Todos estamos familiarizados con el Padre Nuestro. Cuando estaba en el ejército se usaba mucho en los servicios de la capilla. Sin duda, una razón para ello era que algunos de los soldados y familiares venían de tradiciones más litúrgicas que personas como yo. Se sentían muy cómodos recitándolo.
Pero no importa cuáles sean nuestras circunstancias, creo que es evidente que existe el peligro de que, a causa de nuestra familiaridad con el Padre Nuestro, lo recitamos sin pensar realmente en el significado de las palabras.
Recientemente, he más atención a esta oración y a qué es exactamente lo que estamos orando. Hay un par de cosas que vale la pena mencionar.
En primer lugar, no es realmente el Padre Nuestro. Como muchos han señalado, es una oración que el Señor dijo que tenemos que orar. Dudo seriamente que Él quisiera decir que debemos simplemente repetir las palabras. Pero en esta oración se nos indica las cosas que tenemos que pedir.
Jesús acaba de explicar a los discípulos cómo NO deberían orar. No deberían orar para ser vistos por los hombres. No deberían orar simplemente haciendo las cosas por medio de la repetición de muchas palabras (Mateo 6:5-7). En cambio, como cristianos deberíamos orar con la actitud de que estamos hablando con nuestro Padre. Él quiere darnos lo que necesitamos (v 6:8). La oración comienza con el reconocimiento de que Dios es nuestro Padre (versículo 6:9). Como nuestro Padre en el cielo, Él es todopoderoso, y puede darnos lo que necesitamos.
¿Y qué es lo que necesitamos? En primer lugar, necesitamos una vida centrada en Él. Debemos desear que el nombre de Dios sea santo. Una forma de hacerlo es cuando nosotros, como sus hijos, vivimos vidas santas. Pero también hay otra forma. Se hará cuando el reino de Dios haya llegado (v 6:10). Deberíamos pedir que ese Reino venga. Ese día, el nombre de Dios será santo en todo el mundo. Su voluntad se hará en la tierra como en el cielo.
Es interesante que la oración termine “Porque tuyo es el Reino…” Ese es el enfoque de la oración. Este enfoque es que sus hijos anhelen la llegada del Reino de Dios, cuando la justicia habite en nuestro mundo.
La oración trata de cómo los creyentes deben vivir a la luz del Reino venidero. Es una vida de fe que se vive en dependencia de Dios, ya que dependemos de Él para satisfacer nuestras necesidades diarias, nuestro pan de cada día. Es una vida de amor y misericordia hacia los demás, perdonando a los que han pecado contra nosotros. Es una vida que aborrece el mal mientras pedimos a nuestro Padre que nos libere de las tentaciones que trae el maligno.
Y, al mirar un poco más de cerca, es una vida vivida con la seguridad de que como creyentes tenemos vida eterna. ¿Cómo podría alguien pedir que venga el Reino de Dios si no está seguro de que será parte de ese Reino?
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Ken Yates es pastor de la iglesia Little River Baptist [Iglesia Bautista Rio Pequeño] en Jenkinsville, Carolina del Sur. Él enseña con GES en los institutos bíblicos por todo el mundo.