Recibimos esta perspicaz pregunta de John, lector habitual de nuestro blog:
Acabo de leer su entrada de blog más reciente concerniente a “Dead Spoken Faith Alone” [Fe muerta solo hablada]. En su punto #10, usted menciona que tener la seguridad es esencial para una fe que salva. Tengo que admitir que todavía me asusta pensar en estar atormentado en el infierno. Creo en Cristo; creo que murió en la cruz y resucitó, pero todavía no estoy seguro de que no acabaré en el tormento eterno. A veces imagino una escena de mi vida unos instantes antes de morir, y me siento aterrorizado: ¿Qué pasa si termino en el tormento eterno? No creo que eso se pueda llamar “seguridad de salvación.” Así que ¿quiere decir que realmente no he creído, y por lo tanto estoy perdido? Una pregunta más: pensé que hay una sola fe,no diferentes tipos de fe. Pero en el punto #10, usted también menciona fe “salvadora” ¿Podría aclararlo?
Siga con su trabajo; su blog son una verdadera bendición para mí.
Lamento por haberle confundido a este lector utilizando la frase “fe salvadora”. No fue mi intención implicar un tipo de fe particular en Cristo que sería salvadora en contraste a un otro tipo de fe en Cristo que no salva. Hay un solo tipo de fe, que es la persuasión, es decir, “estar convencido”. Lo que quería decir es que existe la fe en el mensaje de la vida eterna, y que esta fe salva. Tal vez las siguientes ilustraciones van a ser de ayuda.
Creo que Dios es todopoderoso. Si hablara mucho de esta fe, para ahorrarme las explicaciones, podría llamarla “fe omnipotente”.
No estaría señalando otro tipo de fe, sino el objeto específico de la fe. No significaría que meramente creo que existe una fuerza todopoderosa en el universo. Significaría que creo que el Dios de la Biblia, Dios el Padre, Dios el Hijo, y Dios el Espíritu Santo, es todopoderoso.
Creo que Jesús nació en Belén. Si hablara mucho de creer eso, podría llamarla fe de Belén. De nuevo, esto no es un diferente tipo de fe. Es la fe en un objeto muy definido. No es la fe que Belén fue una ciudad, ni que todavía es una ciudad, en Israel. Es la fe que el Mesías nació en esa ciudad.
Podríamos referirnos a la fe en el mensaje salvífico como la fe salvadora. No es creer que Dios salva. Ni creer que Dios salva a los que le entregan la vida. Tampoco es creer que Dios da una salvación probatoria a quienes creen en Su Hijo y luego pueden ganar la salvación final si perseveran en la fe y las buenas obras. Cuando usamos la frase “fe salvadora” en GES, lo que pretendemos es creer que todos los que simplemente creen en Jesús para la vida eterna tienen esa vida, y que esa vida jamás se puede perder (Juan 3:16; 5:24; 6:35, 47; 11:26; Hechos 16:31; Ef 2:8-9; Ap 22:17).
Intentaré evitar usar esa expresión, pero se me puede pasar de vez en cuando, ya que me ahorra muchas palabras de explicación.
Las dudas de Juan no prueban que no ha nacido de nuevo.
Primero, si alguna vez en su vida estuvo convencido de que por la fe en Jesús le fue garantizado estar con Cristo para siempre, entonces permanece salvo para siempre, incluso si las dudas deslizaron un minuto después de que creyó–e incluso si esas dudas nunca lo abandonaron.
Segundo, me parece que John sufre de Trastorno Obsesivo Compulsivo. Puedo identificarme con eso. Si es así, es probable que no esté relatando su dilema con precisión. John puede estar convencido de que tiene la vida eterna, pero aún el pensamiento ajeno se mete en su cabeza, “¿Y si termino en el tormento eterno?”
Ese pensamiento no es lo que cree. Aún no es la duda, sino la tentación. Si decide meditar en ello, tal pensamiento puede convertirse en dudas e incredulidad. John puede empezar a leer autores que creen que se puede perder la salvación. Si lo hace, estará alimentando esa tentación, y pronto eso lo llevará a la incredulidad.
Lutero dijo que no podemos evitar que los pájaros vuelan sobre nuestras cabezas, pero podemos evitar que hagan nidos en nuestro cabello. Lo mismo es cierto para John. Él no puede evitar que los pensamientos ajenos como “qué pasaría si” se cuelen en su mente. Pero puede evitar alimentarlos. Puede rechazar esos pensamientos diciendo: “Señor, sé que Tú dijiste, “todo aquel que vive y cree en mí no morirá eternamente” (Juan 11:26). Yo vivo y creo en Ti para la vida eterna. Por lo tanto, sé que no moriré eternamente. Lo garantizas, y Tú no puedes mentir. Por favor quita este pensamiento perturbador. Sé que es una mentira. Gracias por el regalo gratuito de la vida eterna. Te lo agradezco mucho.”
Hay otras maneras de impedir al pájaro “anti-seguridad” hacer un nido en tu cabello. Lee blogs y artículos y libros que son claros en cuanto a la promesa de vida eterna a todos los que simplemente creen en Cristo. Escucha radio programas inequívocos en el mensaje de la salvación. Participa regularmente en una iglesia local que enseña correctamente la Palabra de Dios y la promesa de la vida eterna.
Si Juan, o cualquiera de ustedes que lea esto, un día llega al punto de perder la seguridad de la vida eterna, le insto a que ore con fervor y persistencia hasta que la recupere. Dios contestará esa oración afirmativamente si persistes en pedírselo (Lucas 18), ya que Su voluntad es que sus niños sepan que son parte de Su familia para siempre. No te conformas con vivir con la incertidumbre sobre tu destino eterno. Dios te ama y quiere que tengas seguridad y que compartas esa certeza sobre el mensaje de la vida eterna con otros.
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Bob Wilkin es el Director Ejecutivo de Grace Evangelical Society (Sociedad Evangélica Gracia). Vive en Highland Village, TX, con su esposa de 43 años, Sharon. Su libro más reciente es Turn and Live: The Power of Repentance [Tornar y Vivir: El Poder del Arrepentimiento].