En el pasado he escrito sobre el hecho de que el autor del libro de Hebreos creía en la seguridad eterna del creyente. Un creyente no puede perder o renunciar a la vida eterna. Pero el autor también reconoció que un cristiano también es capaz de cometer pecados graves. Por lo tanto, los pasajes de advertencia en Hebreos son dirigidos a los creyentes, pero no tratan de ir al infierno. Sin embargo, el creyente infiel experimentará una gran pérdida.
Podemos ver esto en el ejemplo de Esaú. Seguía siendo el hijo de Isaac incluso si amaba las cosas pasajeras del mundo más que las cosas espirituales. En el capítulo 10, vemos que un hijo justo de Dios puede apartarse de la fe y ganarse la desaprobación de Dios. En el capítulo 2:1-3, vemos que un creyente también puede experimentar otro tipo de “salvación” en el futuro. Esta salvación trata de vivir una vida que agrada al Señor y resultará en las recompensas en el Reino de Dios.
Cuando comprendemos estos principios (y esto pasa si dejamos al texto hablar por sí mismo), podemos ver las Escrituras desde una óptica diferente. Esto sucede cuando aceptamos lo que dice el texto, y no necesariamente lo que pueda instruirnos una tradición teológica.
Un ejemplo de esto se encuentra en Hebreos 12:22-23. Aquí, el autor afirma:
“Vosotros, en cambio, os habéis acercado al monte Sion y a la ciudad del Dios vivo, la Jerusalén celestial, y a miríadas de ángeles, a la asamblea general e iglesia de los primogénitos que están inscritos en los cielos, y a Dios, el Juez de todos, y a los espíritus de los justos ya perfectos…“
En estos versículos, el autor está comparando el monte Sinaí terrenal del Antiguo Pacto con el monte celestial involucrado en el Nuevo Pacto. Cristo está sentado en los cielos como nuestro gran sumo sacerdote (4:14-16).
El autor también habla de las personas involucradas en el Nuevo Pacto. Se refiere a la “asamblea general e iglesia de los primogénitos.” Los nombres de tales personas están “inscritos en los cielos.” Ciertamente es posible que el autor esté describiendo a todos los cristianos con estas palabras.
Sin embargo, también es posible que el autor esté describiendo a otro grupo de personas. Cuando recordamos que Esaú renunció a sus derechos de primogénito—y que en el mismo capítulo su historia se da como un ejemplo de lo que estos cristianos no deberían hacer—(12:16-17), podemos ver esta descripción bajo una luz diferente.
Las palabras “asamblea general” constituyen solo una palabra en el griego, que significa una fiesta gozosa. La palabra “iglesia” puede significar simplemente una asamblea de personas. Se usa de esa manera tanto en el Nuevo Testamento como en la traducción griega del Antiguo Testamento.
A la luz del ejemplo de Esaú, el autor muy probablemente puede estar hablando de aquellos creyentes que quedan fieles al Señor durante los tiempos difíciles. En el Reino, ellos formarán un grupo separado. Ellos serán como hijos “primogénitos,” y gobernarán con Cristo. En aquel día, tendrán una celebración gozosa recibiendo la aprobación del Señor por la manera en que vivieron sus vidas.
Si es así tales cristianos tendrán sus nombres “inscritos” en los cielos en un sentido especial. Esta es una palabra raramente usada en el Nuevo Testamento, y significa estar matriculado. Puede referirse a una lista de nombres a los que se les ha otorgado un honor especial. Podemos ver un ejemplo de eso en el Pentágono en Washington DC (en los EEUU). Hay un Salón de Honor. En este Salón, hay una lista de nombres de los héroes más grandes en la historia militar de nuestra nación. No todos los soldados, pasados o actuales, están en esta pared. Está reservada para aquellos que han servido fielmente a nuestra nación en las circunstancias más extremas.
La evidencia parece indicar que esto es lo que el autor está diciendo. Aquellos creyentes que quedan fieles al Señor serán honrados de una manera especial en el Reino de Dios. Serán recompensados por Cristo.
Muchos cristianos retroceden frente a un pensamiento así. Ellos simplemente no pueden aceptar la idea de que habrá “diferencias” de honores y posiciones en el Reino de Dios. Pero esto se debe únicamente a que hay tradiciones con una larga historia que niegan la existencia de tales diferencias. El libro de Hebreos, si dejamos que las palabras nos enseñen, nos dice que Dios de veras recompensará la fidelidad. Por otro lado, la infidelidad por parte de Sus hijos resultará en la pérdida de esas recompensas.
La aplicación está clara. Como cristianos, nosotros tenemos vida eterna. No podemos perderla, pase lo que pase. Sin embargo, deberíamos desear que cuando estemos con el Señor, Él sea honrado al honrarnos a nosotros por nuestra fidelidad.
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Ken Yates es pastor de la iglesia Little River Baptist [Iglesia Bautista Rio Pequeño] en Jenkinsville, Carolina del Sur. Él enseña con GES en los institutos bíblicos por todo el mundo.