Durante mis dos primeros años en Cru, se nos animó cada semana a compartir nuestra fe con varios estudiantes universitarios. Pero no teníamos una cuota que debíamos alcanzar.
Eso cambió en el tercer año. Se nos exigía que testificáramos a diez o más estudiantes por semana de forma individual. Cuando hablé con los equipos de baloncesto y fútbol ese año, no lo conté como evangelismo.
La regla era que solo contaba como evangelismo cuando compartíamos el folleto completo de las Cuatro Leyes Espirituales y le preguntábamos a alguien si quería recibir a Cristo (que yo explicaba como creer en Él para su salvación). A veces los estudiantes me dejaban empezar con el folleto y luego hacían una pregunta o planteaban una objeción. Eso debería haberme encantado. Pero pensaba en términos de mi cuota. Esas preguntas o comentarios desbarataban mi discurso, y a menudo no podía terminar. Así que desalenté todas las preguntas y comentarios. Me apresuraba a terminar el folleto para poder contar a esa persona como alguien a quien había evangelizado.
¿Vergonzoso? Sí. Pero me pareció correcto en ese momento. En dos ocasiones, cuando formé equipo con otro miembro del personal mientras testificaba, me reprendieron por no dar a la otra persona la oportunidad de hablar. Pensé que no entendían la urgencia del evangelismo. Me di cuenta de que no era consciente del factor personal en el evangelismo, aunque otros miembros del personal sí lo eran.
Sí, hay un evangelismo libre de culpa. Vamos a tener una conferencia regional en Dallas sobre ese tema el 18 y 19 de noviembre en Coppell Bible Fellowship.
Tengo varias sugerencias basadas en mis cuatro años en el personal de Cru y más de cuarenta años de evangelismo desde entonces, incluyendo el estudio intensivo de la forma en que el Señor y sus apóstoles evangelizaban.
Primero, no tengas una cuota. No hay respaldo bíblico para eso. Y a veces produce evangelistas enloquecidos como yo.
Segundo, asegúrate de conocer bien el mensaje de la vida. Si no sabes qué decir, entonces deberías estar nervioso por acabar inventándote algo. Es preferible no decir nada que compartir un evangelio falso (Gálatas 1:6-9). Lee el Evangelio de Juan suficientes veces para que tengas el mensaje claro. Escoge tu versículo de referencia. Yo sugeriría Juan 3:16; 5:24; 6:47; o 11:25-27. Debe ser un versículo que transmita que quien cree en Jesús tiene vida eterna. Ese es el mensaje que el Señor quiere que transmitamos.
Tercero, usa el método KISS (Keep It Simple, Saint) [Que Sea Sencillo, Santo]. El método de Jesús era sencillo. Mira Juan 4:10-26. Él pidió a la gente que creyera en Él para obtener el don de Dios, la vida eterna. Debemos decirle a la gente que Jesús garantiza la vida eterna a todos los que creen en Él para obtenerla. ¿Es eso demasiado simple? El Señor no consideró así.
Si tienes algún material complicado que necesitas exponer, entonces seguramente estarás nervioso por explicarlo todo correctamente. Pero si el mensaje es simple y fácil de explicar en una frase, entonces se elimina la presión.
Te sugiero que no tengas un plan complicado que cubra el viaje de María y José a Belén, el nacimiento virginal de Jesús, su vida en sus comienzos, su ministerio, su muerte en la cruz, su resurrección y apariciones corporales, su ascensión al cielo, la inerrancia de las Escrituras, y luego al final una mención de la promesa de vida. Es difícil recordar todo eso, y la promesa de la vida tiende a ser oscurecida por todo el material presentado antes.
En su lugar, te sugiero que sigas el método del Señor. Él comenzó con la promesa de vida (por ejemplo, Juan 3:3, 5; 4:10-14; 5:24, 39-40; 11:25-27). Después de compartir la promesa de vida, podrían preguntar algo como: “¿Cómo es posible que sea tan sencillo?”. Ellos podrían decir: “Yo me preguntaba lo mismo”. Entonces podrías decir: “Bueno, ¿por qué creéis que Jesús murió en la cruz?”. En lugar de decírselo primero, deja que sean ellos que te lo expliquen. Puedes preguntar: “¿Qué tiene que ver la Pascua con la promesa de la vida eterna?”. La cruz y la tumba vacía explican por qué la promesa es cierta. Pero en Estados Unidos, la mayoría de la gente ya cree en la cruz y la tumba vacía. Se les puede preguntar sobre esos acontecimientos, en lugar de explicarlos.
Por supuesto, la conversación puede ir por muchos caminos. Pero será una conversación, no un monólogo.
A la gente le gusta interactuar. Puedo decirte por experiencia personal que no les gusta que alguien les repita como un loro una presentación memorizada.
En cuarto lugar, deja los resultados en manos de Dios. No les preguntes si creen lo que has dicho. El Señor solo lo hizo una vez (Juan 11:26b), y solo a alguien que sabía que creía. Nos presiona a nosotros y a la persona con la que estamos hablando si le preguntamos si cree (o si le preguntamos si ha decidido creer / recibir / aceptar / comprometerse / rendirse / etc.).
Quinto, no llevar la cuenta. Es decir, no intentes llevar la cuenta de cuántas personas has llevado a la fe en Cristo. El Señor lo sabe. Lo sabremos en el Bema. No hay necesidad de preocuparse por eso.
El evangelismo es como el hockey. Rara vez se marca un gol sin una o dos asistencias. En el evangelismo, a menudo hay muchas personas que sembraron la semilla antes de que la persona creyera en Cristo para la vida eterna. Todas las personas en la cadena de evangelización reciben crédito por lo que hicieron. Por supuesto, tú también estás acumulando un tesoro en el cielo cuando evangelizas a personas que nunca llegan a creer en Cristo. Que alguien crea o no está fuera de tu control. Debemos compartir el mensaje de vida cuando tenemos la oportunidad. Pero los resultados son entre la persona y Dios. Si la persona es abierta y receptiva, vendrá a la fe en ese momento o en el futuro.
No estamos vendiendo nada. No hay un “cierre” como en una venta. Estamos hablando a la gente de un regalo totalmente gratuito. Esto no es una oferta de 2×1. No es un envío gratuito. Se trata de un regalo gratuito. Simplemente le contamos a la gente la promesa del regalo de Dios. Si tienen preguntas, debemos tratar de responderlas. Pero incluso si no podemos responder a sus preguntas, les hemos hablado de la promesa de la vida.
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Bob Wilkin es el Director Ejecutivo de Grace Evangelical Society (Sociedad Evangélica de la Gracia). Vive en Highland Village, TX, con su esposa de 43 años, Sharon. Su libro más reciente es Turn and Live: The Power of Repentance [Tornar y Vivir: El Poder del Arrepentimiento]