Muchas veces los maestros procuran evitar el legalismo cuando enseñan sobre la justificación, pero lo promocionan (¿involuntariamente?) cuando viene a la santificación.
Es decir, ellos presentan la vida cristiana como una serie de mandamientos para guardar. Tus esfuerzos para vivir la vida cristiana se convierten en un intento para cumplir con la misma lista de “tareas pendientes” que fue inadecuada para salvarte en el primer lugar. Estos maestros olvidan que la ley no tiene el poder de producir vida en ti. Punto. Ya sea la justificación o la santificación, la ley es un ministerio de muerte y condenación (Ro 5:20; 2 Cor 3:7, 9) y por lo tanto, no debes esperar otro resultado si el enfoque de tu vida espiritual se fija en la ley.
Sin embargo, el Nuevo Testamento está lleno de imperativos. ¿Qué hacemos con ellos?
Tullian Tchividjian ofrece una solución:
Siendo liberados de la carga y esclavitud al intentar usar la ley para establecer nuestra propia justicia ante Dios, los cristianos ahora tienen la libertad de mirar los “imperativos” de las Escrituras no en términos de condiciones impuestas, sino como descripciones y direcciones útiles para nuestro servicio a los demás. Una vez liberada de la ilusión popular que guardar la ley nos hace justos en los ojos de Dios, y al creer por la fe la realidad contradictoria que ser hechos justos delante de Dios por medio de Su palabra perdonadora y resucitadora precede y produce actos de amor (definidos como servicio a nuestro prójimo), la persona justificada es liberada para amar. Y en esto consiste el cumplimiento del amor (It Is Finished [Consumado es], 7 de febrero).
Según este escenario, las leyes y mandamientos del Nuevo Testamento no son el enfoque, motivación o meta de tu vida espiritual. Al contrario, tú, como creyente, ya estás asegurado de tu justificación ante Dios por medio de la fe en Cristo. Por lo tanto, como ya estás liberado de la obligación de cumplir con las condiciones de la salvación por obras, ahora puedes pasar tu tiempo simplemente amando a tu prójimo según sus necesidades. ¿Cómo los imperativos del Nuevo Testamento concuerdan con eso? Si alguna vez tienes dudas sobre la mejor manera de amar a tu prójimo, los mandamientos están allí para describir qué significa amar.
Aquí tienes una comparación. En la vida cristiana, los mandamientos se usan de manera similar a como usas tu retrovisor al conducir. Si solamente mirabas en el retrovisor y no te concentrabas en la carretera, chocarías, ¿no? Hay que enfocarse en la carretera, no en el retrovisor. Igualmente, al vivir la vida cristiana, hay que centrarse en Cristo, Su gloria, y lo que él hizo por ti según el evangelio. Esas verdades renuevan tu mente, y producen en ti actos de amor hacia tu prójimo.
No obstante, a veces es necesario echar una mirada al retrovisor de la ley para evitar los accidentes–pero solo por un momento, y luego volver rápidamente a concentrarte en la carretera–y en tus prójimos que conducen al lado.
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Shawn Lazar es el editor de la revista Gracia en el Enfoque, y el Director de Publicaciones para la Sociedad Evangélica de la Gracia (Grace Evangelical Society). Él y su esposa Abby tienen tres niños salvajes. Es pastor bautista ordenado. Tiene el Bachillerato en Teología de McGill University y Maestría de la Free University of Amsterdam. Ha escrito dos libros: Beyond Doubt: How to Be Sure of Your Salvation [Más allá de la duda: cómo estar seguro de su salvación] y Chosen to Serve: Why Divine Election Is to Service, Not to Eternal Life [Elegido para servir: por qué la elección divina es al servicio, no a la vida eternal].