¿Qué puede perder un creyente eternamente seguro debido al pecado?
Jesús una vez contó la Parábola de las Minas, en la que un noble fue a un país lejano para recibir un reino (¿Adivina quién es?) y antes de irse, dejó a sus siervos (¿Adivina a quienes representan?) alguna cantidad de dinero para invertir, exhortándoles, “Negociad entre tanto que vengo” (Lucas 19:13). Cuando regresó el noble, evaluó a los siervos y los recompensó según su desempeño. Sin embargo, descubrió que no les fue igual de bien. El primer siervo ganó diez minas y a cambio fue recompensado otorgándole una autoridad para reinar sobre diez ciudades. El segundo ganó cinco minas y recibió cinco ciudades para gobernar. Pero el tercer siervo no hizo nada con su dinero. Ni siquiera lo depositó en el banco para cobrar intereses. Como resultado, no ganó ni una sola ciudad. De hecho, perdió lo poco que tuvo:
“Quitadle la mina, y dadla al que tiene las diez minas. Ellos le dijeron: Señor, tiene diez minas. Pues yo os digo que a todo el que tiene, se le dará; más al que no tiene, aún lo que tiene se le quitará” (Lucas 19:24-26).
Ese siervo perdió la recompensa de gobernar ciudades en el reino de su amo—sin embargo, eso no quiere decir que perdió la vida eterna. Es difícil enfatizar lo suficientemente la importancia de comprender la distinción entre la vida eterna y las recompensas eternas. Es imposible conseguir un entendimiento adecuado del discipulado bíblico y la seguridad eterna. Comprender la distinción entre la vida eterna y las recompensas eternas arroja luz sobre tantos pasajes de advertencia en las Escrituras que es difícil enumerarlos todos.
Pero permíteme darte un ejemplo:
No te puedo decir cuántas veces se ha planteado 2 Tim 2:11-13 como una objeción a la seguridad eterna—es decir, como prueba de que puedes perder la vida eterna. Pero a la luz de la evidencia bíblica de recompensas eternas—a la luz de la recompensa específica de gobernar con Cristo—te pregunto, ¿De qué, exactamente, advierte Pablo aquí?
“Palabra fiel es esta:
Si somos muertos con él,
también viviremos con él;
Si sufrimos,
también reinaremos con él;
Si le negáremos, él
también nos negará.
Si fuéremos infieles,
él permanece fiel;
El no puede negarse a sí mismo”
(2 Tim 2:11-13).
“¡Ves!” dice el opositor. “Negará a los que le niegan. ¿Qué podría ser más claro? Perdieron su salvación.”
Pero ¿Es eso lo que dice Pablo?
Ahora que tienes en mente el concepto de gobernar con Cristo, vuelve a leer sobre qué es lo que Pablo advierte a Timoteo. ¿Qué puede ganar o perder el creyente?
“Si sufrimos,
también reinaremos con él.”
¿Qué significa reinar con Él?
Reinar con Él significa gobernar con Cristo en Su reino, al igual que en la Parábola de las minas. ¿Y qué se requiere para gobernar con Cristo? ¿Será suficiente la fe sola? No. Debes sufrir. Es decir, en esta vida de pruebas y problemas y tribulaciones, debes perseverar en la fe y las buenas obras, sirviendo a Cristo. Y si perseveras en ese servicio, serás recompensado con el privilegio de reinar con Él.
¿Y qué pasa si no perseveras? ¿Qué pasa si te distraes con la vida, te enamoras del mundo, haces del placer carnal la prioridad de tu vida?
“Si le negáremos,
él también nos negará.”
Si niegas a Cristo, ¿qué perderás? Pablo no lo dice explícitamente, pero está implícito en el versículo anterior: te negará el derecho de reinar con Él. Serás igual que el siervo infiel en la Parábola de las minas; es decir, no obtendrás ninguna ciudad sobre la que gobernar y se te quitará lo poco que tienes y se les dará a los siervos que perseveraron y sacaron el mayor provecho de su inversión.
Para ser claro—los creyentes que pierden el derecho a gobernar quedan eternamente seguros. La vida eterna es eterna. Esta es una cuestión de recompensas, no de salvación. Si se le niega el derecho a gobernar con Cristo, tu capacidad de servir a Cristo será limitada. ¿No es esa una consecuencia negativa grave? ¿No te gustaría servir al Señor de la manera que más le agrada? Si es así, entonces vive tu vida para ganar Su aprobación—gana y reina.
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Shawn Lazar es el editor de la revista Gracia en el Enfoque, y es el Director de Publicaciones para la Sociedad Evangélica de la Gracia (Grace Evangelical Society). Él y su esposa Abby tienen tres niños. Es pastor bautista ordenado. Tiene el Bachillerato en Teología de la McGill University y Maestría de la Free University of Amsterdam. Ha escrito dos libros: Beyond Doubt: How to Be Sure of Your Salvation [Más allá de la duda: cómo estar seguro de su salvación] y Chosen to Serve: Why Divine Election Is to Service, Not to Eternal Life [Elegido para servir: por qué la elección divina es al servicio, no a la salvación eterna].