Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire (1 Corintios 9:26, énfasis añadido).
Pelea la buena batalla de la fe… (1 Timoteo 6:12, énfasis añadido).
He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está reservada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, el Juez justo, en aquel Día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida (2 Timoteo 4:7-8, énfasis añadido).
Desde el 776 a.C. hasta el 393 d.C., los antiguos Juegos Olímpicos se celebraron cada cuatro años en Olimpia, Grecia. Corinto tenía su propia competición atlética, llamada los Juegos Ístmicos, que se celebraban cada dos años en el Istmo de Corinto. Algunos de los deportes incluían carreras, lucha y boxeo. Pablo usó las ilustraciones de correr y luchar para llamar a sus lectores a perseverar en la fe para que Cristo los apruebe en el Tribunal de Cristo (1 Corintios 9:27; comparar con 2 Timoteo 4:7-8).
Pero, ¿por qué Pablo comparó la vida cristiana con una pelea? ¿No vive Cristo la vida cristiana por nosotros?
La enseñanza de la santificación tiene dos extremos. Uno es un enfoque pasivo: Deja ir y deja hacer a Dios. No intentes; confía. El otro es que todo depende de nosotros: Vivimos la vida cristiana a través de la dedicación, el compromiso y el trabajo duro. La verdad está en algún punto intermedio.
Se requiere esfuerzo. Pablo habló del trabajo “del labrador” como un modelo para la vida cristiana (2 Timoteo 2:6). Pero no todo depende de nosotros. Somos empoderados por el Espíritu Santo (Romanos 15:16; Gálatas 2:20; 2 Pedro 1:3). Separados de Cristo, no podemos hacer nada (Juan 15:5).
La transformación no viene a través de la dedicación, el compromiso y el trabajo duro. Viene a través de la renovación de nuestras mentes por medio de la Palabra de Dios (Romanos 12:2; 2 Corintios 3:18). Sin embargo, la Palabra de Dios no echa raíces en nosotros mágicamente. Debemos anhelarla (1 Pedro 2:2). Debemos asistir a la iglesia y estar atentos (Hebreos 10:23-25). Debemos someternos a las enseñanzas de Dios (1 Juan 1:9). Cuando venga la persecución, debemos perseverar y no retroceder (1 Corintios 15:58; Colosenses 1:21-23; 1 Pedro 5:9).
Luchamos contra el mundo, la carne y el diablo (Efesios 2:2-3). Dios está con nosotros. Él nos empodera. Pero no nos obliga a obedecer. Tenemos la libertad de tener éxito o de fracasar.
Encuentra el equilibrio. Lo harás si permaneces en Su Palabra (Juan 8:32; 1 Juan 2:24, 28; 3:6; 2 Juan 9).
Si seguimos el ejemplo de nuestro Señor Jesucristo (Hebreos 12:2) y del Apóstol Pablo (2 Timoteo 4:6-8), pelearemos la buena batalla hasta el Rapto o nuestra muerte. Y si lo hacemos, también recibiremos la corona de justicia en el Tribunal de Cristo.i
Mantén la gracia en el punto de mira.
i Todos los que creen en el Señor Jesús para vida eterna están eternamente seguros (Juan 3:16). Pero las recompensas eternas son un tema diferente. Las coronas, el gobierno y la alabanza y aprobación de Cristo están condicionados a nuestra perseverancia en la fe (2 Timoteo 2:12; Apocalipsis 2:26).
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Bob Wilkin es el Director Ejecutivo de Grace Evangelical Society (Sociedad Evangélica de la Gracia). Vive en Highland Village, TX, con su esposa de 43 años, Sharon. Su libro más reciente es Turn and Live: The Power of Repentance [Tornar y Vivir: El Poder del Arrepentimiento]