La navidad se acerca rápidamente. Pronto celebraremos el nacimiento de nuestro Salvador, Jesucristo. Cuando recordamos su nacimiento, una parte de la historia tiene que ver con una estrella vista por unos magos del oriente. La siguieron hasta Judea y vinieron a Jerusalén para conocer al Rey.
No sabemos cómo supieron que la estrella les dirigiría al Rey. Siglos antes, Daniel había vivido y profetizado en la zona de donde vinieron los magos. Había profetizado acerca de la venida del Mesías. Había sinagogas judías en el oriente también. Sabían de la creencia judía sobre la futura venida del Rey de los judíos.
También, en Nm 24:17, hay una profecía que se refiere a la venida del futuro Mesías como una estrella en ascenso. Existe una gran cantidad de evidencia que indica que entre los paganos, existía la creencia de que los eventos astrológicos podrían señalar el nacimiento de un gobernador político. Por supuesto, también es posible que Dios revelara el significado de la estrella a los magos de otras formas.
La estrella que anunciaba el nacimiento del Mesías era un recordatorio para la nación de Israel que se les estaba ofreciendo el reino. Mateo también aclara que Jesús era descendiente de David, de quien se esperaba la venida del Mesías. Mateo hace eso en el primer versículo de su Evangelio (Mateo 1:1). Esta referencia a David fue un recordatorio de que Dios iba a cumplir sus promesas a Israel en cuanto al reino y al futuro Rey.
Así que la estrella asociada con el nacimiento de Cristo señaló varias cosas. Jesús era el Rey. Dios va a traer el reino a la nación de Israel. El descendiente de David ya estaba en la escena. Dios iba a cumplir las promesas que le había hecho a Su pueblo en el Antiguo Testamento.
La estrella que apareció en el momento del nacimiento de Cristo apareció, por supuesto, al comienzo del ministerio terrenal de Jesús. Recientemente, noté que las mismas ideas que encontramos al comienzo del ministerio terrenal de Jesús se encuentran también en sus últimas palabras al final del Nuevo Testamento. De esta forma, sirven como una especie de sujetalibros para el mensaje de Cristo.
En el Libro del Apocalipsis, se nos habla del reino venidero que comenzará con el reino milenario de Jesús sobre la tierra (Ap 20:4). Este periodo será seguido por un nuevo cielo y una nueva tierra donde Cristo reinará para siempre (Ap 21).
El reino ofrecido a Israel en Su primera venida se hará realidad en Su segunda venida.
En el último libro del Nuevo Testamento, Jesús está hablando a las iglesias (Ap 2-3). En Ap 22:16, Él recuerda al lector que está hablando a los cristianos. Luego les dice que Él es el “linaje de David.” Esta es una repetición de la afirmación en el Evangelio de Mateo de que Jesús es el heredero legítimo del trono.
Pero entonces se llama a sí mismo “la estrella resplandeciente de la mañana.” El Libro del Apocalipsis acaba de informarle al lector acerca de la venida del Señor y Su reino. Así como una estrella anunció Su primera venida, una estrella también anunciará Su segunda venida. Sin embargo, esta vez, Él mismo será la estrella. Su aparición anunciará el comienzo de un nuevo día—la Estrella de la Mañana. Un nuevo mundo amanecerá cuando aparezca Jesús.
Y cumplirá las promesas que nos hizo. En el próximo versículo, el Señor dice que les da vida eterna a todos los que tienen sed de ella. Es un regalo gratuito. En aquel día, todos los que hayan creído en Él serán parte de Su reino eterno.
La estrella de la primera navidad les dijo a los magos que el Rey, el Hijo de David, había venido. Era Él que traería el reino y cumpliría todas las promesas al pueblo de Dios. Ahora viene otra Estrella. Jesús mismo es esa Estrella. En ese día, el Rey, el Hijo de David, reinará sobre Su reino. Cumplirá todas las promesas que nos hizo. ¡No veo la hora de ver esa estrella!
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Ken Yates es el pastor de la iglesia Little River Baptist [Iglesia Bautista Rio Pequeño] en Jenkinsville, Carolina del Sur. Él enseña con GES en los institutos bíblicos por todo el mundo.