por Bob Wilkin, publicado originalmente en la edición de septiembre/octubre de 2008 de Grace in Focus
La primera cosa que dices que es vital
Los periodistas están formados para poner el corazón de su historia en el primer párrafo. Ese párrafo inicial se llama la cabeza y se considera vital para atraer al lector y le comunicarle de qué trata la historia.
Se puede decir lo mismo sobre el evangelismo. Idealmente, tus primera o primeras dos frases ya deberían captar el interés de tu interlocutor y comunicarle qué es lo que quieres decir.
Sin embargo, desde mi experiencia, la mayoría de la gente no comienza con algo que sea particularmente interesante o que resuma bien lo que están a punto de demostrar.
A menudo no llegas a terminar lo que querías decir
En mis tres años ayudando en la Campus Crusade for Christ (Cruzada Universitaria por Cristo, CUC), probablemente compartí mi fe más de cien veces. En mis cuatro años como empleado del la CUC probablemente compartí mi fe más de mil veces. En los 30 años desde que dejé de trabajar para la CUC he compartido mi fe con muchas más personas.
Mi experiencia es probablemente como la tuya. De cada diez personas que empiezas a evangelizar, más de la mitad no te escucharán hasta el final de tu presentación. Yo diría que el porcentaje de las personas que te permiten decir todo lo que tienes planeado está entre el 10% y el 20%.
Eso significa que la mayoría de la gente casi no va a escuchar nada después de tu primera o segunda frase.
Eso fue así durante mi tiempo en la CCC cuando era estudiante y luego como miembro del personal. Lo encontré muy frustrante. Pero no aprendí de ello. Continué evangelizando de la misma manera.
Después de dejar la CCC, empecé a evangelizar de forma diferente. Pronto encontré las agallas para decir en la primera o las primeras dos frases lo que tenía planeado, y a continuación ver cómo respondía la persona con la que estaba hablando. Eso me liberó para ser más espontáneo, pero también significaba que, aunque no hubiera podido decir más de una o dos frases, ya había verbalizado el mensaje. Ya que entre el 80% y el 90% de la gente nunca escuchó más que eso, estaba aumentando enormemente la eficacia de mi testimonio.
Por supuesto, ya que esta era la forma en que el Señor Jesús testificaba, para mí tenía sentido que siguiera el patrón que Él había establecido. Sin embargo, la mayoría de la gente no hace eso. Creo que en general esto pasa porque no han considerado qué es lo que quieren expresar al principio del mensaje.
La mayoría empieza con “Eres un pecador separado de Dios”
La mayoría de la gente comienza con una declaración sobre la pecaminosidad del oyente: “Eres un pecador separado de Dios. Pablo dijo en Romanos 3:23…”
¿Atrae esa introducción al interlocutor para seguir escuchando? Tal vez. Mi experiencia es que este tipo de comienzo no provoca interés en la mayoría de la gente.
¿Esa introducción le trasmite a la persona la esencia de lo que quieres decirle? Definitivamente no.
Además, si ocho o nueve de cada diez no escuchan más allá de tu primera o segunda frase, ese es el mensaje que se llevan.
Algunos empiezan con “Dios te ama”
El modelo de la CCC empieza con “Dios te ama y tiene un maravilloso plan para tu vida”. Esto al menos tiene la ventaja de ser positivo. Motiva a algunos oyentes a seguir escuchando. Aún así, la mayoría de la gente no va a escuchar mucho más allá de esto.
Pero, ¿Has dicho lo que tenías planeado? No. No te has acercado a decir qué es lo que quieres compartir.
Algunos empiezan con la Deidad de Cristo
Otro enfoque es decir algo como: “Dios se hizo hombre. Jesucristo nació en Belén y vivió una vida sin pecado…” Ese enfoque podría haber atraído el interés de los oyentes hace 50 años, pero no funciona tan bien hoy en día. La mayoría de la gente ha oido esto muchas veces y cuando se empieza de esta manera no están interesados en oír más.
Este enfoque no pasa la prueba de comunicar la parte importante de lo que se pretende decir. Si esto es todo lo que consigues compartir, entonces realmente no has dicho lo suficiente para ayudar a la persona a nacer de nuevo.
Algunos empiezan con “Jesucristo murió en la Cruz por tus pecados”
Este enfoque es bastante común y se centra tanto en la obra de Cristo en la cruz como en la pecaminosidad de la persona con la que se está hablando.
¿Pero es esto algo que atrae el interés de la gente? La mayoría de las personas no están interesadas en escuchar más cuando se empieza de esta manera. La razón es simple. Han escuchado este enfoque muchas veces.
Esto tampoco ofrece el fondo de lo que quieres compartir. Es un comienzo, pero no es suficiente para que la persona entienda realmente lo que estás tratando de decir.
¿Por qué no empezar con Juan 6:47?
