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Prisión teológica

Prisión teológica

July 1, 2025 by Ken Yates in Su Gracia Gratuita

La mayoría de nosotros hemos conocido a personas que están encerradas en una prisión teológica. Los calvinistas creen que Dios escogió, antes de que nacieran, a quienes estarían en su reino. Si fuiste escogido, estás dentro. Si no lo fuiste, pasarás la eternidad en el lago de fuego. Los calvinistas y los adherentes a la salvación por Señorío creen que si eres uno de los escogidos, llevarás una vida piadosa y lo harás hasta el día de tu muerte. Como todos pecamos, incluso los escogidos, siempre queda la duda de si estamos viviendo a la altura de ese estándar.

Imagina vivir en ese tipo de prisión teológica. No sabes si fuiste escogido. No sabes si estás viviendo una vida lo suficientemente santa. No sabes si continuarás haciéndolo. Te encuentras en una celda aterradora, en una cárcel cruel. Entender y creer correctamente un versículo como Juan 3:16 te liberaría de esa prisión, pero tu tradición teológica no te permite creerlo.

Hace poco escuché acerca de Steve Lawson, un ejemplo claro de lo terrible que debe ser vivir así. Durante más de cuatro décadas estuvo sumido en esa prisión. Predicó y enseñó estas creencias y escribió libros defendiéndolas. Sus colegas más cercanos hacían lo mismo.

El año pasado se reveló que no vivía lo que predicaba. Había sido infiel a su esposa y mantenía una relación con otra mujer. Durante cuarenta años, había enseñado que un escogido no podía hacer eso. Un adúltero no cumplía los estándares de santidad requeridos para entrar en el reino. Imagina el terror que debió sentir. No le quedó otra opción. Tuvo que concluir que no era uno de los afortunados escogidos.

No sorprende que sus colegas más respetados se volvieran contra él. Dijeron que era un farsante hipócrita. Sus amigos de toda la vida declararon públicamente que casi con certeza ardería en el infierno por toda la eternidad.

Cuando escuché eso, me pregunté qué pensaría Lawson. ¿Pudo ver que quienes lo condenaban también eran pecadores? ¿Sabía si algunos de sus alumnos eran adictos a la pornografía o luchaban con otros pecados como el orgullo? ¿Qué pensaba de sus amigos que también habían tenido aventuras? ¿Estaban quienes lo juzgaban cumpliendo con los estándares de santidad que le exigían a él? ¿Se dio cuenta de que todos somos pecadores con pies de barro? Ninguno de nosotros querríamos que nuestros pensamientos y acciones más íntimos fueran expuestos a la condena pública.

La hipocresía de sus jueces podría hacer que alguien como Lawson dejara su prisión. Sería maravilloso que su pecado lo llevara a darse cuenta de que no puede estar a la altura. Podría leer Juan 3:16 y comprender lo que realmente dice: Todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. El creyente no tiene que temer que Dios no lo haya escogido. El creyente no tiene que mirar sus muchos pecados y concluir que su vida no está a la altura de la actitud hipócrita y autosuficiente de los demás. Recibimos la vida eterna por la gracia de Dios, al creer en su Hijo para obtenerla. Si Lawson hubiera hecho eso, habría sido como darle la llave de su celda. Podría haber sido libre.

Sin embargo, esta semana, Lawson publicó en Twitter que no pasó por ese proceso. Esperó cerca de siete meses para responder públicamente a lo sucedido. Confesó su pecado, pero, como buen calvinista, explicó por qué tardó tanto. Dijo que “necesitaba examinar mi alma para determinar si mi arrepentimiento era genuino”.

Sigue en su celda. En su mente, creer en Cristo para vida eterna no es suficiente. Tenía que determinar si su arrepentimiento era genuino. Solo un escogido puede arrepentirse genuinamente. Pero, ¿qué significa eso? ¿Lo lamentaba suficientemente? ¿Se castigó lo suficiente a sí mismo? ¿Fue suficiente lo que le dijo a su esposa al pedirle perdón? ¿Ha purgado las imágenes sexuales de su mente lo suficiente? ¿Desea estar con la otra mujer más de lo debido? ¿Cómo se mide todo eso? Sus colegas, con toda seguridad, dirán que su arrepentimiento no es “genuino”. Es demasiado mayor y ya es muy tarde. Ha mostrado su verdadero yo como alguien que no fue escogido. Mientras permanezca en esa celda, se hará las mismas preguntas.

Los que comprendemos la gracia deberíamos sentir compasión por Lawson. Sus acciones fueron deplorables. Estoy seguro de que hirió profundamente a los que más amaba y les causó un gran dolor. No tengo duda de que se arrepiente profundamente de lo que hizo.

Es fácil subirse al carro de la condenación. Pero espero que todos seamos conscientes de que somos capaces de hacer lo mismo.

Por malas que hayan sido las acciones de Lawson, no son lo más triste de su vida —y él ni siquiera se da cuenta de ello. Es prisionero de una teología cruel. Aquellos a quienes respeta dicen que irá al infierno. Él piensa que probablemente tienen razón. Espero que la luz de la gracia de Dios logre atravesar la oscuridad de su celda.

___

Ken Yates (Maestría en Teología, Doctorado, Seminario Teológico de Dallas) es editor de Journal of the Grace Evangelical Society. Es orador internacional y de la costa este estadounidense de GES. Su libro más reciente es Hebrews: Partners With Christ [Hebreos: Copartícipes de Cristo].

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by Ken Yates

Ken Yates (ThM, PhD, Dallas Theological Seminary) is the Editor of the Journal of the Grace Evangelical Society and GES’s East Coast and International speaker. His latest book is Mark: Lessons in Discipleship.

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