En ese momento Jesús declaró: “te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños.” (Mateo 11:25)
La complejidad de los fariseos
En el evangelio de Mateo, el capítulo 11 es un momento triste. Juan el Bautista ha sido arrestado. La nación, en su conjunto, ha rechazado su ministerio y está en el proceso de hacer lo mismo con Aquel de quien Juan fue el precursor. En este capítulo Jesús reprende a los judíos incrédulos por su incredulidad. No estaban dispuestos a ver la verdad sobre quién era Él. Esta verdad era evidente ante sus ojos. En el próximo capítulo, los líderes religiosos harán lo mismo y afirmarán que Jesús solo podía hacer los milagros que hizo porque estaba facultado por Satanás.
Los líderes religiosos, por supuesto, eran los excelentes ejemplos de los “sabios y prudentes” de la época. Eran muy instruidos. Eran expertos en lo que los expertos del pasado habían dicho sobre Dios. Conocían las enseñanzas de los rabinos prominentes y cómo, según estos hombres, decían que debían aplicar la Ley del Antiguo Testamento a su situación bajo el dominio romano. Estas enseñanzas eran amplias y complejas. La mayoría de la gente no conocía todas las complejidades de tales enseñanzas, ni tenían tiempo para aprenderlas, aunque lo desearan.
Y, como vemos en el Nuevo Testamento, aquellos que tenían este conocimiento y educación, tenían una especie de cierto desprecio por aquellos que no lo tenían. Cuánto debieron de haber despreciado los milagros y las enseñanzas de Jesús. Cuánto debieron de haber ridiculizado a los simples seguidores de Jesús, y cómo esa gente se aferraba a las palabras que Jesús les decía.
Jesús, en el capítulo 11 de Mateo, hace referencia a estas personas sencillas. No eran “sabios y prudentes” a los ojos del mundo. En cambio, eran como “niños”. Pero, Dios se había revelado a ellos a través del ministerio de Cristo. Sabían que Cristo era el Mesías. Sabían que la vida eterna se encontraba en Él, y no a través del complicado sistema de leyes y rituales que los líderes instruidos de la época enseñaban.
La simplicidad del Evangelio Bíblico
No puedo evitar ver un paralelo hoy, especialmente en el área del Evangelio.
La simplicidad bíblica del evangelio consiste en el hecho que una persona recibe la vida eterna como un regalo gratuito al creer en Jesucristo para ella. La belleza de esa oferta es que las personas simples, incluso los “niños pequeños”, pueden entenderla y creerla. Una persona no tiene que tener educación superior para entenderlo. De hecho, muchos niños han hecho precisamente eso.
La complejidad frecuentemente farisaica del Evangelio en la Cristiandad
A lo largo de los años he escuchado otros argumentos, a menudo bastante sofisticados y académicos. Estos argumentos tratan de cosas como: la palabra “fe” implica tres aspectos e incluso hay palabras en latín que describen con precisión estos aspectos; la obra propiciatoria de Jesús en la cruz solo se aplica a los predestinados por Dios; la doctrina de la perseverancia de los santos nos dice que uno no puede saber si tiene vida eterna o no; y uno debe conocer muchas cuestiones doctrinales antes de poder creer en la oferta de la vida eterna. Se podrían añadir a la lista otros puntos teológicos.
Lo que he experimentado en esta área es que mucha gente oye estas cosas y dice, “¿Qué?” Igual que los “niños pequeños” en los días de Cristo, no entienden las complejidades de estos argumentos teológicos. Leen los relatos de la vida de Cristo. Escuchan un versículo como Juan 3:16, y simplemente creen que Jesús hará lo que promete. Él promete que cualquiera que crea en Él vivirá para siempre con Él.
La simplicidad es a veces mejor
Sin duda, las enseñanzas de Cristo son tan profundas que nadie podría esperar llegar al fondo de estas, aunque las estudiara toda su vida. Hay un lugar para este tipo de educación y un lugar para la búsqueda de este tipo de sabiduría. Sin embargo, también hay un lugar para lo que es simple. Existe el lugar de la simple fe infantil en lo que dice Jesús. Es una pena que muchos requieran un entendimiento casi farisaico de ciertas teologías para poder nacer de nuevo. Afortunadamente, hay gente “simple” hoy en día como lo había en los días de Jesús también. A veces, la simplicidad es mejor.
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Ken Yates es pastor de la iglesia Little River Baptist [Iglesia Bautista Rio Pequeño] en Jenkinsville, Carolina del Sur. Él enseña con GES en los institutos bíblicos por todo el mundo.