Lindsey me envió un increíble video de YouTube. Justin Peters está siendo entrevistado por tres jóvenes calvinistas. Puedes ver el vídeo aquí. El video dura 28 minutos, pero el punto principal viene en los primeros cinco minutos.
El título del vídeo es “Justin Peters Thought He Was Saved Until This Happened [Justin Peters pensaba que era salvo hasta que ocurrió esto]”. Peters plantea una gran pregunta y, lamentablemente, da con la respuesta equivocada.
Peters pensó que, a los siete años, era salvo en una iglesia bautista del sur. Comentó: “Hice una profesión de fe… Asentí intelectualmente a todos los hechos básicos del Evangelio, pero no tuve una verdadera conversión, aunque pensé que sí” (1:05-1:20). Más tarde fue al seminario y se convirtió en evangelista que predicaba en varias iglesias. Dijo: “Sabía que algo andaba mal, pero no sabía lo que era” (1:30-35). “Me parecía que había una contradicción inherente en el Evangelio mismo, y es que, por un lado, enseñamos que uno no es salvo por las obras. Eso lo entendía. Pero para ser salvo, por otro lado, le decimos a la gente que tiene que arrepentirse, lo que me parecía una obra porque pensaba que el arrepentimiento era algo que yo hacía. Tenía que tener la voluntad de apartarme de ciertos pecados… Entonces, ¿cómo, por un lado, acaso puedes decir que el arrepentimiento no es una obra, pero para ser salvo, tienes que arrepentirte, que es hacer una obra? Me parecía una enorme contradicción inherente al Evangelio que no podía entender. Y nunca tuve una seguridad duradera de mi propia conversión” (1:38-2:36).
Antes de darte su solución, permíteme exponer su pensamiento.
Premisa Mayor: La salvación es por la fe, aparte de las obras.
Premisa menor: El arrepentimiento es una obra y es necesario para salvarse.
Conclusión: Hay una contradicción inherente en el mensaje de salvación.
Sugiero que lo debería haber planteado de otra manera:
Premisa Mayor: La salvación es por la fe, aparte de las obras.
Premisa menor: El arrepentimiento es una obra.
Conclusión: El arrepentimiento no es una condición para la salvación.
Peters, sin embargo, llegó a una solución completamente diferente a esta “contradicción inherente”. En el video, continuó diciendo:
El arrepentimiento genuino es una obra, pero es una obra de Dios. Dios nos concede el arrepentimiento. Es un don de Dios. Hechos 5:30-31; Hechos 11; y 2 Timoteo 2:24, 26 hablan del arrepentimiento de Dios. Así que Dios realmente me salvó como predicador (2:53-3:19).
Según los calvinistas, la fe es una obra, y el arrepentimiento es una obra. Pero tanto la fe como el arrepentimiento se entienden como dones de Diosi. Así que tú no puedes creer ni arrepentirte, ni lo haces. Dios cree y se arrepiente por ti.
Pero, ¡espera! Eso no puede ser cierto. Nadie puede creer por ti. Ni tus padres. Ni Dios mismo. Según Juan 3:16 es la persona que cree la que tiene vida eterna. Si Dios creyera por nosotros, entonces Él tendría vida eterna, y nosotros no.
Así que Peters no ha resuelto la contradicción inherente. Si el arrepentimiento es una obra y debemos elegir arrepentirnos para ser salvos después de que Dios nos da la capacidad de arrepentirnos, entonces hemos hecho una obra.
Peters no dijo en la discusión subsiguiente que ahora está seguro de su destino eterno. No puede decir eso, porque no puede estar seguro de que perseverará (1 Cor 9:27), y considera que la perseverancia es una condición para la salvación final.
Más adelante dice que el mensaje de Jesús —supuestamente se refería al mensaje salvífico de Jesús— era de “abnegación, no de tener tu mejor vida ahora, sino de tomar tu cruz, que era una llamada a morir por el evangelio, negándote a ti mismo, dando muerte a las obras del cuerpo, crucificando tu carne, sufriendo por la gloria de Dios” (13:30-49). ¿No es eso también una obra?
Peters tiene razón al afirmar que el arrepentimiento es una obra. Pero no es obra de Dios. Es una obra que hacemos nosotros (por ejemplo, Jonás 3:10; Mateo 12:41; Apocalipsis 9:20-21; 16:9-11).
Peters tiene una página web con una declaración doctrinal (ver aquí). Explica la salvación de esta manera:
La salvación es solo por gracia, solo a través de la fe, solo en Cristo, tal como está registrado solo en la Escritura, solo para la gloria de Dios. Los pecadores son totalmente depravados, lo que significa que, abandonado a su propia naturaleza caída, el hombre no tiene capacidad inherente para salvarse a sí mismo o incluso buscar a Dios (Rom 3:10-11). Por lo tanto, la salvación es instigada y completada únicamente por el poder de convicción y regeneración del Espíritu Santo (Juan 3:3-7; Tito 3:5), quien concede tanto la fe genuina (Hebreos 12:2) como el arrepentimiento genuino (Hechos 5:31; 2 Timoteo 2:23-25). Esto lo consigue por medio de la Palabra de Dios (Juan 5:24) cuando se lee y se predica. Aunque las obras son totalmente inmerecidas para la salvación (Isaías 64:6; Efesios 2:8-9), cuando la regeneración se ha llevado a cabo en una persona, esta mostrará obras o frutos de esa regeneración (Hechos 26:20; 1 Corintios 6:19-20; Efesios 2:10).
Así que Dios nos da fe y arrepentimiento, y nosotros creemos y nos arrepentimos. En su página web, en la sección Elección, Peters dice que los evangelistas deberían llamar a la gente a creer y arrepentirse para ser salvos: “Contrariamente a lo que muchos suponen, la doctrina de la elección no debe obstaculizar en modo alguno los esfuerzos evangelizadores ni los llamamientos a la gente para que se arrepienta y confíe en Cristo” (énfasis añadido).
Pero si la fe y el arrepentimiento son obras, entonces la salvación requiere que hagamos obras. Peters no ha resuelto la “contradicción inherente”.
Puesto que Juan 3:16 solo menciona la fe en Cristo, no el arrepentimiento, debería quedar claro que el arrepentimiento no es una condición de la regeneración y que la fe en Cristo no es una obra (cf. Efesios 2:8-9). De hecho, el arrepentimiento no se encuentra ni una sola vez en el Evangelio de Juan, el único libro evangelístico de la Biblia (Juan 20:30-31).
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i La fe no es un don de Dios. En Efesios 2:8-9, el don de Dios es la salvación por gracia por medio de la fe. Compárese Juan 4:10 y Apocalipsis 22:17. El arrepentimiento tampoco es un don de Dios. Dios “concede” el arrepentimiento, es decir, permite que la gente se arrepienta.