En Apocalipsis 21:9-21, Juan describe la Nueva Jerusalén. Será la morada de los creyentes en el reino eterno. Jesús se refiere a ella cuando dice a los discípulos que Él irá a prepararles un lugar (Juan 14:3). Será una ciudad enorme, y Juan nos dice que habrá doce puertas en sus muros. Las puertas serán grandes perlas. Este es el origen de la expresión “pearly gates [puertas de perlas]” que la gente utiliza a veces para referirse a la eternidad.
Esta visión de la Nueva Jerusalén tuvo un inmenso impacto en Juan. Dice que personas de todo el reino vendrán a la ciudad, trayendo a ella “la gloria y la honra” de las naciones (v 26).
La imagen, por tanto, es que todos los habitantes del reino del Señor entrarán en la Nueva Jerusalén. Podríamos llamarla la capital del reino del Señor. Será un lugar de sobrecogedora belleza y abundante actividad.
Sin embargo, al concluir el libro del Apocalipsis, Juan añade un nuevo detalle en relación con las puertas de esta ciudad. Dice que los que podrán entrar por esas puertas serán los que obedezcan los mandamientos del Señor. El privilegio de usarlas depende de la obediencia. Será una recompensa.
Parece haber una contradicción. Juan dice que todas las naciones entrarán en la ciudad, pero luego dice que solo los que obedezcan al Señor lo harán por las puertas. Algunos dirán que todos los creyentes obedecen al Señor y por lo tanto todos los creyentes entraran a la ciudad por las puertas. Este punto de vista niega que habrá recompensas en el reino venidero porque considera que todos los creyentes son fieles.
El Nuevo Testamento, sin embargo, es claro en que no todos los creyentes son obedientes. No todos los creyentes serán recompensados por igual. Es mejor ver Apocalipsis 22:14 como la descripción de una recompensa dada a algunos creyentes.
Pero, ¿qué significa esto? Parece que esta increíble ciudad tendrá numerosas formas de entrar en ella. Sin embargo, habrá doce puertas que estarán reservadas para los creyentes fieles. Será un honor usarlas.
Cuando estuve en el ejército, ciertos edificios tenían puertas especialmente designadas. A menudo tenían las palabras “Entrada del Comandante” sobre ellas. Esto significaba que solo el jefe y ciertos miembros del personal podían usar esa puerta. Estas puertas permitían a la persona que las utilizaba evitar las áreas de mucho tráfico y llegar a su despacho mucho más rápidamente. Los demás tendrían que rodear el edificio para entrar en él. Utilizar esa puerta era un privilegio concedido a aquellos que tenían autoridad. A veces, estas puertas conducían a una sala de conferencias. En esta sala, el comandante y el personal se reunirían periódicamente para planificar lo que la unidad iba a hacer.
En el Antiguo Testamento, los negocios se llevaban a cabo en las puertas de la ciudad. Los ancianos se reunían allí para tomar decisiones importantes. Las puertas eran lugares de autoridad.
Juan está describiendo ese tipo de situación. Estas puertas perladas serán la forma en que los creyentes recompensados de toda la eternidad entrarán en esta maravillosa ciudad. Será una de las muchas formas en que el Señor confesará la fidelidad de tales creyentes.
Mi suposición es que estas puertas también serán lugares donde aquellos que gobernarán con Cristo discutirán y planificarán cosas que el Señor quiere que hagan. Su reino siempre se estará expandiendo. Habrá muchas cosas que hacer y decisiones que tomar. El Rey dará autoridad para tomar esas decisiones. A menudo, estas decisiones implicarán discusiones que tendrán lugar en las puertas perladas de la Nueva Jerusalén.
¿Cómo será eso? Hay muchas preguntas. La descripción que hace Juan de la ciudad y sus puertas nos da solo una idea de cómo será. Sabemos, sin embargo, que será un tremendo privilegio para aquellos considerados dignos.
___
Ken Yates (Maestría en Teología, Doctorado, Seminario Teológico de Dallas) es editor de Journal of the Grace Evangelical Society. Es orador internacional y de la costa este estadounidense de GES. Su libro más reciente es Hebrews: Partners With Christ [Hebreos: Copartícipes de Cristo].