En 1 Corintios 15:19, Pablo hace una afirmación que me confundió durante años. Tal vez siga confundido, pero creo que ahora sé lo que Pablo quiere decir. ¡Puedes ser el juez de eso!
Pablo afirma que, si Cristo no ha resucitado de entre los muertos, “somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres”. Algunas traducciones utilizan la palabra miserables. Durante años sostuve la opinión de que Pablo está diciendo que, si Cristo no resucitó de entre los muertos, entonces el cristianismo es una mentira. Si ese es el caso, entonces los cristianos son las personas más miserables de la tierra.
Siempre asumí que esto se debía a que los cristianos esperan vivir en un reino eterno. Pero si Cristo no resucitó de entre los muertos, entonces nuestra esperanza es en vano. Pensábamos que íbamos al Paraíso, pero esta vida es todo lo que hay. Somos personas dignas de lástima porque nos sentiremos decepcionados. Habría sido mejor conocer la verdad de que no hay nada después de la muerte. El no creyente está en mejor posición porque no espera nada después de la muerte, y eso es lo que ocurrirá.
Pero, ¿es eso cierto? Si no hay reino ni resurrección, ¿no son exactamente iguales el creyente y el no creyente después de la muerte? Ambos entran en un estado de no existencia. ¿Qué diferencia hay si el cristiano pensó que viviría para siempre? No sabrá que fue engañado. De hecho, se podría argumentar que incluso una fe cristiana que es falsa proporciona cierta alegría en esta vida, ya que el creyente espera ese día. La iglesia también podría proporcionar un sentido de comunidad, o un lugar para conocer nuevos amigos. Muchas, muchas, personas han conocido a sus cónyuges en la iglesia.
Incluso si todo es mentira, ¿podemos decir que somos más miserables que un no creyente? Tomemos, por ejemplo, un no creyente que dice que este mundo es todo lo que hay. Podría volverse adicto a las drogas o involucrarse en otras actividades dañinas y morir a una edad temprana. ¿Es el creyente que evita esas cosas y vive una vida larga y saludable más miserable que eso, incluso si no hay reino en el otro lado?
En un nivel aún más básico, sin embargo, pensé que, si no hay reino, entonces no importa lo que hagamos o no creamos. Todos estamos en el mismo barco. ¿Qué diferencia hay entre vivir cien años o veinte? Desde una perspectiva eterna, si no resucitamos, entonces la vida del no creyente y del creyente es menos que un nanosegundo.
Creo que la razón de mi problema con la declaración de Pablo fue que no comprendí que 1 Corintios 15 no es un capítulo que trata de cómo una persona “va al cielo”. Es un capítulo que trata de las recompensas en el reino venidero. Lo que Pablo está diciendo es que para las personas que, como él, viven para la aprobación del Señor en el Tribunal de Cristo, todo su trabajo es inútil si nuestros cuerpos no son resucitados. Había gente en Corinto que creía en un reino venidero, pero no en la resurrección (v. 12). Un creyente que hace sacrificios en esta vida porque cree que será recompensado por esos sacrificios ha sido engañado. Nuestras buenas obras, sufrimiento por el Señor, y sacrificios son inútiles si no hay resurrección. Solo si el cuerpo es resucitado puede un creyente recibir recompensas por las cosas hechas en ese cuerpo.
Es como dos personas que heredan 100,000 dólares. Uno dilapida el dinero rápidamente, gastándolo en cualquier placer que desee. La otra invierte el dinero para su vejez. Si el dinero invertido se pierde o es robado, la segunda persona habría estado mejor gastándolo cuando tuvo la oportunidad.
Muchos cristianos no creen en las recompensas. Si ese es el caso, el creyente obediente es un iluso. Debería limitarse a comer, beber y ser feliz. Invertir en un mundo en el que no habrá retorno de esa inversión sería insensato. Mira a un creyente que quiere agradar al Señor. Si no hay resurrección del cuerpo, él es alguien para ser ridiculizado. Podríamos decir que es alguien de quien compadecerse. Afortunadamente, ese no es el caso.
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Ken Yates (Maestría en Teología, Doctorado, Seminario Teológico de Dallas) es editor de Journal of the Grace Evangelical Society. Es orador internacional y de la costa este estadounidense de GES. Su libro más reciente es Hebrews: Partners With Christ [Hebreos: Copartícipes de Cristo].