Esto surgió en mi clase de escuela dominical el pasado Día del Señor. Sugerí que confesar nuestros pecados significa reconocer ante Dios que pecamos cuando somos conscientes de ello.
Pero, ¿necesitamos lamentarnos por nuestros pecados? Si es así, ¿Cuánto tenemos que lamentarnos? ¿Y cómo sabemos que nos lamentamos suficiente?
Hoy me percaté que nunca había estudiado la palabra traducida como confesar. Es la palabra griega homologeō.
Se utiliza veintiséis veces en el Nuevo Testamento. Las estudié todas en preparación para este blog.
Solo se refiere a pecados una vez, en 1 Juan 1:9.
En los pasajes bíblicos del ministerio de Juan el Bautista, un verbo relacionado, exhomologeō, se usa dos veces para referirse a confesar los pecados (Mateo 3:6; Marcos 1:5).
Homologeō se usará en el Juicio del Gran Trono Blanco cuando Jesús diga: “Yo les declararé…” (Mateo 7:23).
También se utiliza en Mateo 10:32 y Lucas 12:8 para reconocer, en contraposición a negar, a Jesús como el Cristo. Se usa con el mismo sentido en Juan 9:22; 12:42; 1 Juan 2:23; 4:2, 3, 15; 2 Juan 7; Apocalipsis 3:5; y posiblemente 1 Timoteo 6:12. (Otros usos en los que el sentido es reconocer incluyen Hechos 23:8; 24:14; Hebreos 11:13.)
En Mateo 14:7 se usa en referencia a Herodes haciendo una promesa.
En Juan 1:20 se refiere a Juan el Bautista declarando o testificando: “Yo no soy el Cristo”.
Se traduce había jurado (RVR1960) o asegurado (RVA-2015) en Hechos 7:17.
En Romanos 10:9-10, Hodges sugiere que homologeō tiene el sentido de invocar Su nombre (Romans, p. 299).
La mayoría de las traducciones lo traducen como profesar en Tito 1:16.
Incluso en Hebreos 13:15, en la gran mayoría de traducciones se escribe como alabanza. En la traducción TLA se escribe como dar gracias.
Así pues, ¿qué significa homologeō en 1 Juan 1:9? Estas palabras en español encajarían: reconocer, admitir o asegurar.
Cuando confesamos nuestros pecados, los estamos reconociendo. Lo contrario de confesar nuestros pecados sería negarlos (1 Juan 1:10).
Nos encontramos en un terreno pantanoso cuando sugerimos que la confesión implica sentir pena por nuestros pecados. En primer lugar, la palabra homologeō no tiene nada que ver con lamentarse. En segundo lugar, el hecho de lamentarse es una experiencia subjetiva que varía mucho. Podemos estar ligeramente apenados, moderadamente apenados o profundamente apenados. No es posible cuantificar nuestro pesar. En tercer lugar, Dios nos pide que reconozcamos nuestros pecados, no que nos sintamos mal.
Dicho esto, 1 Juan 1:9 no es una fórmula mágica. El reconocimiento de nuestros pecados solo es eficaz si caminamos en la luz (1 Juan 1:7). El creyente en comunión con Dios camina en la luz. Dicha persona necesita reconocer sus pecados conforme se da cuenta de ellos para permanecer en comunión con Dios. Pero el creyente que está fuera de comunión —el que está en la lejanía espiritual— debe arrepentirse de sus pecados (Lucas 15:11-32) para volver a la comunión.
En su comentario sobre 1-3 Juan, Hodges hace esta útil declaración:
Debe notarse que la palabra arrepentimiento no se usa aquí, ni en ninguna parte de la epístola. La razón es sencilla. En el uso de Juan, el arrepentimiento cristiano es apropiado cuando se persiste en un patrón de pecado y es necesario cambiarlo (véase Apocalipsis 2:5, 16, 21, 22; 3:3, 19). En nuestro texto, Juan está hablando de aquellos que descubren el pecado mientras están en comunión con Dios, no de aquellos que se han alejado de Él o han perdido algún logro espiritual previo. Ese es un tema aparte. El público de Primera de Juan es espiritualmente estable y no tiene nada de lo que arrepentirse (véase 2:12-14, 21). Su tarea es “permanecer” en Cristo y en Su verdad (véase 2:24, 28), no “volver” a Él (p. 63).
Si bien es cierto que al caminar en la luz sin duda existe cierto nivel de tristeza por nuestros pecados, es el caminar en la luz lo que produce la tristeza, no el acto de reconocer nuestros pecados.
Recuerdo a Zane Hodges diciendo que lo esencial de confesar nuestros pecados es ser honestos con Dios. Esta afirmación capta bien la idea.
Te insto a que te tomes el tiempo para estudiar los veintiséis usos del Nuevo Testamento de homologeō. Es un estudio interesante.
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Bob Wilkin es el Director Ejecutivo de Grace Evangelical Society (Sociedad Evangélica de la Gracia). Vive en Highland Village, TX, con su esposa de 43 años, Sharon. Su libro más reciente es Turn and Live: The Power of Repentance [Tornar y Vivir: El Poder del Arrepentimiento]