En mi último artículo, hablé sobre el hecho de que la palabra “salvación” en Romanos no significa salvación del infierno, sino salvación de las consecuencias negativas de nuestros pecados aquí y ahora. Una situación similar se produce con la palabra “ira” y en este artículo, me gustaría examinarla.
A menudo, al oír la expresión “la ira de Dios,” se piensa inmediatamente en el infierno. En el lago de fuego, la gente experimentará eternamente la ira de Dios. No obstante, en la carta a los Romanos, esa palabra nunca significa eso. Al igual que la palabra “salvación,” la palabra “ira” en Romanos es algo que se puede experimentar aquí y ahora.
Aparece doce veces (1:18; 2:5 [2x], 8; 3:5; 4:15; 5:9; 9:22 [2x]; 12:19; 13:4, 5). Si examinamos algunos de estos ejemplos, podemos ver claramente que la ira de Dios se refiere a lo que podemos experimentar en nuestras vidas como resultado de pecado.
La primera aparición de la palabra es clave para nuestro entendimiento. En Romanos 1:18, Pablo dice que la ira de Dios se revela desde los cielos. ¿Has notado que el verbo está en tiempo presente? Así que Pablo no está hablando de algo que se revelará en el futuro, cuando las personas serán enviadas al infierno. En el resto del capítulo 1, Pablo habla del pecado de los hombres y las mujeres que suprimen la verdad acerca de Dios.
¿Cómo se revela la ira de Dios? La ira de Dios hacía el pecado se manifiesta en el hecho de que Dios les entrega a su propia impureza sexual, sus pasiones, y sus mentes reprobadas (vv 24, 26, 28). Los hombres optan por las tinieblas, y como consecuencia, la ira de Dios se revela desde los cielos al entregarlos a las tinieblas que ellos mismos han escogido. Luego, en el resto del capítulo 1, Pablo describe las acciones que naturalmente provienen de esa mentalidad, y la destrucción que traen.
En Rom 4:15, Pablo muestra de nuevo que la ira de Dios es algo que se experimenta en esta vida. Al violar la ley de Dios, se experimenta la ira de Dios. Esto refuerza lo que Pablo dice en el capítulo 1.
En Romanos 12:19, vemos de nuevo cómo la ira de Dios es algo para el día de hoy. Pablo nos explica que cuando alguien nos hace daño, no debemos intentar vengarnos. Al contrario, debemos esperar a que Dios se ocupe de la situación. Ya que la ira de Dios se dirige al pecado del hombre, cuando los hombres pecan contra nosotros, deberíamos dejar que la ira de Dios aborde la situación.
En los vv. de Romanos 13:4,5 es donde la palabra “ira” aparece las dos últimas veces. Como en las otras ocasiones, estos dos versículos muestran que la ira de Dios es una experiencia en el presente. Sin embargo, aquí se nos dice que el gobierno es un instrumento a través del cual Dios revela su ira. Cuando las autoridades gubernamentales castigan a los infractores de la ley, están actuando bajo la autoridad de Dios. Dios castiga el pecado, y a veces usa el gobierno para llevar a cabo ese castigo. ¡Ciertamente el gobierno no envía a las personas al lago de fuego!
El resultado final de todo esto es simple: Las acciones y actitudes pecaminosas traen la ira de Dios a nuestras vidas. Aún cuando las personas reconocen que la ira de Dios en Romanos no se refiere al infierno, a menudo cometen otro error. Concluyen que un cristiano nunca puede experimentar la ira de Dios ya que es Su niño. Pero no es así. Si los creyentes suprimen la verdad y viven vidas inmorales, ellos también experimentarán la ira de Dios. Como cristianos, no somos inmunes a las consecuencias de nuestras acciones. Por ejemplo, si somos infractores de la ley, es posible que Dios utilice el poder del gobierno para disciplinarnos.
Si deseamos evitar la ira de Dios en nuestras vidas, Pablo nos proporciona la respuesta. Si caminamos según el poder del Espíritu (Ro 5-8), experimentaremos vida y bendición. Experimentaremos lo que significa vivir por el poder del Señor resucitado. Y si hacemos eso, Él nos “salvará” de la “ira” que el pecado trae. Así que en la carta a los Romanos el uso de la palabra “ira” no se refiere al infierno.
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Ken Yates es el pastor de la iglesia Little River Baptist [Iglesia Bautista Rio Pequeño] en Jenkinsville, Carolina del Sur. Él enseña con GES en institutos bíblicos por todo el mundo.