Los de sobre la piedra son los que habiendo oído, reciben la palabra con gozo; pero estos no tienen raíces; creen por algún tiempo, y en el tiempo de la prueba se apartan.
El Señor enseñaba a menudo mediante parábolas. Lo hacía para ocultar la verdad a los que le rechazaban y para revelarla a los que le buscaban diligentemente.
La “Parábola del Sembrador” cuenta la historia de cuatro respuestas diferentes a la Palabra de Dios. La primera tierra no cree y no se salva. Los comentaristas y teólogos coinciden unánimemente en este punto.
La cuarta tierra cree y se salva. De nuevo, todo el mundo está de acuerdo.
Pero, ¿qué pasa con la segunda tierra, la tierra pedregosa? ¿Representa a personas salvas o no salvas?
La mayoría de los comentaristas dicen que el creyente de la tierra pedregosa no es salvo. A continuación, unos fragmentos de comentarios representativos de dicho planteamiento:
“El hecho de que creen por un tiempo, pero… se apartan significa que solo aceptan los hechos de la Palabra mentalmente y luego la rechazan cuando “las cosas se ponen difíciles”. No significa que pierdan su salvación, pues no tenían nada que perder” (John Martin, “Luke”, en The Bible Knowledge Commentary, p. 225).
“Así pues, [Lucas] muestra que tiene poca tolerancia con los entusiastas o los seguidores de modas que defienden una causa mientras les convenga” (Joseph Fitzmyer, Luke I-IX, p. 714).
“La crítica no se dirige a la calidad o al tipo de fe que poseen estos oyentes. El problema es más bien que solo tienen esta fe “por algún tiempo”; pero como sugieren el resto de este texto y el mensaje canónico completo, esta fe no es una fe salvadora” (Robert Stein, Lucas, p. 246).
“La semilla en la roca representa un mensaje que cae en el corazón de una persona, pero penetra solo superficialmente. Hay una respuesta inicial, pero finalmente la tentación hace que la persona abandone esa respuesta inicial. La receptividad inicial y la creencia efímera van seguidas de un alejamiento. La implicación que la palabra produjo al principio es duradero. Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento hacen advertencias terribles sobre las consecuencias de caer o apartarse de la fe (Jer 3:13-14; Dan 9:9; 1 Tim 4:1; Heb 3:12). Jesús no ofrece ningún consuelo a la persona aquí representada; se limita a señalar significativamente que la semilla nunca da fruto” (Darrell Bock, Lucas, s.v., Lucas 8:4-21).
Considero que hay tres buenas razones para concluir que los creyentes de la tierra pedregosa representan a personas nacidas de nuevo.
Primero, el Señor dice que solo esta tierra cree. Ni siquiera se dice específicamente que la buena tierra crea. Sin embargo, la parábola implica que la segunda, tercera y cuarta tierras creen. Según las palabras de Jesús en Lucas 8:12, el que cree se salva.
En segundo lugar, según Juan 3:16 y decenas de otros versículos de Juan y del resto del NT, en el momento en que una persona cree en Cristo, se le garantiza que nunca se perderá y que ya tiene vida eterna (cf. Juan 5:24). La gente de la segunda tierra cree. Ya sea por un día o por una década, una vez que una persona es salva, siempre permanecerá salva. No hay ningún requisito de tiempo que indique cuánto tiempo uno debe creer antes de tener vida eterna.
Tercero, la razón por la que Satanás quita la semilla es “para que no crean y se salven” (Lucas 8:12). Satanás cree en la seguridad eterna. Sabe que una vez que una persona cree, nunca morirá espiritualmente (Juan 11:26a). Nosotros también deberíamos saberlo.
¿Por qué la mayoría de los comentaristas y teólogos no ven lo obvio en esta parábola? Porque están convencidos de que solo los que perseveran en la fe y las buenas obras llegarán al reino de Cristo. Por lo tanto, dado que el creyente de la segunda tierra no perseveró, no debe ser salvo, o debe haber perdido su salvación.
El problema con ese razonamiento es que contradice al Señor Jesucristo. Debemos entender de Juan 3:16 que la única condición de la vida eterna es la fe en Cristo. En el momento en que uno cree, es salvo para siempre. La salvación es definitiva en el momento de la fe en Cristo. Se ordena la perseverancia, pero el destino eterno de uno no se pierde por no perseverar.
¿Vas a Juan 3:16 para determinar tu comprensión de lo que uno debe hacer para tener vida eterna? ¿O acudes a Colosenses 1:21-23, Santiago 2:14 o 2 Timoteo 2:12? Si vas a los versículos de santificación para desarrollar tu entendimiento de la justificación y regeneración y luego impones ese entendimiento sobre los versículos de justificación y regeneración, estás rechazando inadvertidamente la Palabra de Dios.
Todos los que creen en el Señor Jesús para vida eterna son salvos.i Esa es la verdad del evangelio. No creas o no, sigue siendo verdad.
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i Al Valdes escribe: “El hecho de que estos ‘se aparten’ indica una participación previa en el proceso de discipulado y crecimiento. Dios garantiza la salvación eterna del creyente como un don por solo por la fe, pero el proceso de discipulado, aunque arraigado en la gracia de Dios, exige fe y obras —esfuerzo y cooperación en obediencia a Él” (“Lucas” en The Grace New Testament Commentary [Comentario del Nuevo Testamento de la Gracia]), p. 264).
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Bob Wilkin es el Director Ejecutivo de Grace Evangelical Society (Sociedad Evangélica de la Gracia). Vive en Highland Village, TX, con su esposa de 43 años, Sharon. Su libro más reciente es Turn and Live: The Power of Repentance [Tornar y Vivir: El Poder del Arrepentimiento]