Recientemente leí un artículo sobre la santificación de alguien que se identifica como defensor del movimiento de la Gracia Gratuita. Él sugirió que tanto la justificación como la santificación son por la fe, sin obras.
¿Es eso cierto? Mientras que la justificación es definitivamente por fe, sin obras, ¿es la santificación también por fe, sin obras?
Sugerir que la justificación y la santificación son lo mismo en términos de cómo ocurren es desconcertante para mí. Santiago dejó en claro que uno puede creer la Palabra de Dios y, sin embargo, fallar en obedecer (Santiago 2:14-26). La fe sola es el medio de la justificación (Ro 3:20-31). Sin embargo, la fe sola no es el medio de la santificación. Uno debe aplicar lo que cree para que sigan las buenas obras se produzcan en la vida del creyente. La fe más la obediencia son necesarias. Santiago dice que la fe sin obras está muerta, en el sentido de no ser capaz de servir para nada (compara “de qué le sirve” en 2:14a y 2:16b).
Si la santificación fuera por la fe sola, sin obras, entonces en el momento en que uno creyera en Cristo para la vida eterna, sería santificado de una vez por todas. Nunca volvería a pecar.
Pero la santificación, a diferencia de la justificación, es un proceso que requiere buenas obras. Sin buenas obras, la fe de uno está muerta.
Sugeriría que cuando enseñamos sobre la santificación, deberíamos enfatizar el poder transformador de la Palabra de Dios que nos da una nueva cosmovisión. Pablo dijo que somos transformados por la renovación de nuestras mentes (Ro 12:2).
El Espíritu Santo toma la Palabra de Dios que hemos oído, y la utiliza para transformarnos (2 Cor 3:18). Pero, ¿Cómo nos alcanza la Palabra de Dios? Esto sucede a través del ministerio de maestros dotados en la iglesia local (Heb 10:23-25). Y eso no sucede automáticamente. Debemos elegir levantarnos y asistir a una iglesia sólida que enseña la Biblia para ser transformados. Asistir a la iglesia es una obra. Prestar atención en lo que se enseña en la iglesia es una obra. Aplicar lo que hemos escuchado es una obra.
Es cierto que tanto la justificación como la santificación sólo son posibles debido a la gracia de Dios (Su favor). Si Él no nos hubiera dado la Palabra de Dios, maestros dotados para enseñarnos, y el Espíritu Santo para transformarnos, no podríamos ser santificados. Pero el hecho de que dependamos de Su gracia para la santificación de ninguna manera significa que la santificación esté sin obras.
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Bob Wilkin es el Director Ejecutivo de Grace Evangelical Society (Sociedad Evangélica de la Gracia). Vive en Highland Village, TX, con su esposa de 43 años, Sharon. Su libro más reciente es Turn and Live: The Power of Repentance [Tornar y Vivir: El Poder del Arrepentimiento].