Si te gusta la fruta, aquí está una característica interesante del árbol de la vida, descrita en Ap 22:2:
En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones.
Nota, el árbol de la vida da doce frutos.
¿Cómo puede un árbol producir diferentes frutos?
En realidad, no es insólito, incluso hoy.
El secreto está en injertar.
Sam Van Aken, un artista y profesor asociado de escultura en la Syracuse University, ¡ya hizo un árbol de cuarenta frutos!
Van Aken tomó los brotes de docenas de frutales de hueso, y los injertó en un solo árbol. Hasta ahora, ha creado dieciséis árboles que producen cuarenta frutos, (incluso) melocotones, ciruelas, albaricoques, nectarinas, cerezas y almendras.
Me encanta como el arte a menudo expresa (si solo inconscientemente) un anhelo de lo que será un día una realidad eterna.
Sabemos que Dios también practica el injerto—¡al menos en un sentido espiritual!
Pues, si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú, siendo olivo silvestre, has sido injertado en lugar de ellas, y has sido hecho participante de la raíz y de la rica savia del olivo (Ro 11:17).
Sin embargo, sospecho que el árbol de la vida no será el resultado de un injerto.
¿Cómo será el árbol? ¿Qué tipo de fruto dará? ¿A qué sabrán esos frutos?
Algún día, lo sabremos con seguridad. Y si has vivido una vida digna de recompensa, comerás del fruto de ese árbol.
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Shawn Lazar es el Editor de la revista Gracia en el Enfoque, y es el Director de Publicaciones para la Sociedad Evangélica de la Gracia (Grace Evangelical Society). Él y su esposa Abby tienen tres niños. Es pastor bautista ordenado. Tiene el Bachillerato en Teología de la McGill University y Maestría de la Free University of Amsterdam. Ha escrito dos libros: Beyond Doubt: How to Be Sure of Your Salvation [Más allá de la duda: cómo estar seguro de su salvación] y Chosen to Serve: Why Divine Election Is to Service, Not to Eternal Life [Elegido para servir: por qué la elección divina es al servicio, no a la salvación eterna].