Estando en Jerusalén en la fiesta de la pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo las señales que hacía. Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos, porque conocía a todos, y no tenía necesidad de que nadie le diese testimonio del hombre, pues él sabía lo que había en el hombre (Juan 2:23-25).
La palabra griega para creer es pisteuō. En el versículo 23, leemos que “muchos creyeron en su nombre, viendo las señales que hacía”. Esta misma palabra se usa en el versículo 24. Sin embargo, no se traduce como creer. Se traduce como fiarse1: “Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos”.
¿Está Juan diciendo algo así como que Jesús no creía que ellos fueran creyentes genuinos?
Eso es lo que afirman muchos comentaristas.
En The Bible Knowledge Commentary, Ed Blum escribió: “Jesús sabía que un entusiasmo temporal o una fe basada en señales no era suficiente” (p. 280). Leon Morris coincidía, “Él no se confiaba a ellos. Buscaba una conversión genuina, no entusiasmo por lo espectacular” (John, p. 182).
D.A. Carson expresó el mismo sentimiento:
Tristemente, su fe era espuria, y Jesús lo sabía. A diferencia de otros líderes religiosos, él no puede ser engañado por la adulación, atraído por el elogio, o sorprendido en su inocencia. Su conocimiento del corazón de los hombres es profundo y explica en parte la diversidad de sus enfoques hacia los individuos en los Evangelios. Por lo tanto, Él no se confiaba a estos conversos espurios (John, p. 184).
Gerald Borchert estaba en la misma línea: “Porque Jesús conocía (ginōskein) cómo son los seres humanos, Él no estaba confundido sobre la creencia auténtica y la no auténtica” (John 1-11, p. 168).
El famoso erudito católico Raymond Brown también sostiene esta perspectiva: “Los versículos 24–25 nos muestran que la fe producida por las señales de Jesús en el vs. 23 no es satisfactoria” (John 1-12, p. 127).
Sin embargo, Zane Hodges adoptó precisamente el punto de vista opuesto en su comentario sobre Juan 1-6. Con respecto a Juan 2:23-24, escribió:
2:23-24. Durante esta visita a Jerusalén que Juan está describiendo, muchas personas creyeron en el nombre de Jesús. Lo hicieron debido a las señales que lo vieron realizar. Esto, por supuesto, era precisamente el objetivo de esas señales, como se afirma en 20:30-31. Como resultado, estas personas obtuvieron la vida eterna (p. 50).
Hodges explica Juan 2:24-25 de esta manera:
Sin embargo, Jesús no se confió a estos creyentes. Esto no significa, como muchos han sugerido sin el menor fundamento, que no fueran salvos. Por el contrario, el evangelista afirma claramente que ellos “creyeron en su nombre” (vv 1:12-13). Pero las palabras de Juan sí indican que el nivel de su conocimiento sobre Jesús permaneció rudimentario. Él no se “reveló” a ellos más plenamente (pp. 50-51).
Hay tres razones convincentes por las que sabemos que los nuevos creyentes de Juan 2:23 habían nacido de nuevo.
Primero, Juan dijo que relató las señales para que sus lectores incrédulos creyeran y tuvieran vida eterna (Juan 20:30-31).
Segundo, Juan informó que muchos creyeron en Su nombre al ver las señales que Él hizo. Las señales cumplieron su propósito. Obtuvieron la vida eterna, como se prometió.
Tercero, según Juan 1:12, creer en Su nombre es lo mismo que creer en Él. Todos los que creen en Su nombre son hijos de Dios (v 12) y nacidos de Dios (v 13).
Estos nuevos creyentes tenían un problema. No estaban dispuestos a confesar su fe en Cristo. Sabemos esto porque Juan 2:23-25 termina con la palabra hombre (anthrōpos), y Juan 3:1 comienza con esa palabra. Nicodemo era un hombre (3:1) que vino a Jesús bajo el manto de la oscuridad (de noche) porque no quería que nadie supiera que estaba interesado en Jesús. Aun cuando cuando llegó a la fe (probablemente cuando escuchó Juan 3:14-18), no salió de la oscuridad. No confesó su fe en Cristo. Véase Juan 7:50-51 y Juan 19:38-39.
Si un nuevo creyente no está dispuesto a reconocer su fe en Cristo, el Señor no le confiará las verdades transformadoras de la vida que tanto le beneficiarían (Romanos 12:2; 2 Corintios 3:18). Cada creyente tiene vida eterna, pero solo los creyentes que caminan en la luz de la Palabra de Dios reciben transformación mediante la renovación de su mente (cf. 1 Juan 1:7).
Hay 246 usos de pisteuō en el NT. Juan 2:24 es uno de solo ocho versículos en los que se traduce como fiarse, o encomendarse2. En la Parte 2, consideraremos los otros siete versículos.
1 (N. del T.): En RVR1960 se traduce como “no se fiaba de ellos”. En RVR1977 como “no se confiaba a ellos”.
2 (N. del T.): En RVR1960.
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Bob Wilkin es el Director Ejecutivo de Grace Evangelical Society (Sociedad Evangélica de la Gracia). Vive en Highland Village, TX, con su esposa de 43 años, Sharon. Su libro más reciente es Turn and Live: The Power of Repentance [Tornar y Vivir: El Poder del Arrepentimiento]