En las partes 1 y 2, vimos que la salvación por obras no resultará en la regeneración de nadie que crea ese mensaje. Para nacer de nuevo, uno debe creer en el Señor Jesucristo y solo en Él para el regalo gratuito de la vida eterna. Añadir obras a la fe es como añadir estricnina al agua.
En esta tercera entrada de nuestra serie, exploraré uno de los famosos pasajes del Apóstol Pablo, Romanos 4:4-5. Esos dos versículos muestran claramente que la justificación por obras, como la salvación por obras, no funciona.
Después de discutir la justificación de Abraham solo por la fe, Pablo escribió, “Pero al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda; mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia” (Ro 4:4-5).
Los salarios se pagan por el trabajo realizado. La palabra usada para salario es el término del Nuevo Testamento para recompensas.
Los creyentes recibirán salarios o recompensas en el Tribunal de Cristo, por el trabajo hecho durante esta vida (2 Cor 9:5-10). Pero la justificación y la regeneración no se logran trabajando.
Los regalos gratuitos se dan por la gracia y la bondad del dador.
En el caso de la justificación ante Dios, son los “impios” no los “piadosos” a quienes Él justifica. Eso no quiere decir que la persona justificada es una pecadora notoria. En cambio, significa que ninguno de nosotros es perfecto, y no podemos estar justificados sobre la base de nuestras obras (Ro 3:23). Dios justifica a las personas sobre la base de “cree[r] en él [Romans 4:5, NVI],” no de trabajar.
La persona que cree que la justificación de Dios es por fe y obras trata de convertir a Dios en nuestro Deudor. Es un error pensar que Él debe justificarnos y darnos la salvación si perseveramos en una vida de fe y buenas obras.
Moo comenta, “Es la persona que cree en este Dios, y que por esta creencia renuncia a cualquier derecho sobre Dios que sus buenas obras puedan ejercer., cuya “fe le es contada por justicia” (Douglas J. Moo, Romans [Romanos], p. 264). Nota las palabras, renuncia a cualquier derecho sobre Dios que sus buenas obras puedan ejercer. La persona que cree que la fe y las obras son necesarias para tener la vida eterna cree claramente que sus buenas obras le otorgan un derecho sobre Dios. Compara Romanos 4:4-5 con Mateo 7:21-23. La persona que excluida del reino es la que cree que sus obras le dan derecho a esa entrada.
Morris está de acuerdo, “la fe del creyente se le acredita como justicia. No se trata de considerarla una obra meritoria. Es la misma ausencia de todo trabajo, de todo reclamo sobre Dios. Mientras que los sistemas de justificación por obras dependen del adorador para producir la justicia deseada, Pablo está hablando de un sistema que no requiere que él produzca nada. Lo único que él hace es busca con fe el buen regalo de Dios” (Leon Morris, Romanos [Romanos], p. 199). Es la misma ausencia de todo trabajo. La justificación solo por la fe es antitética a la “justificación por obras” que requiere “que el adorador produzca la justicia deseada.”
Mounds se une al coro: “Son aceptados por Dios como justos debido a su fe. Dios no está obligado a declarar justos a aquellos que tratarían de ganar Su favor trabajando. La justicia es un regalo. Dios se lo da gratuitamente a los que creen.
La disparidad entre el legalismo y la gracia se ve de una manera más clara en la forma en que Dios otorga la posición justa a las personas de fe” (Robert H. Mounce, Romans (Romanos), p. 123).
La justificación, tanto como la regeneración, es solo por la fe, sin obras.
La salvación por obras, no importa cuan bien intencionada que sea, es un rechazo del regalo gratuito. La única manera de recibir el regalo es creer en el Señor Jesús para ello.
______________________
Bob Wilkin es el Director Ejecutivo de Grace Evangelical Society (Sociedad Evangélica de la Gracia). Vive en Highland Village, TX, con su esposa de 43 años, Sharon. Su libro más reciente es Turn and Live: The Power of Repentance [Tornar y Vivir: El Poder del Arrepentimiento].