C. L. plantea otra cuestión importante:
Tengo un amigo al que he testificado en varias ocasiones sobre la seguridad eterna. Él reconoce que las Escrituras parecen dejarlo claro, y parece creerlo hasta el punto de que ESPERA que sea cierto, pero luego está como preparado para la posibilidad de que no lo sea, al continuar manteniendo la fe en la que fue criado. También supone lo mismo sobre el Rapto antes de la tribulación. Espera que sea cierto, pero se prepara por si acaso no lo es. Me doy cuenta de que parece que él no lo comprende, pero en realidad sí que parece entenderlo.
Fue criado en una familia que no consideraba que la vida eterna fuera una posesión presente, sino que solo se “recibe” después de la muerte, por lo que se requiere una fe perseverante probada por las obras para obtener la promesa de la vida eterna. Sin embargo, ahora dice que puede ver las dos cosas. ¿Cómo puedo mostrarle que OSAS (Once Saved, Always Saved — Una vez salvo, siempre salvo) es lo que se quiso expresar en las Escrituras, ¿aunque él ya está de acuerdo en que PODRÍA serlo?
¿Cuál es el objeto de la fe que salva? Cualquiera que haya leído el versículo de Juan 3:16 sabe que Jesús es el objeto de la fe salvadora. “Todo aquel que en él cree” no se pierda, mas tenga vida eterna.
¿Necesitamos creer todo el versículo de Juan 3:16, o solo parte de él? ¿Necesitamos solo creer que Dios amó tanto al mundo que envió a su único Hijo? Y punto. Fin de la historia. ¿Podría Juan 3:16 terminar sin la promesa de vida eterna para todos los que creen en Él? Obviamente, no. ¿Pero podría? Sí. Pero si así fuera, el Señor no estaría diciendo a Nicodemo y a nosotros que debemos creer en Él para tener vida eterna. Solo nos estaría hablando del amor de Dios por el mundo. Pero como toda la conversación con Nicodemo es sobre su necesidad de nacer de nuevo, Juan 3:16 no es Juan 3:16 sin la promesa de vida eterna y de no perderse jamás.
Vuelve a leer Juan 3:16. ¿Qué dijo el Señor? Lee también Juan 4:10 y Juan 5:24. Juan 6:35 y Juan 11:25-26a, también. Hechos 16:31 y Efesios 2:8-9 y 1ª de Timoteo 1:16 y Apocalipsis 22:17 también. ¿Qué tienen todos ellos en común? Todos dicen que debemos creer en Jesús para obtener lo que Él promete, la vida eterna.
No creemos en las personas de forma abstracta. Creemos en la persona por algo. Si crees que el presidente Biden detendrá todas las nuevas perforaciones de petróleo y gas natural en Estados Unidos, entonces crees en él por eso. Si crees que te enviará más dinero de estímulo económico, entonces crees en él por eso. Alguien podría creer que el presidente Biden es digno de confianza. Pero si es así, entonces cree en lo que el Presidente promete.
Si afirmas creer que Jesús es digno de confianza, pero no crees lo que Él dijo en Juan 3:16, entonces tu afirmación de creer es falsa.
Si podemos cambiar la promesa de vida eterna a vida probatoria, entonces no estamos creyendo la promesa de que nunca pereceremos y que tenemos vida eterna.
Eso es lo que yo le diría al amigo de C.L. Si está equivocado, entonces no está creyendo en Jesús por lo que Él prometió. No está seguro de ninguna manera.
No importa cuán piadoso sea el amigo de C. L., si no cree en el mensaje salvador, entonces está condenado para siempre. Ninguna cantidad de buenas obras puede salvarlo si la única manera de ser salvado es creer en el Señor Jesús para la salvación irrevocable que Él promete.
Hay un mensaje que debemos creer para nacer de nuevo. Sea lo que sea, debemos creerlo. Es decir, debemos estar convencidos de que es verdad. Si simplemente pensamos que podría ser verdad, todavía no lo creemos.
C. L. debería instar a su amigo a orar por ello y a leer un capítulo de Juan cada día. Su amigo necesita comprender que no está a salvo con su enfoque de la fe. Uno es verdadero y el otro no. Estar inseguro no es creer. Es dudar.
Por cierto, las dudas de su amigo sobre el Rapto no son una cuestión de vida o muerte. Uno no necesita creer en el Rapto para nacer de nuevo. Pero las dudas sobre la promesa de la vida eterna sí que son un asunto de vida y muerte.
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Bob Wilkin es el Director Ejecutivo de Grace Evangelical Society (Sociedad Evangélica de la Gracia). Vive en Highland Village, TX, con su esposa de 43 años, Sharon. Su libro más reciente es Turn and Live: The Power of Repentance [Tornar y Vivir: El Poder del Arrepentimiento]