Aproximadamente una semana después de que naciera mi hijo, tuvo fiebre y acabó en el hospital. Zane estaba débil. No comía bien. Tenía poco oxígeno. Resultó que todo se debía a una infección del tracto urinario. Entonces, mientras hablaba con el médico sobre el estado de Zane, me preguntó si queríamos circuncidarlo. Y como soy amante de la teología, lógicamente pensé en la epístola de Pablo a los Gálatas.
Se cuela un error
Galacia era una provincia en lo que sería la actual Turquía. Una provincia es como un estado. Galacia era el equivalente a Texas, Minnesota o Nueva Jersey. En otras palabras, no estamos tratando aquí con una sola iglesia, sino con una red de iglesias dispersas por toda la provincia. Y resulta que todas ellas estaban abandonando el mensaje de salvación:
Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema. (Gálatas 1:6-9)
Pablo estaba molesto. Y desconcertado. ¿Cómo podían apostatar tan rápidamente? ¿Cómo podían apartarse de la verdad y caer en error?
¿Qué era este evangelio diferente, pervertido y maldito al que se estaban dirigiendo?
En lugar de creer en la justificación por la fe, aparte de las obras (Gálatas 3:14), parece que alguien los había convencido de que tenían que circuncidarse para ser salvos, y Pablo lo rechazaba de plano:
He aquí, yo Pablo os digo que si os circuncidáis, de nada os aprovechará Cristo. Y otra vez testifico a todo hombre que se circuncida, que está obligado a guardar toda la ley. De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído. Pues nosotros por el Espíritu aguardamos por fe la esperanza de la justicia; porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe que obra por el amor (Gal 5:2-6).
No es mucho pedir
Mientras estaba allí, mirando a mi hijo de una semana de edad, discutiendo la circuncisión con el médico, y pensando en este pasaje, me di cuenta de cuan insignificante es la circuncisión como “obra”. Si la circuncisión fuera una condición para la salvación, no sería mucho pedir.
Piensa en lo que implica.
Primero, la circuncisión es insignificante. Es la extirpación de un diminuto trozo de piel. No es como si se sacara un ojo, se cortara una mano o se donara un riñón. No es un gran sacrificio. Nunca lo echarás de menos.
En segundo lugar, la circuncisión es breve. No es una cirugía mayor. La intervención no dura más que unos minutos y se cura entre siete y diez días. Así que no te quedas peor. De hecho, por lo que me dijo el médico, la circuncisión tiene beneficios médicos.
En tercer lugar, la circuncisión es pasiva. El bebé no hace nada (excepto llorar y retorcerse). El médico o mohel (“circuncidador”) hace todo el trabajo. La circuncisión es algo que te hacen a ti, no lo haces tú.
Así que mientras sostenía al pequeño Zane, pensé que, en cuanto a las condiciones de salvación, la circuncisión es relativamente fácil, especialmente cuando se trata de un bebé de una semana.
Sin embargo, Pablo dijo que añadir la circuncisión a la condición de la salvación era enseñar un evangelio diferente, pervertido y maldito.
No se necesita mucho para corromper el evangelio. Cualquier obra lo puede conseguir.
Si agregas cualquier cosa a la fe —incluso una obra tan insignificante, breve y pasiva como la circuncisión—has perdido el mensaje de salvación.
Una vez que estás bajo la Ley, has cruzado la línea. Has pasado de la bendición a la maldición (Gal 3:10-14); de la redención a la esclavitud, y has caído de la gracia (Gal 5:4).
Ser radical
¿Ves que el mensaje de Pablo a los gálatas era una doctrina radical? ¿Ves que sigue siendo un mensaje radical hoy en día?
La mayoría de las iglesias no lo creen.
No me refiero solo a los católicos, los ortodoxos y los mormones.
¡La mayoría de los evangélicos tampoco lo creen!
No creen que la simple fe en la promesa de vida de Jesús sea suficiente para salvarse. En lugar de eso, lo llaman mero asentimiento “intelectual” o “credulismo fácil”. Y en su lugar, predican “credulismo difícil”, “obras difíciles” o “ley barata”.
En otras palabras, enseñan que debemos hacer buenas obras para ser salvos, ya sea la fe más las obras, o la fe que trabaja. Ambas opciones hacen de las obras una condición para la salvación. ¿Y qué obras hay que hacer para ser salvo? Se les ocurren largas listas de cosas que hay que hacer: Vender tu casa. Decir una oración. Ser célibe. No asesinar. Ayunar. Dejar tu trabajo. Caminar por el pasillo de una iglesia. Ir a una cruzada. Hacerte misionero. No robar. Estar en las esquinas repartiendo folletos en el frío. Cavar pozos de agua en África. No comer carne los viernes. Comprometerse con Dios. Ser martirizado. Ir de puerta en puerta. No decir palabras malsonantes. Comulgar. Bautizarse. Decir tus oraciones diarias. Dar dinero. No tener pensamientos obscenos. Alimentar a los pobres. Acogerse a los sin techo. Y así sucesivamente.
Ahora bien, la mayoría son buenas obras. Tienen un lugar importante en la vida cristiana. Pero no son condiciones de la salvación.
Si quieres mantener el evangelio puro, tienes que ser radical. Tienes que tener muy claro que somos justificados por la fe, aparte de todas y cada una de las obras, incluso una tan insignificante, breve y pasiva como circuncidar a un pequeño bebé.
El otro día estuve en una tienda que tenía un cartelito que decía: “Ninguna obra es demasiado pequeña”. Parafraseando, cuando se trata del evangelio, ninguna obra es demasiado pequeña para corromper el mensaje salvador.
Es sólo por la fe, o no lo es.
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Shawn Lazar es el Editor de la revista Gracia en el Enfoque, y es el Director de Publicaciones para la Sociedad Evangélica de la Gracia (Grace Evangelical Society). Él y su esposa Abby tienen tres niños. Es pastor bautista ordenado. Tiene el Bachillerato en Teología de la McGill University y Maestría de la Free University of Amsterdam. Ha escrito dos libros: Beyond Doubt: How to Be Sure of Your Salvation [Más allá de la duda: cómo estar seguro de su salvación] y Chosen to Serve: Why Divine Election Is to Service, Not to Eternal Life [Elegido para servir: por qué la elección divina es al servicio, no a la salvación eterna].