En Apocalipsis 2:17, Jesús promete dar a los creyentes vencedores en Pérgamo una piedrecita blanca. Claramente, esta es una recompensa por la fidelidad. Es la recompensa que se dará en el Tribunal de Cristo cuando el Señor recompensará a los creyentes fieles por su obediencia.
Me he preguntado frecuentemente qué significado tendrá esta recompensa particular para el creyente. Y he escuchado varias sugerencias. ¿Significa que el creyente fiel tendrá un boleto especial para asistir a ciertos eventos exclusivos? ¿O que tendrá un asiento de honor en ciertos lugares? ¿Será como una medalla otorgada a un héroe en el campo de batalla para que otros la vean y para que le distinga como un discípulo fiel?
Mientras estaba pensando en esta piedrecita blanca, siempre la he visto como algo que dará privilegios especiales a la persona que la poseerá. Supongo que es correcto verlo así.
No obstante, justamente esta semana, un amigo mío me causó a verlo de una manera diferente. Durante sus años de trabajo, mi amigo fue un gemólogo. Era dueño de una joyería. Me dijo que cuando ve las palabras “piedrecita blanca,” piensa en un diamante puro. Un diamante tiene una valoración numérica de 0 a 10. Cuanto menos color tenga, más cerca estará a la valoración “cero”. Un cero es un diamante perfecto sin color. Es un diamante blanco. Como lo entiendo, un cero perfecto no existe.
Hace unos años, mi amigo quiso darle a su esposa un regalo especial. Quería encontrar un diamante lo más cerca a cero posible. Logró encontrar uno con una clasificación de .3. Fue una joya especial, y muy cara también.
Se la dio a su esposa en una ocasión especial. Casada con mi amigo durante muchos años, ella reconoció el valor especial de esa joya. Entendió que su esposo había hecho todo lo posible para darle esa piedrecita. Supo que él había querido darle algo muy especial.
No creo que sea necesario informarle a ningún lector de esta revista que esto fue una joya atesorada para esta mujer. Claro, era linda. Sin duda, no era nada como las otras joyas que tenía. Seguro, era cara.
Pero había algo más en esa joya. Ella sabía que su esposo gozaba mucho en dársela. Cada vez que la ponía, recordaba cómo su esposo la amaba. Sabía que la joya había provenido de su esposo cuyo deseo fue honrarla.
Dicho de otra manera, ella valoraba esta joya por la persona que se la dio. Le importaba mucho porque demostraba lo que su esposo pensaba de ella. Él la había considerado digna de esa joya.
¿No cree que será así para los que reciben la piedrecita blanca en el Tribunal de Cristo? Juan nos dice que la piedrecita tendrá un nombre nuevo escrito sobre ella. Los creyentes que la recibirán sabrán que el Señor los considera dignos de ella. Sabrán que goza mucho en dársela a ellos. El hecho que provino de Él le dará un valor infinito.
Normalmente no veo las recompensas de esa perspectiva. ¡La piedrecita blanca vendrá de Él! No sé para qué le servirá al creyente en el reino. Pero estoy seguro que para los que la poseerán, el mero hecho que el Rey se la habrá dado la convertirá en el accesorio más valioso de sus guardarropas.
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Ken Yates es el pastor de la iglesia Little River Baptist [Iglesia Bautista Rio Pequeño] en Jenkinsville, Carolina del Sur. Enseña con GES en los institutos bíblicos por todo el mundo.