A algunos les gusta hablar de la Persona, la provisión y la promesa de Cristo. Yo prefiero referirme a la obra de Cristo en lugar de la provisión de Cristo, porque Su obra fue más amplia que Su muerte en la cruz por nuestros pecados.
Su obra incluye Su encarnación (Juan 3:16), Su vida sin pecado (2 Cor 5:21), los milagros que hizo (Juan 2:23; 7:31; 20:30-31), las enseñanzas que impartió (Juan 3:14-18; 5:24, 39-40; 6:35-57; 11:25-27), el sufrimiento que padeció (Isaías 53; 1 Pe 3:18), Su muerte en la cruz por nuestros pecados (Juan 3: 14-15), Su entierro en la tumba de un hombre rico (Isaías 53:9; Juan 19:38-42), Sus tres días en el Hades (Mateo 12:40), Su resurrección corporal al tercer día (1 Cor 15:18-19), Sus apariciones después de la resurrección (1 Cor 15:5-8) y Su ascensión al cielo (Juan 14:28; 16:5, 7; Hechos 1:9-11).
Todo ello fue esencial para nuestra salvación.
Como se mencionó en la parte 1, el sistema de sacrificios del Antiguo Testamento prefiguraba la muerte única y definitiva del Mesías. Así como los sacrificios del Antiguo Testamento tenían que ser inmaculados físicamente, el Mesías tenía que ser inmaculado espiritualmente. Tenía que estar libre de pecado.
Todo el ministerio de Jesús apuntaba al Calvario. Comenzó diciendo: “Aún no ha venido mi hora” (Juan 2:4). Al final de su ministerio público, Jesús volvió a hablar de su hora. Pero esta vez, había llegado: “Ahora está turbada mi alma; ¿y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora? Mas para esto he llegado a esta hora. Padre, glorifica tu nombre.” (Juan 12:27-28).
Su penúltima frase en la cruz fue “Consumado es” (Juan 19:30). Su vida perfecta, su ministerio y finalmente su muerte sustitutiva en la cruz completaron la obra que el Padre le había enviado a realizar.
En realidad, hay cinco puntos de vista diferentes sobre la muerte de Cristo.
Teoría de la influencia moral. Esencialmente, la muerte de Jesús en la cruz, junto con toda su vida, es un ejemplo para nosotros sobre cómo vivir para que podamos obtener la vida eterna. Esto es esencialmente una forma de salvación por obras.
Pago de rescate a Satanás. Desde este punto de vista, Dios tuvo que pagar a Satanás con la muerte de Su Hijo para liberar a la gente de la esclavitud de Satanás y del pecado. Esta es otra forma de salvación por obras, ya que el objetivo es la reforma moral para la salvación.
Christus Victor. Significa que Cristo es el vencedor. En este punto de vista, Satanás no recibió ningún pago. Sin embargo, al igual que el punto de vista anterior, la muerte de Cristo derrotó al mal y liberó a las personas para que vivieran justamente. Esta también es otra forma de salvación por obras.
No nacemos de nuevo por vivir una vida justa.
La teoría de la satisfacción de Anselmo. Según este punto de vista, la pecaminosidad del hombre es una injusticia que debe ser abordada para satisfacer la justicia de Dios. La muerte de Cristo sirve para satisfacer la justicia de Dios.
Aquí también hay aspectos de la salvación por obras, ya que, según este argumento, no se nace de nuevo creyendo en Jesús y satisfaciendo así la justicia de Dios. Según este punto de vista, la muerte de Cristo hace posible que las personas vivan de tal manera que satisfagan la justicia de Dios. En cierto sentido, este punto de vista considera que la muerte de Cristo nos hace salvables. Pero la condición para la salvación y la naturaleza de la misma eran erróneas.
Anselmo creía que la salvación comenzaba con el bautismo en agua y que era necesario participar regularmente en la Eucaristía, así como confesar los pecados y hacer actos de penitencia para mantener la salvación.
Expiación penal sustitutiva. Los reformadores desarrollaron una teoría diferente, relacionada con la visión de Anselmo y una modificación de la misma. En este punto de vista, Jesús murió en nuestro lugar. El resultado es que los humanos son salvables. Pero a diferencia del punto de vista de Anselmo sobre cómo se salva la gente, esta visión enseña que la gente se salva solo por la fe (aunque la forma en que los calvinistas definen la fe varía mucho). Algunos que defienden la expiación sustitutiva creen que la salvación no se puede perder.
La idea de sustitución se encuentra en las palabras para o en lugar de, huper y peri en griego (en “Cristo murió por nuestros pecados”, 1 Cor 15:3; 1 Juan 3:16) y pago por rescate (“para dar su vida en rescate por muchos”, Marcos 10:45).
Este último punto de vista es el de la mayoría de los evangélicos.
Jesús resucitó de entre los muertos al tercer día, cumpliendo la profecía del Antiguo Testamento, y se apareció a muchas personas en el transcurso de cuarenta días (1 Cor 15:3-11). Sin su resurrección, su sacrificio habría sido ineficaz (1 Cor 15:17-19). Sus apariciones después de la resurrección fueron una prueba adicional que Dios dio a la humanidad.
Desde su nacimiento virginal en Belén hasta su resurrección corporal de entre los muertos, la obra de Cristo fue esencial para nuestra salvación.
¿Cuánto de la obra de Cristo debe uno creer para nacer de nuevo?
Hay que creer lo suficiente en la obra de Cristo para estar convencido de que su garantía de vida eterna para el creyente es cierta. Los apóstoles creyeron en Él para la vida eterna antes de creer que moriría en la cruz y resucitaría (Mateo 16:21-22). Sin embargo, lo escucharon y lo vieron cara a cara. Vieron sus milagros.
Para los que estamos a este lado de la cruz, la creencia en su vida perfecta, su muerte sustitutiva y su resurrección corporal debería llevarnos a creer en su promesa de salvación irrevocable. Desgraciadamente, muchos en el cristianismo actual han desvinculado la vida, la muerte y la resurrección de Jesús de su promesa de vida eterna. Creen en lo primero, pero no en lo segundo.
El centro de la diana es el mensaje de Juan 3:16. Que todo aquel que en Él cree, no se pierda. Trato hecho. Quien cree en Él tiene vida eterna. Trato hecho.
La Persona y la obra de Cristo deben llevarnos a creer en la promesa de Cristo. Consideraremos esa promesa con más detalle en la parte 3.
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Bob Wilkin es el Director Ejecutivo de Grace Evangelical Society (Sociedad Evangélica de la Gracia). Vive en Highland Village, TX, con su esposa de 43 años, Sharon. Su libro más reciente es Turn and Live: The Power of Repentance [Tornar y Vivir: El Poder del Arrepentimiento]