Estaba hablando sobre el Evangelio de Juan con un hombre que era bautista de toda la vida y había asistido a la Iglesia durante más de cincuenta años. En ese momento, estábamos discutiendo la herencia aarónica de Juan el Bautista y cómo eso encaja en el significado de Juan, capítulo 1, cuando casualmente mencioné que Juan fue asesinado antes del final del ministerio de Jesús.
“Espera, ¿acaso Juan no se convirtió en apóstol después?”, preguntó.
“¿Quién? ¿Juan el Bautista?”
“Sí. ¿Cómo pudo escribir este libro si había muerto?”
“Oh. No. Juan el Bautista y Juan el Apóstol son dos personas diferentes”, le expliqué. “Juan el Bautista es el tipo que usaba piel de camello, y comía langostas, y todo eso. Mientras que Juan el Apóstol era probablemente un hombre muy joven cuando empezó a seguir a Jesús. Escribió este Evangelio décadas después y murió muy viejo”.
“¡Oh, vaya! No lo sabía. ¿Por qué nadie me lo había dicho?”.
En ese momento, me di cuenta de que tenía que detener la conversación y volver a los fundamentos.
Pensé en ello mientras leía algunos materiales de R. B. Thieme. Me resultó útil esta cita,
“La Biblia es la única fuente del punto de vista divino. Es la mente misma de Cristo, la Palabra viva (Juan 1:1) expresada en forma escrita. Por lo tanto, si tú, como creyente, has de tener el punto de vista divino de la vida, debes conocer la doctrina bíblica. Si no conoces los pensamientos de Dios sobre cualquier asunto, ¿cómo puedes pensar de acuerdo con el punto de vista divino?” (Mental Attitude Dynamics, p. 8).
Muchos cristianos son bíblicamente analfabetos y la Iglesia sufre por ello. En realidad, también diría que las familias, las escuelas, las empresas y los gobiernos están sufriendo por ello también. ¿Por qué?
Porque no puedes actuar de manera que complazca a Dios —en la familia, la empresa, la escuela o la iglesia local— si no piensas de manera que complazca a Dios. Y no puedes pensar de una manera que complazca a Dios si no conoces lo suficiente de la revelación de Dios para saber qué pensar sobre cualquier tema.
No puedes ser un buen cirujano si no sabes anatomía. No puedes ser un buen electricista si no sabes de electricidad. No puedes ser un buen taxista si no sabes moverte por la ciudad. Entonces, ¿cómo puedes esperar ser un buen cristiano si no sabes lo básico de ser un cristiano?
El conocimiento es un prerrequisito para ser competente en cualquier campo, incluyendo la vida cristiana.
Por supuesto, el conocimiento de la Biblia no es el fin de la vida cristiana. Debes ser un hacedor de la Palabra, no solo un oidor de la misma (Santiago 1:22). Pero no puedes ser un hacedor de la Palabra si no sabes qué Palabra debes hacer. Por lo tanto, el conocimiento de la Biblia no es solo para los eruditos, es para todo creyente. Es para todos los que quieren vivir una vida que complazca a Dios.
Es decir, tú.
Piensa que la propia Biblia condiciona la vida justa al estudio de la Palabra de Dios:
Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos,
Ni estuvo en camino de pecadores,
Ni en silla de escarnecedores se ha sentado;
Sino que en la ley de Jehová está su delicia,
Y en su ley medita de día y de noche.
(Salmo 1:1-2).Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia,
a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra. (2ª Timoteo 3:16:17)
Si no quieres andar con los malos, estudia la Palabra.
Si quieres estar preparado para buenas obras, estudia la Palabra.
Escuchar un buen sermón el domingo por la mañana es importante, pero no debe ser tu única “comida” de la semana. Necesitas comer toda la semana. Y eso depende de ti, no de tu pastor. Necesitas enderezar tu pensamiento de lunes a sábado, y la única manera de hacerlo es estudiando la Palabra por tu cuenta.
Eso no es fácil. Requiere esfuerzo. Requiere tiempo. Como cualquier habilidad, tienes que dedicar horas para empezar a pensar como Dios piensa. Personalmente, he estado escuchando y viendo sermones en línea en vez de mirar la TV. Tú también lo puedes hacer. ¡Y cómo se nota la diferencia!
Dicho esto, tengo que admitir algo. Estudiar la Palabra y aclarar tu pensamiento puede ser difícil. Cuanto más tiempo dediques al estudio de la Palabra, más la entenderás. Y mientras más la entiendas, más te desafiará tu manera de pensar. Empezarás a darte cuenta de que muchas de tus suposiciones, creencias, valores, prioridades y formas de ver el mundo son impías. Y eso es difícil de comprender. De hecho, puede ser bastante chocante. En esos momentos, necesitas someter tu pensamiento a la Palabra de Dios. Para citar a Thieme una vez más,
“La Biblia es el único discernidor preciso de lo que piensas, y es la única fuente para enderezar tu actitud mental. Deja que la Biblia “arbitre” tus pensamientos. Es tu crítico más constructivo” (Mental Attitude Dynamics, 11).
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Shawn Lazar es el editor de la revista Gracia en el Enfoque, y es el Director de Publicaciones para la Sociedad Evangélica de la Gracia (Grace Evangelical Society). Él y su esposa Abby tienen tres niños. Es pastor bautista ordenado. Tiene el Bachillerato en Teología de la McGill University y Maestría de la Free University of Amsterdam. Ha escrito dos libros: Beyond Doubt: How to Be Sure of Your Salvation [Más allá de la duda: cómo estar seguro de su salvación] y Chosen to Serve: Why Divine Election Is to Service, Not to Eternal Life [Elegido para servir: por qué la elección divina es al servicio, no a la salvación eterna].