En 1944, se estrenó la película Gaslight1, protagonizada por Ingrid Bergman. La película se centra en una mujer que se casa con un hombre aparentemente amable y cariñoso. Sin embargo, a medida que avanza la película, se hace cada vez más evidente que el marido no es lo que parece. Mueve en secreto objetos de la casa de un lugar a otro, además de encender y apagar las luces de gas. Cuando su mujer le menciona estas rarezas, él la convence de que se lo está imaginando. Poco a poco, la pobre mujer empieza a cuestionarse a sí misma y su propia cordura. Al final, él la convence de que se ha vuelto loca.
El término psicológico luz de gas2 se basa en esta película. Se refiere a que un maltratador hace que su víctima se sienta inestable o irracional afirmando que sus preocupaciones legítimas son menores o simplemente falsas. En otras palabras, que alguien te haga “luz de gas” supone ser manipulado psicológicamente para que pienses que tú eres el problema, y que la verdad objetiva es errónea. El mismo principio puede encontrarse en el mundo espiritual. Una vida caracterizada por seguir al Señor y hacer el bien a menudo se redefine y se llama malo (Isaías 5:20). Si los creyentes no tienen cuidado, pueden ser manipulados para pensar que están equivocados por hacer el bien.
Por ejemplo, en los Estados Unidos hoy en día, a menudo te tachan de mostrar poco amor o de causar divisiones —incluso entre algunos cristianos— si no apoyas a la comunidad LGBTQ. Se nos dice que Cristo ama a todo el mundo y que, sin amor, no somos más que címbalo que retiñe (1 Cor 13:1). Por lo tanto, se ha argumentado que la Iglesia debe aceptar y apoyar a la comunidad gay. Si no lo haces, la gente cuestionará tu cordura espiritual. Se dirá que la Iglesia simplemente está confundida, que el lenguaje original no dice que la homosexualidad sea mala, y que necesitamos reevaluar este asunto dentro de un contexto del siglo XXI. Al igual que en la película, las verdades objetivas se mueven, y la luz de la Palabra de Dios se atenúa.
La luz de gas espiritual también puede ocurrir cuando la gente se esfuerza por la sana doctrina (2 Tim 2:14-15). Muchos dicen que no debemos dividirnos por la doctrina. El coro de “unidad a toda costa” resuena por toda la iglesia hoy en día. Se alaba la inclusividad, mientras que la división sobre la sana enseñanza se tacha de contenciosa e irracional. Los creyentes que denuncian a los falsos maestros son definidos como demasiado quisquillosos, o incluso mentalmente inestables.
Lamentablemente, esta tergiversación de las Escrituras puede hacer que los creyentes fieles empiecen a dudar de sí mismos. Debido a esto, al igual que el personaje de Ingrid Bergman, innumerables cristianos bien intencionados han sido manipulados para creer que son ellos el problema cuando mencionan preocupaciones doctrinales. El resultado es que muchos creyentes empiezan a cuestionar su cordura espiritual.
¿Cómo podemos evitar este grave problema? En 1 Pe 3:14-17, el apóstol Pedro nos ofrece algunas orientaciones:
Mas también si alguna cosa padecéis por causa de la justicia, bienaventurados sois. Por tanto, no os amedrentéis por temor de ellos, ni os conturbéis, sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros; teniendo buena conciencia, para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, sean avergonzados los que calumnian vuestra buena conducta en Cristo. Porque mejor es que padezcáis haciendo el bien, si la voluntad de Dios así lo quiere, que haciendo el mal.
En su epístola a los creyentes perseguidos, el apóstol Pedro habla del papel de las pruebas en la vida cristiana (1:6-7). En este pasaje concreto, el apóstol habla del sufrimiento específico (vv 14, 17) de ser difamado y de que se hable mal de él, que es una forma de sufrimiento. La primera lección que podemos sacar de este pasaje es que los creyentes pueden esperar ser ridiculizados por obedecer al Señor. Saber que la fidelidad a menudo será calumniada puede ayudarnos a distinguir entre la verdad y la luz de gas. En Mateo 5:11-12 leemos lo que el Señor dijo sobre este principio en el Sermón de la Montaña:
Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.
Observa que tanto el Señor como el apóstol señalan que, cuando se critica con dureza tu buena conducta y se habla toda clase de mal contra ti, el creyente fiel es bendecido (ver también 1 Pedro 3:9). En ambos contextos, se está enseñando la doctrina de las recompensas. A aquellos creyentes que se enfrentan a tales desprecios y calumnias se les promete que serán recompensados en el reino venidero. Esta es la segunda lección que podemos extraer de este pasaje. Los creyentes que sufren pueden confiar en que las mentiras que se dicen contra ellos serán reveladas algún día, y que serán vindicados y recompensados cuando Cristo regrese.
Por último, en el versículo 16, Pedro habla de tener una buena conciencia. Cuando los creyentes sufren tales burlas y calumnias, es fácil dudar de uno mismo y creer las mentiras. Sin embargo, una buena conciencia puede obtenerse santificando a Dios el Señor en nuestros corazones (v. 15), en lugar de preocuparnos por lo que digan los hombres. Podemos saber con certeza que obedecer al Señor y conducirnos según Su palabra es siempre lo correcto, incluso cuando el mundo intente convencernos de lo contrario.
En resumen, la mejor manera de evitar la luz de gas espiritual es conocer y permanecer en la verdadera luz de la Palabra de Dios.
1 El nombre de la película se tradujo al español como Luz que agoniza (N. del T.).
2 Proviene del término inglés gaslighting (N. del T.).
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Kathryn Wright tiene una maestría en Estudios Cristianos del Seminario Luther Rice. Ella coordina nuestros viajes misioneros a corto plazo, y también enseña ella misma. Adicionalmente, habla y enseña en conferencias de mujeres, conduce estudios bíblicos y contribuye regularmente a nuestro blog y a nuestra revista. Kathryn y su esposo Dewey viven en Columbia, Carolina del Sur.