La palabra “muerte” (thanatos) ocurre 22 veces en la carta a los Romanos. (La palabra “muerte” [nekros] ocurre 16 veces). A menudo, al oír la palabra “muerte,” las personas piensan que la Biblia está hablando sobre la muerte eterna—o lo que sucede cuando una persona va al infierno. Lo más a menudo esto pasa con Ro 6:23, donde Pablo dice “Porque la paga del pecado es muerte.” Este versículo se usa frecuentemente en las invitaciones evangelísticas. Ciertamente todos hemos visto este versículo usado de esa manera en los tratados evangelísticos. Se sostiene que si una persona no cree en Jesucristo, morirá con sus pecados no perdonados, e irá al infierno. El infierno es la segunda “muerte” y lo que la persona gana por sus pecados.
Hay varias razones para reconsiderar este entendimiento de Ro 6:23. En este blog, discutiré algunas de estas razones. Primero, el principal diccionario griego para el Nuevo Testamento dice que el uso más común de la palabra “muerte” se refiere a la muerte física, no eterna. Segundo, es el exacto significado que encontramos, cuando miramos cómo se usa esa palabra en Romanos.
El lector mismo puede observar cómo se usa la palabra en Romanos (1:32; 5:10, 12 [2x], 14, 17, 21; 6:3, 4, 5, 9, 16, 21, 23; 7:5, 10, 13 [2x], 24; 8:2, 6, 38). Es obvio que la gran mayoría de las veces, la palabra claramente significa muerte física. Muchas personas reconocen este hecho y todavía sienten que en 6:16, 21 y 23, Pablo la usa para referirse a la muerte espiritual.
Sin embargo, yo diría que en estos versículos la palabra tiene el mismo significado que en otros pasajes donde ocurre. Si miramos cuándo la palabra se usa en el libro, podemos ver que en cada uso menos uno (1:32), la palabra aparece en la parte de Romanos que trata con la santificación. En los capítulos 5-8, Pablo habla de la manera en que deberíamos vivir después de haber creído.
El punto de Pablo en esta sección es que el pecado tiene consecuencias graves, e incluso puede conducir a la muerte física. Como creyentes, cada vez que pecamos, experimentamos las fatales consecuencias del pecado. El pecado nos lleva en esa dirección. Por ejemplo, Santiago utiliza la palabra de esta manera en Santiago 5:20.
Pablo tiene este concepto en mente al describir su propia experiencia con el pecado. Después de convertirse en creyente, cuando pecaba, experimentaba muerte (7:9-10). ¡Pablo no se fue al infierno! No experimentaba la muerte eterna.
Esta visión de la palabra “muerte” tiene sentido incluso en vv 6:16, 21 y 23. Pablo está hablando a los creyentes y les dice que cuando los creyentes pecan, están experimentando muerte (6:16). Dice lo mismo en v 6:21. El pecado en la vida de un creyente significa experimentar muerte lo que puede conducir incluso a la muerte física.
Probablemente el versículo más difícil de entender en este contexto es Romanos 6:23. Pero seguramente deberíamos entender el v 23 a la luz del sentido en que se usa la palabra en v 21. Dios nos ha dado vida eterna. Como creyentes, cuando caminamos en obediencia por el poder del Espíritu, estamos experimentando esa vida. Pero cuando pecamos, estamos experimentando muerte. Actuando de esa manera, nos alejamos de disfrutar la vida que tenemos. Dado que Pablo está hablando a los creyentes, también sabemos que no está hablando de la muerte espiritual/el infierno. Porque es imposible que los creyentes experimenten la muerte eterna.
El punto de Pablo en Romanos no es que el pecado conduce al infierno. Lo que obliga a una persona ir al infierno es el hecho que ella no tiene vida eterna. La vida eterna es un regalo gratuito que se obtiene sólo por la fe en Cristo. No obstante, el pecado trae consecuencias. Cuando el creyente peca, está experimentando muerte. Tal vez podríamos decir que con cada acto del pecado, perdemos la oportunidad de experimentar la vida que tenemos como creyentes. El pecado siempre produce la muerte. Si no es dejado, incluso puede conducir a la muerte física.
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Ken Yates es el pastor de la iglesia Little River Baptist [Iglesia Bautista Rio Pequeño] en Jenkinsville, Carolina del Sur. Él enseña con GES en los institutos bíblicos por todo el mundo.