Recientemente recibí un correo electrónico de un Pastor en Suiza que quería saber el significado de este versículo: “El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará,” (Juan 12:25).
Amar y Aborrecer son figuras retóricas que se refieren a las prioridades.
La persona que “ama su vida [pysche]” es alguien que solo vive por el “aquí y ahora.” Está contradiciendo el mandamiento de Jesús “No acumulen para sí tesoros en la tierra…” (Mateo 6:20)-y está fallando en servir a Jesús (“Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará,” (Juan 12:26)).
La persona que “aborrece su vida [psyche]” es alguien que vive por la vida venidera. Está obedeciendo el mandamiento de Jesús-“haceos tesoros en el cielo” (Mateo 6:20). Está siguiendo y sirviendo a Jesús, y un día será honrada por Dios (Juan 12:26).
¡Claramente, Jesús no está sugiriendo que Sus seguidores deban abusar de sus cuerpos! Esto no es un llamado a la autoflagelación, la automutilación, la privación del sueño, ni nada así. Después de todo, nuestros cuerpos son el templo del Espíritu Santo y abusar de nuestro cuerpo es pecado.
Lo que está pidiendo el Señor es la abnegación. Los seguidores de Jesús deben negarse a sí mismos cualquier placer que se interponga en su camino de glorificar y obedecer a Dios.
En el contexto, Jesús comenzó hablando de Su propia muerte inminente. “Ha llegado la hora para que el Hijo del Hombre sea glorificado,” (Juan 12:23).
Luego pasa de hablar sobre Su muerte al explicar la necesidad de que todos muramos en nuestro servicio por Él: “De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto,” (Juan 12:24).
Este llamado a la abnegación y a dar nuestras vidas por Cristo también se ve en un pasaje paralelo donde el Señor expone esta aparente paradoja.
Es solo perdiendo nuestras vidas que realmente podemos ganarlas
Después de la gran confesión de Pedro de Jesús como el Cristo, el Hijo de Dios, Jesús lo bendijo (Mateo 16:16-17). Inmediatamente después de eso, Jesús le dijo a Pedro y a los otros discípulos que iba a Jerusalén y que pronto lo matarían (Mateo 16:21).
Entonces Pedro cometió un gran error: “Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca,” (Mateo 16:22).
Eso llevó a Jesús a aclarar a Pedro y a todos los seguidores de Jesús concerniente al tema del sufrimiento y la abnegación.
Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres. Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida [psyche], la perderá; y todo el que pierda su vida [psyche] por causa de mí, la hallará.
Mateo 16:23-25
Pedro y los otros discípulos, con la excepción de Judas, ya eran nacidos de nuevo. Al fin y acabo, Pedro acaba de hacer la gran confesión de su fe en Jesús.
Pero los discípulos necesitaban saber que el reino y la gloria de Jesús no vendrían de inmediato. El sacrificio vendría antes de la gloria, tanto para Jesús como para los que Lo seguían.
Salvar la vida y perder la vida son figuras retóricas. En el contexto, está claro que perder la vida significa negarse a sí mismo, tomar la cruz, y seguir a Jesús en el camino del sufrimiento. Cuando Pedro le dijo a Jesús que nunca se iría al Calvario, tenía la mente puesta en los placeres del mundo. Cuando el Mesías te dice que van a perseguir y matarlo, eso es lo que va a suceder.
Salvar la vida no se refiere a la salvación del infierno. En cambio, se refiere al tener la plenitud de vida, especialmente en la vida venidera. En el v. 27, Jesús dijo, “Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.”
Incluso si una persona pudiera tener toda la riqueza de este mundo, sería un intercambio pobre si eso significara ser pobre en la vida por venir. Jesús dijo en el v. 26, “Porque ¿qué aprovechará el hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma [psyche, la misma palabra traducida como vida dos veces en el versículo anterior]? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma [psyche = vida]?” La respuesta es obvia. No es rentable ganar el mundo entero y perder tu psyche, tu vida interior.
El Presidente Richard Nixon lo tenía todo. Sin embargo, perdió casi todo porque olvidó la necesidad de renunciar a su vida. El Presidente Bill Clinton tuvo una experiencia similar. Sus fallos en practicar la abnegación les costó a estos hombres sus legados, dañó sus vidas actuales, y—en caso de ser creyentes—disminuyó la calidad de sus vidas en el mundo por venir.
Tener la vida eterna no es el fin. Es el comienzo. Ahora la pregunta es, ¿vamos a crecer y ganar una vida más abundante? (Juan 10:10)?
¿Por qué Jesús habló de guardar la vida para la vida eterna?
El pastor en Suiza estaba desconcertado por la referencia a la vida eterna en un contexto que claramente tiene que ver con el discipulado, no la justificación. “El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará” (Juan 12:25, énfasis añadida).
No es de extrañar que la abundancia de nuestra vida eterna en el mundo venidero se relacione directamente con la manera en que vivimos ahora. Jesus habló de esto a menudo.
En Juan 4:35-36, Jesús dijo, “Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega. Y el que siega recibe salario, y recoge fruto para vida eterna, para que el que siembra goce juntamente con el que siega.” Nota que aquí también encontramos la expresión para vida eterna usada en un contexto que trata del discipulado. La referencia a un salario demuestra claramente que el contexto trata de las recompensas. Aquellos que comparten su fe con los demás ahora (tanto los que siembran la semilla como los que realmente llevan a las personas a la fe en Cristo) tendrán un mayor gozo en la vida por venir.
En Mateo 19:29, Jesús les prometió a los discípulos, “Y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre…por mi nombre, recibirá cien veces más [ahora], y heredará la vida eterna.” Heredar la vida eterna es más que simplemente tener la vida eterna. Jesús dijo que la vida eterna es una posesión actual de todos los que simplemente creen en Él (p.ej., Juan 3:16; 5:24; 6:47). Esta herencia futura de la vida eterna se refiere a gobernar con Él en la vida por venir (cf. Mateo 19:28), y tener una experiencia rebosante de la vida eterna.
Encontramos la misma verdad en todo el Nuevo Testamento. Véase por ejemplo, Mateo 6:19-21; 10:32-33, 40-42; Juan 10:10; 1 Cor 9:24-27; Ga 5:19-21; 6:7-9; Col 1:21-23; 2 Tim 2:12; 1 Juan 2:28; y Apocalipsis 2-3.
Guardar tu vida para la vida eterna es primordial
“Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará” (Juan 12:26). Aquí Jesús explica lo que quería decir cuando habló de guardar la vida para la vida eterna. Significa que la persona será honrada por Dios. Por supuesto, con este honor vendrán otras recompensas tangibles como gobernar con Jesús, vestiduras blancas especiales, y una piedrecita blanca que tiene grabado un nombre de afecto especial que Jesús tiene solo para ti (véase Apocalipsis 2:17, 26; 3:4-5).
Juan 12:25 no contradice la justificación solo por la fe. No está hablando de la justificación. Está hablando de seguir al Señor Jesús en el camino de sacrificio a través de la abnegación y la renunciación de nuestras vidas. Si hacemos eso, en el mundo por venir serán más rebosantes.
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Bob Wilkin es el Director Ejecutivo de Grace Evangelical Society (Sociedad Evangélica de la Gracia). Vive en Highland Village, TX, con su esposa de 43 años, Sharon. Su libro más reciente es Turn and Live: The Power of Repentance [Tornar y Vivir: El Poder del Arrepentimiento].