Cuando los creyentes eternamente seguros pecan, no pueden perder la vida eterna, pero pueden perder sus recompensas eternas. No muchos críticos de la seguridad eterna tienen una doctrina de recompensas eternas en su teología, y por lo tanto, lo encuentran difícil interpretar las advertencias bíblicas sobre la posibilidad de perder esas recompensas. En cambio, ellos malinterpretan estos pasajes como si fueran referencias a la pérdida de la salvación.
Por ejemplo, en las cartas de Jesús a las siete Iglesias, el Señor da ejemplos de algunos privilegios del reino que se prometen “al que venciere” (Ap 3:21). El verbo es nikaō. Bob Wilkin explica: “En el Nuevo Testamento, un vencedor es un creyente que vence al mundo, la carne, y al Diablo, al perseverar en la fe y las buenas obras hasta el fin de su vida (ya sea por el Arrebatamiento? o la muerte)” (Wilkin, The Ten Most Misunderstood Words in the Bible [Las diez palabras más malinterpretadas en la Biblia], p. 179). Igualmente, Tony Evans dice, “Significa estar victorioso en el medio de, sobre, en, o a través de cualquier circunstancia que esté reteniendo ilegítimamente a un creyente como rehén” (Tony Evans Bible Commentary (Comentario de la Biblia de Tony Evans), p. 1398).
Todo aquel que venza recibirá privilegios especiales del Señor, como Jesús le prometió a cada una de las iglesias.
Por ejemplo, a los efesios, Jesús les prometió:
“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios” (Ap 2:7).
A la iglesia de Esmirna:
“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El que venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte” (Ap 2:11).
A la iglesia de Pérgamo:
“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe” (Ap 2:17).
A la iglesia de Tiatira:
“Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones” (Ap 2:26).
A la iglesia de Sardis:
“El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles” (Ap 3:5).
A la iglesia de Filadelfia:
“Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo” (Ap 3:12).
A la iglesia de las laodicenses:
“Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono” (Ap 3:21).
No comprendo completamente lo que significan esos privilegios, pero puedo ver claramente que todos son recompensas eternas. Y la implicación es que si no logras vencer—i.e. si persistes en la carnalidad y la inmadurez espiritual—,perderás algunos de esos privilegios del reino.
Esa es otra consecuencia negativa del pecado.
Los defensores de la seguridad eterna insisten en que la vida eterna está garantizada incondicionalmente desde el momento en que crees en Jesús por primera vez. A partir de ese momento, nada de lo que puedas hacer, decir o creer cambiará el hecho de que pasarás la eternidad con Dios.
Sin embargo, eso no quiere decir que el pecado no tenga repercusiones para el creyente. El punto de vista de la Gracia Gratuita da cuenta de las consecuencias. Y como muestra Apocalipsis 2-3, mientras que no puedes perder la vida eterna, puedes perder los privilegios más ricos del reino, como, por ejemplo, comer fruta del árbol de la vida (cf. Ap 22:1-2).
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Shawn Lazar es el Editor de la revista Gracia en el Enfoque, y es el Director de Publicaciones para la Sociedad Evangélica de la Gracia (Grace Evangelical Society). Él y su esposa Abby tienen tres niños. Es pastor bautista ordenado. Tiene el Bachillerato en Teología de la McGill University y Maestría de la Free University of Amsterdam. Ha escrito dos libros: Beyond Doubt: How to Be Sure of Your Salvation [Más allá de la duda: cómo estar seguro de su salvación] y Chosen to Serve: Why Divine Election Is to Service, Not to Eternal Life [Elegido para servir: por qué la elección divina es al servicio, no a la salvación eterna].