Después de que los setenta salieran a predicar las buenas nuevas del reino, sanando a los enfermos y expulsando a los demonios, se alegraron de que incluso los demonios se les sometieran en nombre de Jesús (Lucas 10:17). El Señor Jesús les mostró entonces lo que era mucho más importante: “Pero no os regocijéis de que los espíritus se os sujetan, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos.” (Lucas 10:20).
El Señor se refería al libro de la vida. Sus nombres estaban escritos en el libro que garantiza que no serían condenados eternamente (compárese con Apocalipsis 20:15).
Esa es la seguridad bíblica. Es la certeza de que tienes vida eterna y de que nunca puedes perder (compárese con Juan 3:16; 5:24; 6:35; 11:26).
Una vez que los Apóstoles abandonaron la escena, dominaron las falsas enseñanzas. Thomas F. Torrance muestra que los sucesores de los Apóstoles perdieron el concepto de la gracia (obra The Doctrine of Grace in the Apostolic Fathers [N.T. La doctrina de la gracia en las obras de los padres apostólicos]). Por supuesto, siempre ha habido un remanente que cree y proclama el verdadero mensaje de vida. Pero incluso si lo escribieron, sus escritos no se conservaron.
Hasta la Reforma, la comprensión tradicional de la seguridad era que uno podía estar seguro de que estaba salvado en el momento, pero siempre sabría que podría perder su salvación en el futuro.
Evidentemente, al principio Calvino creía en la seguridad de la salvación aparte de las obras. Después de ser atacado durante años, comenzó a errar en ese punto. Creo que al final de su vida seguía teniendo la seguridad de su salvación. Es una cuestión discutible. Sin embargo, lo que no es discutible es que la mayoría de los calvinistas de hoy carecen de certeza de su destino eterno. Esa falta de certeza se ilustra en un blog del 3 de enero de 2018 que puedes leer en el sitio web the gospel coalition [la coalición del evangelio].
El autor, Andrew Wilson, discute el hecho de que en 1ª de Corintios Pablo da a sus lectores seguridad de su salvación, y, sin embargo, también les advierte. Seguridad y advertencias. Wilson piensa que las advertencias no son advertencias sobre el juicio temporal o sobre el Tribunal de Cristo. En su opinión, las advertencias son sobre la posibilidad de que los lectores acaben siendo condenados eternamente.
Así que, según Wilson, en la coalición del evangelio, los creyentes de hoy pueden en cierto sentido estar “seguros” de que son salvos ahora mismo y, sin embargo, los creyentes necesitan darse cuenta de que podrían terminar siendo condenados eternamente. ¿Cuál es la diferencia práctica entre el calvinismo moderno y el arminianismo? Aunque hay diferencias, en el tema de la seguridad y las advertencias, están de acuerdo.
Wilson escribió su tesis doctoral sobre este tema. Él dice:
Las advertencias son reales: Si los creyentes caen en pecado y nunca se arrepienten, no se salvarán. Las garantías son reales: Dios, en Cristo, por el Espíritu, guardará a todos los creyentes hasta el final. Y las primeras son un medio ordenado por Dios para asegurar las segundas. Pablo está convencido de que los verdaderos creyentes prestarán atención a sus advertencias, se arrepentirán de su pecado y heredarán la salvación final. Dios actuará dentro de sus conversos para responder a las advertencias de Pablo.
Wilson señala cuatro puntos en su blog.
En primer lugar, la relación “advertencias-seguridad” (como él dice) “te conforta en la obra de Dios”. Es reconfortante saber que Dios obrará en nuestras vidas y nos hará perseverar. Esto está garantizado. O algo así.
En segundo lugar, la relación advertencias-seguridad “eleva el significado de predicar advertencias bíblicas”. Necesitamos predicar las advertencias porque son el medio que Dios utiliza para hacer que los “verdaderos creyentes” perseveren. En otras palabras, aunque Dios garantiza que los “verdaderos creyentes” perseverarán, lo hace por medio de advertirles que necesitan arrepentirse y servirle si desean evitar la condenación eterna. Las obras son necesarias para obtener la “salvación final”. Wilson dice: “Me encanta la forma en que John Piper lo expresa: “Hermanos, salvad a los santos”.
En tercer lugar, la relación advertencia-seguridad “fortalece tu respuesta hacia los pecadores impenitentes en la iglesia”. Wilson da esta ilustración de su ministerio:
Nunca olvidaré la conversación que mantuve con una mujer de nuestra congregación que, gracias a nuestro fuerte énfasis en la gracia y la misericordia de Dios para con todos, había llegado a la conclusión de que, por mucho pecado que cometiera, y si se arrepentía o no, estaba completamente a salvo. Estaba satisfecha con su “seguridad”, de manera incluso desafiante.
Wilson dijo: “La confronté con la advertencia bíblica más fuerte que pude pensar (Hebreos 10:26-31), y le aseguré en términos inequívocos que, si no se arrepentía, no se salvaría”. Observa que la cuestión es una salvación futura, lo que él llama “salvación final”. La cuestión no era que ella nunca llegó a ser salva en primera instancia. La cuestión es que esta santa, para usar el término de Piper, necesitaba ponerse a trabajar para obtener la salvación final en el futuro.
En cuarto lugar, la relación advertencia-seguridad “le recuerda que el poder para perseverar viene de Dios”. Wilson ve la “salvación final” como un esfuerzo cooperativo del creyente y el Espíritu Santo: “Los agentes divinos y humanos trabajan maravillosamente juntos, tanto en nuestras propias vidas como en las vidas de todos los discípulos [aquí cita 1ª de Corintios 15:10 y Colosenses 1:29]. Trabajamos, porque él trabaja en nosotros”. En otras palabras, aunque nuestra “salvación final” es un esfuerzo combinado del creyente y del Espíritu Santo, es este último quien nos da el poder que necesitamos para que nuestros propios esfuerzos sean eficaces. Él llama a esta verdad “enormemente alentadora”.
Yo encuentro esta enseñanza enormemente desalentadora. Aunque me doy cuenta de que Wilson y la coalición del evangelio apoyan formalmente la justificación solo por la fe, aparte de las obras, en realidad creen que la justificación inicial o la salvación inicial no son suficientes. Uno debe tener la justificación final y la salvación final para evitar la condenación eterna. ¿Y cómo se consigue esta salvación final? ¡Trabajando por ella!
En 1989, en la reunión anual de la Sociedad Teológica Evangélica, escuché al Dr. Earl Radmacher decir que este tipo de teología no es un regreso a Wittenberg, sino a Roma. Tenía razón.
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Bob Wilkin es el Director Ejecutivo de Grace Evangelical Society (Sociedad Evangélica de la Gracia). Vive en Highland Village, TX, con su esposa de 43 años, Sharon. Su libro más reciente es Turn and Live: The Power of Repentance [Tornar y Vivir: El Poder del Arrepentimiento].