En Lucas 19:1-9, encontramos la conocida historia de un hombre pequeño de estatura, pero rico, llamado Zaqueo. Todos conocemos la historia y sabemos que el Señor fue a su casa. Zaqueo es claramente un creyente. De hecho, desea firmemente seguir al Señor en el discipulado y comienza ese proceso regalando la mayor parte de su vasta riqueza a causa de lo que el Señor le enseña.
La conclusión de la historia incluye una famosa declaración del Señor. Después de que Zaqueo promete dar todo su dinero, el Señor le dice que le ha llegado la salvación. El Señor le recuerda a Zaqueo por qué vino. Dice que vino a este mundo “a buscar y salvar lo que se había perdido”.
Dado que las palabras salvación y salvar se encuentran en esta breve declaración, así como la palabra perdido, la mayoría de los comentarios dicen que Jesús está hablando de salvar a la gente del infierno. El incrédulo está “perdido” en el sentido de que va a ir al lago de fuego. Necesita ser “salvado” de tal destino. Recuerdo a un pastor amigo mío describiéndose a sí mismo cuando era un incrédulo. Dijo: “Estaba tan perdido como un cabrito”. Según la mayoría de los comentarios, el Señor se está refiriendo a que el “perdido” Zaqueo sea salvado del infierno.
Bob Wilkin ha escrito un gran libro titulado The Ten Most Misunderstood Words in the Bible [Las diez palabras más malinterpretadas de la Biblia]. Una de las palabras que trata es perdido. Señala que la palabra no es una descripción de los incrédulos, sino que se refiere a un hijo de Dios que no vive rectamente. Está perdido en el sentido de que no tiene comunión con el Señor. Está vagando en la oscuridad, pero todavía es salvo.
Ciertamente, esto encaja en el contexto de este pasaje. Zaqueo era un hombre involucrado en una ocupación siniestra. Como recaudador de impuestos, se había hecho fabulosamente rico aprovechándose de los demás. Como resultado, era probablemente el hombre más rico de Jericó, así como de los alrededores.
Después de creer en Jesús, podría haber seguido haciendo lo mismo. La salvación eterna es gratuita y no se puede perder. Zaqueo podría haberse quedado en su profesión, operar como lo había hecho en el pasado, y disfrutar de las riquezas así provistas. Pero después de pasar el día con el Señor en su casa y escuchar sus enseñanzas sobre la venida del reino de Dios, tomó una decisión importante y costosa. Dejó de hacer lo que había estado haciendo y prometió servir a los demás, mientras que antes solo se había servido a sí mismo.
Zaqueo se arrepintió de sus pecados. Se apartó de lo que había estado haciendo. Al hacerlo, se salvó de una vida de comportamiento destructivo. Se salvó de una vida que lo haría rico en este mundo, pero pobre en el mundo venidero. Fue salvado de caminar en la oscuridad para que pudiera experimentar las bendiciones de una vida que complaciera al Señor. Esta salvación le fue dada después de convertirse en creyente.
En otras palabras, si hubiera continuado en su antigua forma de vida, se hubiera perdido en todas estas cosas. Pero el Señor dice que Él vino a salvar a Sus hijos de tal destino. No tiene nada que ver con la salvación eterna, sino todo que ver con la vida justa del creyente después de recibir la vida eterna.
Lucas ya ha preparado al lector para esta interpretación de las palabras del Señor a Zaqueo. En el capítulo 15 encontramos otra de las famosas parábolas del Señor: la parábola de la oveja perdida. Habla de un hombre que tiene cien ovejas. Todas son ovejas y, por tanto, todas representan a los creyentes. Noventa y nueve de las ovejas permanecen con el pastor y experimentan las bendiciones de esa comunión. Una, sin embargo, se aleja y experimenta el peligro y la pérdida de esa comunión. Pero el pastor, que representa claramente a Cristo, va a buscar y salvar a esa oveja perdida.
El Señor no solo dio a Zaqueo la vida eterna, sino que pasó el día en su casa, porque no quería que se perdiera en la vida que llevaba. Él quería salvarlo de eso. Al ir a su casa y enseñarle, nuestro Rey estaba buscando y salvando a un hijo suyo que estaba perdido. Lo encontró.
Esa es la clase de Salvador que tenemos.
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Ken Yates (Maestría en Teología, Doctorado, Seminario Teológico de Dallas) es editor de Journal of the Grace Evangelical Society. Es orador internacional y de la costa este estadounidense de GES. Su libro más reciente es Hebrews: Partners With Christ [Hebreos: Copartícipes de Cristo].