La siguiente es una sección del capítulo 5 (“Cielo”) de mi libro titulado The Ten Most Misunderstood Words in the Bible (Las diez palabras más malinterpretadas de la Biblia).
Cuando estaba en el personal con La Cruzada Estudiantil Para Cristo, había una canción que cantábamos en nuestras reuniones semanales en el campus. Fue un coro llamado, “El cielo es un bello lugar.” Cantábamos sobre lo maravilloso que es el cielo. El cielo, cantábamos, está lleno de gloria y amor. “Yo quiero ver a mi Salvador. El cielo es un bello lugar. Yo quiero ir allá.” El personal y los estudiantes amaban la canción. Pero desafortunadamente, esa canción presenta una vista equivocada del cielo.
Sí, el cielo es un lugar maravilloso, lleno de gloria y amor. Y sí, mi Salvador está allí ahora mismo. Sin embargo, la canción da la impresión distinta de que pasaremos la eternidad en el cielo en la presencia de Jesús. Pero ni el Señor Jesús ni tampoco los creyentes pasarán la eternidad en el tercer cielo. Jesús y los creyentes pasarán la eternidad en la nueva tierra. El tercer cielo no fue hecho para humanos. Y los humanos no fueron hechos para el tercer cielo.
Sabemos esto simplemente por leer los primeros capítulos de Génesis. Si Adán y Eva no hubieran pecado, entonces no hay duda de que Adán y Eva y todos sus descendientes habrían vivido en la tierra al menos hasta que se llenara. Piensa en eso por un momento. El diseño de Dios para los humanos no era que vivieran en el tercer cielo para siempre. Él no nos diseñó para el tercer cielo. Él nos dio cuerpos y un planeta en donde usarlos. Mientras que los ángeles probablemente fueron diseñados para pasar al menos algún tiempo en el tercer cielo, los humanos no.
¿Qué hubiera pasado si Adán y Eva no hubieran caído y hubieran cumplido con el mandamiento de Dios para llenar la tierra? En ese momento, o Dios hubiera cortado la reproducción (recuerde que nadie hubiera muerto jamás), o de lo contrario, hubiera permitido que los humanos salieran y colonizaran los planetas, los segundo cielos.
Es muy posible que antes de la caída de Adán y Eva, todos los planetas hubieran sido no sólo capaces de sostener la vida humana, sino que hubieran sido edénicos. Pero aún si la situación antes de la Caída era como es actualmente en términos del porcentaje de planetas habitables, hubieran existido millones de planetas capaces de sostener la vida humana. Y el universo está siempre expandiéndose, así que nuevos planetas están surgiendo todo el tiempo.
Adán y Eva y sus descendientes, lo cual nos incluye a ti y a mí, no fueron hechos para el tercer cielo. Por supuesto, Dios supo que un día nosotros volaríamos en el primer e incluso en el segundo cielo. Pero no nos creó para vivir en el tercer cielo. Fuimos creados para ser seres terrenales.
”Ah,” dirían algunos, “pero después de que pecaron, eso significaba que los humanos ya no fueron destinados para vivir en la tierra, sino en el cielo, es decir, en el tercer cielo.” Mientras que Dios ciertamente podría haber cambiado sus planes para los humanos, la Biblia no respalda esa noción. De hecho, los últimos dos capítulos de la Biblia están muy claros que el lugar donde los creyentes vivirán no son los nuevos cielos, sino la nueva tierra.
El apóstol Juan “[vio] la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido” (Ap 2:21, énfasis añadido). Claramente, la santa ciudad, la cual es donde estarán las calles de oro, será en la nueva tierra, no en el tercer cielo donde habita Dios el Padre. (3) Esto se respalda en el próximo versículo en que dice Juan, “Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo” (Ap 21:3). Nota que él morará con ellos. Juan no dice que los hombres morarán con él. Al contrario, Él habitará con nosotros. Él viene a nuestro lugar. Esa es una de las razones porque tomó un cuerpo, para que pudiera vivir entre nosotros. (Por supuesto, otra razón es que Él tenía que ser completamente humano para entonces morir en la cruz para quitar nuestros pecados y hacer posible que tengamos vida eterna por fe.)
El primer y último capítulo de la Biblia aclara que Dios ha venido a la tierra para habitar con nosotros en la tierra.
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Bob Wilkin es el Director Ejecutivo de Grace Evangelical Society (Sociedad Evangélica de la Gracia). Vive en Highland Village, TX, con su esposa de 43 años, Sharon. Su libro más reciente es Turn and Live: The Power of Repentance [Tornar y Vivir: El Poder del Arrepentimiento].