A lo largo de los años he tenido muchos fracasos en la vida. Sé que todos los tenemos. Pero soy más consciente de mis propios fracasos que de los fracasos de los demás.
¿Has tenido alguna vez ganas de abandonar tu trabajo, tu ministerio en tu iglesia o alguna responsabilidad importante?
Yo sí. Creo que todos tenemos la tentación de tirar la toalla a veces.
¿Qué es lo que nos hace seguir adelante?
En mi caso, estas son las cosas que me hacen seguir adelante:
“El ‘no puedo’ nunca hizo nada” (mi padre).
“Harás grandes cosas con tu vida” (mi madre).
“Está bien, buen siervo” (Lucas 19:17), las palabras que anhelo escuchar decir al Señor.
“Si sufrimos, también reinaremos con Él” (2 Tim 2:12).
“Consumado es” (Juan 19:30, las penúltimas palabras del Señor en la cruz).
Fíjate que parte de lo que se filtra en mi cabeza son las palabras de mis padres. Sí, la Escritura controla mi visión del mundo. Sin embargo, mis padres, aunque no son perfectos, me inculcaron algunos buenos valores, valores consistentes con las Escrituras. Siempre que las joyas que nos dieron nuestros padres coinciden con las Escrituras, esa es una poderosa combinación.
Mucha gente pensaba que nunca llegaría a nada en la vida. Por supuesto, mucha gente piensa que la GES (Grace Evangelical Society) no es algo bueno y que estoy perdiendo el tiempo aquí.
A mi mentor, Zane Hodges, le criticaron mucho. Me consuela el hecho de que la cantidad de críticas que he recibido es mucho menor que la que recibió Zane. Pero, aun así, las críticas duelen, sobre todo de gente cercana.
Si las personas cercanas a ti —tus padres, tu jefe, tus empleados, tu cónyuge, tus hijos— te han dicho que eres un fracaso en la vida, no dejes que eso descarrile tu servicio a Cristo. Respondemos ante el Señor Jesús en su Tribunal. Aunque sería estupendo que nuestros allegados nos animaran, la falta de apoyo no es excusa. Estamos llamados a ser fieles: “Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel” (1ª de Corintios 4:2).
Quizá tengan razón los que dicen que has sido un mal jefe, un mal hijo, un mal padre o un mal empleado. Tal vez estén equivocados y sólo estén siendo rencorosos. Pero podemos marchitarnos ante un fracaso real o fantasma, o seguir adelante.
Pablo continuó diciendo,
“Yo en muy poco tengo el ser juzgado por vosotros, o por tribunal humano; y ni aun yo me juzgo a mí mismo. Porque aunque de nada tengo mala conciencia, no por eso soy justificado; pero el que me juzga es el Señor. Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones.” (1ª de Corintios 4:3-5).
Todos fallamos. Y se nos acusa de más fracasos de los que realmente somos culpables. No dejes que el fracaso te desanime. Busca Su aprobación. Busca Su “Está bien, buen siervo”. Estate atento a Su pronto regreso.
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Bob Wilkin es el Director Ejecutivo de Grace Evangelical Society (Sociedad Evangélica de la Gracia). Vive en Highland Village, TX, con su esposa de 43 años, Sharon. Su libro más reciente es Turn and Live: The Power of Repentance [Tornar y Vivir: El Poder del Arrepentimiento].