Un dicho común en los círculos cristianos de hoy es que los cristianos solo deben amarse unos a otros. Deben dejar de lado las diferencias. Se nos dice que debemos amar a todo el mundo. Si es así, debemos amar especialmente a los creyentes. Se ve como una desgracia que existan diferencias entre los cristianos que les impidan amarse unos a otros como deberían. La mayoría de las veces, esta visión incluye la afirmación de que la doctrina puede interponerse en el camino del amor si se lo permitimos.
Este punto de vista afirma que la verdad debe quedar relegada a un segundo plano frente a la llamada al amor. Podemos discrepar sobre lo que es verdad mientras nos amemos los unos a los otros.
La Segunda epístola de Juan es un libro pequeño, pero su comienzo es especialmente relevante para esta discusión. En los primeros cuatro versículos, Juan menciona la verdad cinco veces. Dos de las cinco veces, Juan combina la verdad con el amor. Escribe a una iglesia y a sus miembros (“a la señora elegida y a sus hijos”). Dice que los ama en la verdad (v. 1). Comenta que no es el único que siente eso por ellos. Los que han conocido la verdad también lo hacen (v. 1). Juan menciona que la verdad permanece en nosotros (v. 2). La gracia, la misericordia y la paz proceden tanto del Padre como de Cristo, “en verdad y en amor” (v. 3). Por último, dice que los miembros de esa iglesia caminan en la verdad (v. 4).
La “verdad” aquí es claramente la doctrina tratada en Primera epístola Juan. Esto incluiría las verdades de que Jesús es el Cristo y que en Él tenemos vida eterna. Estas eran algunas de las verdades negadas por los falsos maestros que amenazaban a los lectores de Juan.
Digamos lo que digamos de esta verdad, es evidente que era importante para Juan. Él ama a esta iglesia, pero los ama en esta verdad. Lo que creen y cómo responden a esa creencia es fundamental. Cuando dice que los que “han conocido la verdad” comparten sus puntos de vista sobre esta iglesia, se refiere a creyentes maduros que han llegado a obedecer lo que Dios ha revelado (1 Juan 2:3-4, 13s). El amor a otros creyentes surge de tal conocimiento (1 Juan 4:7-8).
Los cristianos experimentan la gracia, la misericordia y la paz de Dios y de Cristo “en verdad y en amor.” ¿Ves cómo Juan pone la verdad en primer lugar? No solo dice que la verdad y el amor van juntos; dice además que no podemos mostrar un amor cristiano maduro sin la verdad. No es de extrañar que Juan concluya su introducción comentando que le emociona saber que andan (viven) en la verdad.
¿Qué podemos decir sobre estas cosas? Sin duda, la doctrina es importante. Sí, debemos amar a todos. Eso significa que debemos querer lo mejor para ellos. Pero, ¿qué es lo mejor para los que niegan la doctrina fundamental? ¿Qué sucede con los que niegan la seguridad eterna del creyente? De la misma manera, ¿qué pasa con los que predican un evangelio de obras? Tales mensajes niegan la verdad de la que habla Juan. Para aquellos que nunca han entendido estos conceptos, ¿los estamos amando si no señalamos su error? En algunos casos, estas personas antes creían en el mensaje de la gracia. ¿Les estamos amando si no señalamos su alejamiento de la verdad?
Hay otro elemento del amor y la verdad aquí que a menudo no se habla. Aunque los cristianos están llamados a amar a los demás, ¿no es obvio que hay diferentes niveles de amor? Dios ama al mundo (Juan 3:16), y por supuesto a los creyentes, que son Sus hijos. Pero es acertado decir que Dios ama a algunos de una manera más profunda o especial que a otros. En Juan 14:23, Jesús se dirige a los discípulos unas horas antes de ser arrestado. Les dice que, si lo aman, guardarán su palabra (¡la sana doctrina!). Si lo hacen, Dios los amará, y Él hará Su morada con ellos. Es obvio que Dios ya los amaba. Jesús está diciendo que, si ellos lo aman y guardan Su palabra, Dios los amará a un mayor nivel.
Seguramente eso es lo que Juan está diciendo. El ama a todos los creyentes. Pero esta iglesia es una iglesia obediente. Sus creyentes se aferran a la verdad de la Palabra de Dios. Se atienen a la sana doctrina. Por eso Juan siente un amor especial por ellos.
Muchos han expresado sentimientos similares a los de Juan. Cuando las personas de la Gracia Gratuita se reúnen, es común escucharlos decir algo como: “Tengo una conexión especial con ellos”. Cuando la gente camina en la verdad de la sana doctrina —en la gracia de la que habla Juan en su Primera epístola— hay un gozo y una experiencia del amor de Dios que no existe cuando se está cerca de aquellos que no caminan en esa verdad.
Amar a los demás es un objetivo noble. Pero la verdad —la sana doctrina— es parte de la ecuación. No es amor el permitir que la gente, incluyendo los cristianos, crean en falsas doctrinas. Cuando los creyentes que creen y caminan en la sana doctrina se reúnen, hay una mayor experiencia del amor que Dios quiere que exista entre sus hijos.
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Ken Yates (Maestría en Teología, Doctorado, Seminario Teológico de Dallas) es editor de Journal of the Grace Evangelical Society. Es orador internacional y de la costa este estadounidense de GES. Su libro más reciente es Hebrews: Partners With Christ [Hebreos: Copartícipes de Cristo].