Un lector me envió un vídeo de un mensaje sobre Santiago 2 del pastor J. D. Greear. En ese mensaje, Greear comentó sobre Santiago 2:13, diciendo: “No hay manera de que puedas recibir el tipo de misericordia que Dios te dio al perdonar tus pecados y luego negar misericordia a los demás” (ver aquí en 25:45). Luego procedió a dar una ilustración de un hombre atropellado por un camión de 18 ruedas que no tenía ni un rasguño. Dijo que eso es imposible. “Es imposible que te atropellen con esa fuerza y sigas igual” (27:45). Su argumento es que no hay manera de que una persona pueda ser impactada por el poder salvador de Dios y permanecer igual. Las personas nacidas de nuevo se ven y actúan de manera diferente que las personas no salvas.
¿Tiene razón?
¿Se ven diferentes las personas nacidas de nuevo?
¿Puedes saber si alguien ha nacido de nuevo observándolo durante unas horas?
¿Puedes saber si has nacido de nuevo observándote a ti mismo durante unas horas?
La respuesta a todas estas preguntas es “No”. No hay garantía de que una persona nacida de nuevo se vea diferente a los no creyentes.
¿Cómo lo sabemos?
La Biblia nos lo dice.
Pablo reprendió a los creyentes de Corinto porque muchos de ellos todavía vivían como los incrédulos de Corinto: “porque aún sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres?” (1 Cor 3:3). Actuaban como hombres naturales (1 Cor 2:14). Actuaban como incrédulos.
No hay ninguna promesa en las Escrituras de que los creyentes se vean diferentes.
Nunca tendrás seguridad de tu salvación si la basas en tu comportamiento. Estarás en una búsqueda de por vida. Será un sueño imposible. ¿Por qué? Porque los creyentes pecan (Romanos 3:23; 1 Juan 1:8, 10). Todos estamos destituidos de la gloria de Dios.
J.D. Greear es un gran orador. Es afable y conecta con la audiencia. Sin embargo, se aferra a la Salvación por Señorío, lo cual se nota en su predicación. Él dice que, para nacer de nuevo, debes dedicar tu vida a Cristo, apartarte de tus pecados, y seguir a Cristoi. Y si tu vida no demuestra que tú has sido cambiado radicalmente, entonces demuestras que no fuiste impactado por el poder de Dios.
Tener buenas intenciones no es suficiente. Si distorsionamos la Palabra de Dios, nuestra predicación no es una buena noticia.
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i Véase J. D. Greear, Gospel [Evangelio] (Nashville, TN: B & H Publishing, 2011), pp. 47, 244-45; Stop Asking Jesus into Your Heart [Deja de pedirle a Jesús que entre en tu corazón] (Nashville, TN: B & H Publishing, 2013), pp. 56, 61, 79-81.