Hay un relato bastante interesante en Jeremías 32. El profeta le había dicho a la gente que Dios iba a juzgar a la nación y llevarlos como esclavos a Babilonia. Jeremías 32 trata de ese tiempo. El ejército de Babilonia había rodeado Jerusalén. Jeremías sabía que la ciudad sería destruida y que el rey en Judá sería llevado cautivo.
La mayor parte de la nación ya había sido vencida por los babilonios. Era un tiempo muy oscuro en la historia del pueblo judío. Hablando metafóricamente, las nubes negras estaban descendiendo, y los judíos podían verlas en el horizonte.
En medio de estas tristes circunstancias, Dios le dijo a Jeremías que hiciera una extraña inversión. Un pariente se le acercaría y le pediría al profeta que comprara un terreno. Este terreno estaba en una parte del territorio que ya había sido vencido por los babilonios. No valía nada. La única razón por la que el pariente habría hecho la solicitud es porque la Ley de Moisés mandaba a los miembros de la familia comprar tierras de los parientes que tenían dificultades económicas en mantener la tierra en la familia.
Pero ¿de qué servía? Jeremías nunca podría vivir allí. Los Babilonios poseerían la tierra y harían con ella lo que ellos querían. Como propietario judío del campo, Jeremías no recibiría ningún beneficio de ello.
Ya que Dios le dijo a Jeremías que lo hiciera, Jeremías compra el campo. Luego se asegura de que la venta se registre públicamente. Llama a testigos para que verifiquen lo que estaba haciendo. La “escritura” fue sellada en un frasco para que la prueba de la transacción durara mucho tiempo (Jeremías 32:14).
A primera vista, esto parece una locura. ¿Por qué Jeremías haría una inversión tan tonta? El profeta nos dice en el resto del capítulo. Dios ha prometido que un día los judíos volverán a la tierra. Jeremías iba a poder pasar este campo a otros. No estaba malgastando su dinero. Al contrario, estaba invirtiéndolo en el reino judío que estaba por venir. Con sus acciones, Jeremías estaba proclamando que Dios cumpliría sus promesas y que la gente regresaría. Esto habría servido de gran aliento para las personas que escuchaban lo que el Señor les estaba diciendo en medio de las pruebas.
Creo que es fácil aplicar esta historia a nosotros mismos. Mientras que nuestro capitolio no está rodeado por un ejército enemigo, muchos están preocupados por los nubarrones políticos, económicos y morales que estamos viendo. Estamos en medio de una pandemia que no solo ha causado la muerte de miles de personas, sino también una ruina financiera de muchos. Nuestra nación [de los Estados Unidos] nunca ha sido una nación cristiana, pero siempre ha sido amiga de (o al menos abierta a) los principios bíblicos de la moralidad. Sin embargo, desde hace un tiempo, eso ha ido cambiando. Recientemente, parece que los cambios han sido dramáticos y rápidos. Muchos también sienten que aquellos que asumirán el poder serán más hostiles hacia la iglesia que cualquiera de nosotros haya visto en nuestras vidas. No es sorprendente que muchos temen que los creyentes perderán muchas de las libertades que hemos disfrutado.
¿Cómo debemos responder a estos nubarrones? En primer lugar, creo que debemos tomar en serio las enseñanzas del Señor. No debemos estar ansiosos por las cosas que sospechamos que pasarán (Mat 6:34). Ciertamente debemos pedirle al Señor que nos quite cualquier temor que tengamos, sabiendo que Dios usará cualquiera de los momentos difíciles para enseñarnos lo que necesitamos saber.
Estas cosas son bastante claras. Pero además de ellas, tal vez deberíamos responder de modo en el que lo hizo Jeremías. Deberíamos “comprar” un terreno en el reino venidero. Mientras el Señor nos está enseñando a través de lo que pueda venir, debemos orar para permanecer fieles a Él. Mientras lo hacemos, estamos comprando recompensas y hasta ciudades en Su Reino venidero (Mat 6:20; Lucas 19:17). Sabemos que este mundo está pasando, pero se está avecinando un futuro glorioso. Vivamos a la luz de ello y animémonos a nosotros mismos y a los demás que nos están observando.
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Ken Yates es pastor de la iglesia Little River Baptist [Iglesia Bautista Rio Pequeño] en Jenkinsville, Carolina del Sur. Él enseña con GES en los institutos bíblicos por todo el mundo.