De vez en cuando me encuentro con un escritor dispensacionalista o de la Gracia Gratuita que sostiene que las recompensas que los creyentes recibirán en el Tribunal de Cristo no serán para toda la eternidad. En cambio, sólo serán para el reino milenario. Como resultado, las recompensas dadas por el Señor sólo durarán 1000 años. Después del reino milenario, en el estado eterno (el cielo nuevo y la tierra nueva), todos los creyentes serán iguales.
Si bien hay diferencias de opinión entre tales escritores, creo que una perspectiva muy común entre ellos es que el reino milenario debe ser visto como completamente separado del estado eterno. Los primeros 1000 años se ven como el reino del Señor. Es el periodo cuando Cristo cumplirá las profecías del Antiguo Testamento a la nación de Israel.
Hay que decir que las recompensas que se pueden disfrutar durante 1000 años ciertamente serían recompensas maravillosas y algo que desear. No obstante, me parece que la evidencia sugiere que estas recompensas serán para toda la eternidad.
Por ejemplo, en 2 Pedro 1:10-11, parte de la discusión trata de las recompensas. Aquellos que son recompensados experimentarán una amplia y generosa entrada en el reino. Aquí la palabra reino aparece y ciertamente se refiere al reino milenario. Pero Pedro llama este reino “eterno”. El sentido más natural de estos versículos es que el reino milenario forma parte del reino eterno. Podríamos decir que el reino milenario forma los primeros 1000 años del reino eterno de Cristo.
En 1 Cor 9:25, Pablo dice que la corona recibida por los vencedores es incorruptible. En Mateo 6:20, Jesús afirma que nuestro tesoro en el cielo no se puede corromper. A mí me parece que si las recompensas terminan después de 1000 años, eso no sería el caso. Es decir, las coronas serían corruptibles, y perderíamos los tesoros que hemos acumulado en el cielo.
En Apocalipsis 21:1, Juan comienza a describir el estado eterno. Algunas cosas se destacan. Nos dice que habrá reyes en las naciones (21:24). El mismo título de “reyes” señala que algunos tendrán autoridad en la tierra nueva. Con respecto a la tierra nueva, Jesús se refiere a aquellos que han lavado sus ropas y tienen derecho al árbol de la vida. Se dice que este último es una recompensa (Ap 2:7). Lo primero también puede verse como una recompensa cuando lo comparamos con Ap 3:4-5, 18.
El Texto Mayoritario de Ap 22:14 es aún más claro en que se habla de las recompensas en el estado eterno. En lugar de hablar sobre los que han “lavado sus ropas,” se refiere a los que “guardan mis mandamientos.” Este es ciertamente un lenguaje de recompensas. Los que guardan los mandamientos serán recompensados. El versículo también dice que aquellos que lo hagan podrán entrar en la ciudad por las puertas. Esto probablemente se entiende mejor como un honor dado a unos pocos privilegiados.
En 2 Pe 3:10-13, Pedro discute el período de la Tribulación que llegará como un ladrón en la noche. Luego pasa directamente de eso al cielo nuevo y la tierra nueva. No menciona el reino milenario. En otras palabras, va directamente de la Tribulación al estado eterno. Esto al menos sugiere que el reino milenario (que viene entre esas dos cosas) no debe verse como algo totalmente separado. En cambio, parece que Pedro incluye el reino milenario como parte del reino eterno de Cristo.
Por último, creo que podría ser útil hablar de estas cosas en términos generales haciendo algunas preguntas. Si estamos de acuerdo de que la Biblia habla de las recompensas durante los primeros 1000 años del reino de Cristo, ¿por qué deberíamos concluir que deben quitarse al final de esos 1000 años? Mientras que Cristo ciertamente podría hacerlo, parece extraño que otorgara coronas incorruptibles por la fidelidad y luego las recogiera 1000 años después. Nada habrá cambiado en aquellos que han recibido estas coronas. Todavía tendrán cuerpos glorificados. Todavía estarán en el reino de Dios. Una de las recompensas consiste en recibir un nombre nuevo dado a aquellos que son fieles (Ap 2:17). Debemos suponer que después de 1000 años, ese nuevo nombre se quitará y el Señor ya no llamará al creyente fiel por ese nombre?
El Nuevo Testamento enseña que las recompensas que recibirán los creyentes fieles serán mayores de cualquier cosa que han renunciado para obtenerlas. Estas recompensas demuestran la generosidad del Señor. La corona de mártir se le dará al que entregue su vida terrenal por el Señor. Lógicamente hablando, ¿cuál de las dos magnifica más la gracia del Señor, una corona que alguien recibe por 1000 años o una llevada por toda la eternidad?
También podemos hablar en términos de la analogía. Los ángeles tienen diferencias entre ellos, diferencias de estatus y autoridad. Estas diferencias han existido desde antes de la creación del mundo. ¿Dejarán de existir tales distinciones en el estado eterno? ¿Miguel dejará de ser un arcángel? Aunque es posible que ese sea el caso, no hay nada en las Escrituras que nos lo diga. Si habrán diferencias entre los ángeles en el estado eterno, ¿por qué no creemos que habrá diferencias entre los creyentes también?
La Biblia no dice que nuestras recompensas incorruptibles se quitarán en el estado eterno. Uno puede interpretar que la palabra “incorruptible” simplemente significa mucho tiempo, como 1000 años. Sin embargo, a mí me parece que el Nuevo Testamento apoya la idea de que esas recompensas son realmente eternas.
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Ken Yates (Maestría en Teología, Doctorado, Seminario Teológico de Dallas) es editor de Journal of the Grace Evangelical Society. Es orador internacional y de la costa este estadounidense de GES. Su libro más reciente es Hebrews: Partners With Christ [Hebreos: Copartícipes de Cristo].