Ap 2:26). La única vez que se usa esta palabra específica con referencia a ser coheredero con Cristo es en Ro 8:17 (aunque está implícito en 1 Pe 3:7).
Si marido y mujer son creyentes fieles, serán coherederos en la vida venidera (1 Pe 3:7). Es decir, cada uno tendrá su parte en el gobierno de Cristo.
Fundamentalmente, Jesús es el heredero, y nosotros podemos compartir su herencia. Si queremos convertirnos en herederos, debemos perseverar y vencer. Eso se entiende en Ro 8:17 y 1 Pe 3:7. Está claramente establecido en 2 Tim 2:12, Heb 3:14, y Ap 2:26.
Ser miembro de una familia no garantiza la recepción de herencia. Tengo una familiar que fue desheredada. Sin embargo, continuó siendo plenamente aceptada y bienvenida en todos los eventos familiares.
Todos los creyentes son hijos de Dios (Juan 1:12-13), pero para convertirnos en los que tomarán parte en el gobierno del reino de Jesús, debemos perseverar. Debemos vivir vidas cristianas victoriosas (vencedoras). Debemos confesar a Cristo por medio de nuestro involucramiento en la iglesia y por nuestras palabras, hasta que Él nos lleve a casa (Mt 10:32-33; 2 Tim 2:12).
Debes estar seguro de que tienes la vida eterna y que nunca puedes perderla. Esa es la promesa que el Señor Jesús hace a todos los que simplemente creen en Él (Juan 3:16; 5:24; 6:35; 11:26). Pero no puedes estar seguro de que reinarás con Cristo porque no puedes estar seguro de que perseverarás en la fe. Como me dijo una vez un pastor y profesor de un seminario calvinista, “Si el Apóstol Pablo no estaba seguro de que él mismo perseveraría (1 Cor 9:27), nosotros tampoco podemos estar seguros.”
Doy gracias a Dios que nuestro destino eterno no depende de nuestra perseverancia. En cambio, depende de Su perseverancia. El debe permanecer fiel a Su promesa de vida eterna para que nosotros, como creyentes, permanezcamos seguros. No obstante, no puede mentir. Sus promesas son seguras. Deberíamos regocijarnos diariamente por eso.
Cuando llegué por primera vez a Víctor Street Bible Chapel en 1992, pensé que en el Bema (el Tribunal de Cristo), el Señor Jesús seleccionaría como co-gobernantes a todos cuyas vidas cristianas se habían caracterizado por la fidelidad. Entonces, pensé que si alguien sirvió a Cristo fielmente durante 49 años y luego se apartó en su último año de vida, entonces sería 98% fiel y sería elegido para gobernar—ya que 98% de fidelidad me parecía perseverancia. Pero aprendí de Zane Hodges que uno debe ser fiel hasta el momento de su muerte o el Arrebatamiento. Terminar bien es vital para convertirse en coherederos con Cristo (cf. Mt 24:45-51). Cuánto anhelo oírle decir: “Bien, buen siervo” (Lucas 19:17). ¿No sería maravilloso?
¡Espero que vivamos cada día a la luz del conocimiento de que Él puede regresar en cualquier momento y que nos aprobará si nos encuentra sirviéndole fielmente!
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Bob Wilkin es el Director Ejecutivo de Grace Evangelical Society (Sociedad Evangélica de la Gracia). Vive en Highland Village, TX, con su esposa de 43 años, Sharon. Su libro más reciente es Turn and Live: The Power of Repentance [Tornar y Vivir: El Poder del Arrepentimiento].