Me gusta empezar con alguna variación de lo que dice Jesús sobre la garantía de la vida eterna a todos los que simplemente creen en Él. Por ejemplo, “Jesús dijo: ‘El que cree en mí tiene vida eterna’ (Juan 6:47)”; o puedo decir, “Como seguramente sabes, Jesús dijo, Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna (Juan 3:16)”. Incluso podría empezar simplemente parafraseando uno de esos versículos.
Me he dado cuenta de que cuando digo algo así y espero a ver cómo responde la persona, más de la mitad de la gente hace un comentario o una pregunta. Podrían decir algo como “Eso es demasiado fácil”, “Si eso fuera cierto, entonces la gente mala podría ir al cielo” o “Sólo la gente que vive para Dios consigue llegar al cielo”.
A veces me cortan cuando empiezo a responderles. A veces escuchan brevemente y luego cambian de tema. Otras veces escuchan y continuamos la conversación durante cierto tiempo.
La mayoría de las veces ese enfoque capta el interés del oyente. Casi se les puede ver pensando, ¡Nadie me había hablado antes de Jesús de esta manera!
La belleza de este enfoque es que comunicas la esencia de lo que quieres decir en la primera o segunda frase. Si eso es todo lo que la persona va a escuchar, y probablemente será el caso para más de la mitad de la gente, entonces al menos les has dicho lo que necesitan creer para tener la vida eterna.
Pero, algunos objetarán que nadie puede creer en Jesús para la vida eterna sin ser consciente de su pecaminosidad y la muerte y resurrección de Jesús. Eso puede ser cierto. Nunca he conocido a una sola persona que haya nacido de nuevo que no creyera también que era un pecador, que Jesús es Dios, y que Jesús murió en la cruz por sus pecados y se levantó físicamente de entre los muertos. Sin embargo, ¿cuántas personas has conocido en los Estados Unidos que no son conscientes de su propia pecaminosidad y de la muerte de Jesús en la cruz y su resurrección de entre los muertos?
Digamos que una de cada diez personas no lo sabe, aunque creo que el número es más bien uno de cada mil. Si compartes con ellos el versículo de Juan 6:47, les has dado algo en lo que pensar. Puede que se pregunten ¿Por qué este Jesús de la Biblia debería ser capaz de dar a los que creen en Él la vida eterna? Eso puede resultar en que aprendan acerca de su deidad, muerte y resurrección y que luego lleguen a la fe en Él.
Pero si no entregas el mensaje de la fe en Cristo a la persona antes de que dejen de escucharte, ¿has hecho realmente un buen trabajo compartiendo tu fe? Si les dices que son pecadores y eso es todo lo que puedes compartir, no has compartido tu fe. Si compartes la deidad de Cristo, pero nada más, has perdido tu oportunidad. Si compartes su muerte en la cruz por los pecados del mundo y nada más, les dices algo que probablemente ya crean, pero eso es todo.
Ahora hagamos la pregunta de la otra manera. ¿Cuántas personas has conocido que ya creen que simplemente por la fe en Jesucristo tienen la vida eterna que nunca se puede perder? Mi experiencia es que menos de una de cada veinte, o menos del 5% de las personas que conozco ya creen eso. La gran mayoría no lo cree. Así que cuando comparto ese mensaje, estoy compartiendo algo que ellos no conocen y que a menudo ni siquiera han escuchado antes y que realmente necesitan escuchar.
El método KISS
El método MSS significa “Manténlo Simple, Santo” (Keep It Simple Saint). Puede que hayas memorizado una presentación de cinco, diez o quince minutos que va desde la creación a Cristo o desde Belén a la tumba vacía. Todo eso está bien si eres capaz de comunicar el mensaje de la fe en Cristo para la vida eterna. Pero si tú también descubres que la mayoría de la gente no escucha todo tu mensaje, entonces ¿por qué no empiezas con la esencia de lo que tú consideras que es el mensaje?
La ventaja de este simple enfoque es que es igual al que usó nuestro Señor. Estudia la forma en que Jesús habló con la mujer samaritana en el capítulo 4 de Juan. Es un enfoque muy sencillo. Siete veces le hizo declaraciones breves y siete veces ella le respondió brevemente. Inmediatamente llegó al corazón del asunto, el agua viva y la vida eterna que Él da al que bebe/cree en Él (Juan 4:10, 13-14). Él la llamó a la fe en sí mismo para la vida eterna con un mensaje extremadamente simple.
Incluso si estás decidido a compartir un mensaje de MCS “Manténlo Complicado, Santo” (Keep It Complicated Saint), ¿No podrías empezar al menos con la simple verdad de Juan 6:47? En este caso, podrás ver un cambio en la forma en que la gente responde a tu declaración inicial. Y, además, te alegrarás de haberlo hecho si la persona no escucha más allá de tu primera o segunda frase.
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Bob Wilkin es el Director Ejecutivo de Grace Evangelical Society (Sociedad Evangélica de la Gracia). Vive en Highland Village, TX, con su esposa de 43 años, Sharon. Busca su nuevo libro Faith alone in one hundred verses [Sola Fe en cien versículos] disponible ahora.