Doug nos envió este interesante comentario en el que esencialmente sugiere que Adán y Eva perdieron la vida eterna:
Adán y Eva no hicieron nada para obtener o merecer el estado bienaventurado y el paraíso en el que Dios los puso. Fue un regalo gratuito de la gracia de Dios. Pero eso no significa que no pudieran hacer nada para arruinarlo. Cuando un creyente deja de creer, se convierte en un no creyente.
Creo que hay mucha confusión en esta pregunta.
Las dos primeras frases son inequívocamente ciertas. Adán y Eva fueron bendecidos en el Jardín (en griego, paradeisos, paraíso) del Edén. Sin embargo, hicieron algo que dio como resultado su expulsión del Jardín. Por supuesto, con la expresión arruinarlo, Doug evidentemente no quiere decir que fueron expulsados del Jardín. Parece querer decir que dejaron de ser creyentes y perdieron la vida eterna.
Pero si un creyente deja de creer, no se convierte en un no creyente.
Doug no dice que piensa que Adán y Eva creyeron y luego dejaron de creer. Él parece pensar que ellos creyeron el mensaje de salvación antes de la caída y luego dejaron de creerlo. Pero no hay ninguna indicación en Génesis o en cualquier otra parte de la Biblia de que ellos creyeran el mensaje de salvación antes de caer o que dejaran de creerlo una vez que llegaron a creerlo.
Al igual que los ángeles, Adán y Eva fueron creados en un estado de inocencia. Tenían una relación con Dios que era potencialmente eterna. Sin embargo, como en el caso de los ángeles, era posible romper esa relación.
Antes de la caída, nuestros primeros padres no podían creer en el mensaje de salvación porque todavía no era vigente. La promesa de la vida eterna solo se produjo después de que surgiera la necesidad.
En el caso de los ángeles, una vez que cayeron, se acabó. No hay redención para los ángeles caídos. Cristo no murió por ellos.
En el caso de Adán y Eva, cuando cayeron, Dios hizo una provisión para ellos (Gen 3:15). Les prometió que por la fe en el Mesías venidero tendrían vida eterna y que estarían para siempre en Su reino (Gen 3:15; cf. Gen 15:6).
Lo más probable es que Adán y Eva creyeran en el Señor para la justificación/vida eterna en el momento en que oyeron la promesa de Gen 3:15.
Antes de caer, no necesitaban que el Señor Jesús muriera por ellos, y no necesitaban (ni tenían) la vida eterna. Después de que cayeron, necesitaron que Su muerte los hiciera salvables, y necesitaron creer en Él para ser salvos. Y creyeron en Él.
¿Dejaron alguna vez de creer en Él? No veo ninguna evidencia de ello en las Escrituras. Parece que no solo perseveraron en la fe, sino también en las buenas obras.
Pero consideremos la pregunta general de Doug: ¿Deja de ser creyente un creyente que deja de creer? La respuesta es no. Y la razón es sencilla. En la Biblia, un creyente es cualquiera que haya creído en Jesús para la vida eterna (Juan 3:16; 11:26). Una vez que una persona cree, está eternamente segura y está para siempre en la categoría de “creyente”.
Soy consciente de que para muchos no tiene sentido que una persona que deja de creer pueda seguir siendo llamada creyente. ¿No es eso contrario a la lógica?
No. En griego, un participio con el artículo definido funciona como un sustantivo. Así, las palabras ho pisteuōn, “el que cree”, equivalen “el creyente”. Jesús dijo que el creyente nunca perecerá y tiene la vida eterna (Juan 3:16). Eso es cierto en el momento en que uno cree. Uno no se convierte en creyente solo después de una vida de perseverar en la fe hasta la muerte. Si eso fuera cierto, entonces ningún ser humano vivo sería creyente. Todos esperaríamos ser creyentes si perseveráramos en la fe hasta la muerte.
Escuché una excelente ilustración de John Niemelä en nuestra conferencia de 2022. Dijo que en el antiguo testamento griego, la expresión el homicida, ho phoneuōn en griego (Num 35:12, 21 en los LXX), es un participio articular presente, al igual que el creyente (ho pisteuōn). El homicida era una persona que había matado accidentalmente a alguien. No tenía que matar a más de una persona para ser un homicida. De hecho, casi siempre el homicida era alguien que mataba accidentalmente a una persona y luego tenía que huir a una ciudad de refugio para evitar ser condenado a muerte.
Digamos que alguien mató accidentalmente a alguien ayer. ¿Seguiría siendo un homicida hoy? Por supuesto. ¿Dentro de un mes? Sí. ¿Dentro de un año? Sí. ¿Una década? Sí. No es necesario seguir matando gente para seguir siendo un homicida.
Lo mismo ocurre en el NT con respecto a Juan el Bautista (ho baptizōn, Marcos 6:14). Se le seguía llamando el Bautista mucho después de haber muerto y haber dejado de bautizar. Algunos podrían decir que ese título ya no se le aplicaba. Pero la Escritura dice que sigue siendo Juan el Bautista, Juan el que bautiza.
Espero ver a Adán y Eva, nuestros primeros padres, en el Milenio. Y espero ver a todos los que, como ellos, han creído en Él para la vida eterna, hayan perseverado o no en esa fe. Una vez que una persona es salva, siempre es salva.
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Bob Wilkin es el Director Ejecutivo de Grace Evangelical Society (Sociedad Evangélica de la Gracia). Vive en Highland Village, TX, con su esposa de 43 años, Sharon. Su libro más reciente es Turn and Live: The Power of Repentance [Tornar y Vivir: El Poder del Arrepentimiento]